Capítulo 22

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Laura miró fijamente a su padre.
 
—Eso es imposible. No te creo.
 
—Es cierto, Laura. El abuelo de Pablo fue el único hijo varón del último zar de Rusia, Alexi Romanov.

Laura conocía toda la historia sobre Alexi Romanov, el joven hijo de Nicolás II. En 1918, cuando Alexi tenía catorce años, sus padres, sus cuatro hermanas y él fueron encerrados por los bolcheviques en el sótano de una mansión en Ekaterinburgo, donde fueron ejecutados. Se lo recordó a su padre.

—Todos fueron asesinados. El zar Nicolás, su esposa Alexandra, los niños. Encontraron los restos de la familia en una fosa común de los Montes Urales en 1993. Se hicieron pruebas de ADN.

Costas tomó un sorbo de té de la taza que le había ofrecido.

—Las pruebas de ADN identificaron al zar, a Alexandra y a tres de las cuatro hijas. Pero faltaba una hija. Muchos creen que era Anastasia, y tampoco fueron encontrados los restos
del joven heredero, Alexi.

Laura intentó asimilarlo. A lo largo del siglo XX, habían surgido personas que afirmaban ser uno de los hijos asesinados del zar, pero la mayoría habían sido mujeres que creían ser Anastasia. Su padre le había dicho que todas eran unas impostoras. Era un hombre muy meticuloso y no podía imaginarlo dejándose engañar por nadie. ¿Por qué ahora creía que el príncipe heredero había escapado de aquella fría muerte? ¿Acaso su obsesión por la historia rusa lo había hecho perder el juicio?

Le habló con cautela.

—No puedo imaginar cómo el príncipe heredero logró escapar de una masacre tan terrible.

—Fue rescatado por unos monjes que lo escondieron con una familia en el sur de Rusia. Años después, en 1920, un grupo leal al zar lo sacó a escondidas del país. Sabiendo de primera mano lo violentos que podían llegar a ser los bolcheviques, es normal que viviera escondido. Finalmente se casó y tuvo una hija, la madre de Pablo, Katya. Katya conoció a Maximiliano Minor cuando éste actuaba en Múnich, se enamoró como una tonta y se fugó con él. Katya apenas era un adolescente. Su padre acababa de morir y ella era rebelde e indisciplinada, de otra manera nunca se hubiera casado con alguien inferior a su rango. Tenía sólo veinte años cuando Pablo nació. Cinco años después, Katya se fugó abandonando a Pablo y finalmente Katya murió dos años después en un accidente ferroviario.

—Lo siento, papá. Aunque no dudo de tu palabra, simplemente, no puedo creerlo.

—Créeme, Laura. Pablo es un Romanov. Y no un Romanov cualquiera. Ese hombre que
se hace llamar Pablo Minor es el heredero de la corona de Rusia.

Laura miró a su padre con tristeza.

—Pablo trabaja en un festival de música. Eso es todo.

—Ya me dijo Jane que reaccionarías así.—En un gesto inusitado en él, Costas le palmeó la rodilla. —Te llevará tiempo acostumbrarte a la idea, pero espero que...e conozcas lo suficiente para comprender que nunca firmaría tal cosa si no estuviera absolutamente seguro.

—Pero...

—Te he contado muchas veces la historia de mi familia, pero es evidente que la has olvidado. Los Derghon han estado al servicio de los zares de Rusia desde el siglo XIV, desde el reinado de Alejandro I. Hemos estado vinculados a través del deber y la obligación, pero nunca a través del matrimonio. Hasta ahora.

Laura oyó el ruido de un avión, el rugido de un camión. Poco a poco fue comprendiendo lo que su padre le estaba insinuando.

—Así que lo planeaste todo, ¿no? Has concertado mi matrimonio con Pablo por culpa de esa absurda idea que tienes sobre su origen.

Ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora