Capítulo 30

414 30 3
                                    

Laura soltó un grito ahogado. Aunque era una mujer pequeña logró apartar a Pablo a codazos y bajar un escalón. Intentó abrazar a Victoria pero su padre la apartó.

—No te compadezcas de ella. Victoria ha sido una cobarde y será castigada por ello.

—¡Pero no quiero que la castigues! Hace meses que pasó. Ya no importa.

—Cuando pienso en todos los desaires que te hice...

—No importa. —Laura tenía la misma expresión testaruda que cuando sermoneaba a la chica por su lenguaje. —Esto es cosa mía, Alex. De Victoria y mía.

—Estás equivocada. Victoria es carne de mi carne, mi responsabilidad, y nunca pensé que llegaría el día en que me avergonzaría tanto de ella como ahora. —Miró a Pablo. —Sé que es un problema del Overworld, pero te pido que dejes que me encargue yo mismo de esto.

Victoria se echó hacia atrás al ver la mirada escalofriante en los ojos de Pablo cuando éste asintió con la cabeza.
 
—¡No, Pablo! —Laura intentó acercarse de nuevo a Victoria, pero Pablo la atrapó desde atrás.

Alex la arrastró entre las caravanas sin decir ni una palabra. Victoria no había estado tan asustada en toda su vida. Su padre nunca le había pegado, pero claro, ella nunca había hecho nada tan malo. Él se detuvo en seco cuando Savannah surgió de las sombras de su gran caravana RV. Llevaba puesta una bata verde de seda con estampados de aves y flores por todos lados.
Victoria se alegró tanto de verla que a punto estuvo de lanzarse en sus brazos, pero la horrible mirada en los ojos de la dueña del Overworld le hizo darse cuenta de que Savannah lo había oído todo. Victoria sacudió la cabeza y comenzó a llorar de nuevo. Ahora Savannah también la odiaba. Debería haberlo esperado, Savannah odiaba las injusticias más que cualquier cosa.

Savannah habló con voz trémula:

—Quiero hablar contigo, Alex.

—Más tarde. Tengo que ocuparme de unos asuntos...

—Mejor ahora. —Luego se dirigió a la chica: —Vete a la cama, Victoria. Tu padre y yo hablaremos contigo a primera hora de la mañana.

—¿Y a ti qué más te da? —quiso gritar Victoria. —Tú odias a Laura. Pero sabía que eso no importaba ahora. Savannah era tan dura como su padre a la hora de seguir las reglas del Overworld. Su padre la soltó, y Victoria huyó. Mientras corría a la seguridad de su cama, supo que había perdido la última oportunidad de conseguir que su padre la amara.

Después de hablar por un momento, Alex terminó rindiendose a los encantos de Savannah y tuvieron sexo como dos salvajes.

—Ya puedes tomártelo con calma, bastardo, o te mataré.

Él se rio.

—Eres desquiciante, Savannah Parks. Realmente desquiciante.

Ella cerró el puño y lo golpeó en la espalda. Se desató una batalla por el poder y, por un mudo acuerdo, se decidió que el primero que alcanzara el éxtasis sería el perdedor. Una cantante y un guitarrista; la flexibilidad de sus cuerpos otorgaba infinitas posibilidades a su manera de hacer el amor. Celebraban la necesidad de conquistar, pero cada castigo erótico que se infligían el uno al otro también se lo infligían a sí mismos. Esto los obligó a utilizar sus afiladas lenguas como armas de batalla. Ella dijo:

—Sólo me acuesto contigo para que no lastimes a Victoria. Ha sido lo único que se me ha ocurrido para que te tranquilizaras.
 
—Mentirosa. Necesitabas un semental. Todos saben cuánto necesita a sus sementales la pequeña Savannah.

—No eres un semental. Sólo un caso de caridad.

—¿Es Pablo el único al que quieres como semental? Lástima que él no te quiera a ti.

Ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora