Pablo metió las manos en los bolsillos del impermeable y se apoyó en la cerca contra huracanes que marcaba el borde del recinto donde pasarían los dos días siguientes. Estaban en Monroe County, Georgia; la fresca brisa de esa mañana del mes de octubre traía la esencia del invierno.
Alex se acercó a él.—Tienes un aspecto horrible.
—Bueno, tú no pareces estar mucho mejor.—Mujeres —bufó Alex. —No se puede vivir con ellas, pero tampoco sin ellas.
Pablo ni siquiera logró esbozar una sonrisa. Puede que Alex tuviera problemas con Savannah, pero al menos su relación con Victoria iba viento en popa. Pasaban mucho tiempo juntos, y era un entrenador más paciente que nunca. Algo que daba frutos, porque las actuaciones de Victoria habían mejorado sustancialmente.
Laura y él habían regresado diez días antes y todos se habían dado cuenta de que a Laura le pasaba algo malo. Su esposa ya no se reía ni rondaba por el recinto con su coleta rebotando al viento. Era educada con todos —incluso ayudaba a Victoria con los deberes, —pero todas las cualidades especiales que la hacían ser como era parecían haber desaparecido. Y todos esperaban que él tomara cartas en el asunto.
Alex tomó un palillo del bolsillo de su camisa y se lo puso en la boca.
—Laura no parece la misma.
—Son los primeros meses de embarazo, nada más.
Alex no pareció convencido.
—Echo de menos cómo era. Bueno, no echo de menos que meta la nariz en mis asuntos como solía hacerlo, eso te lo aseguro, pero sí que añoro la manera en que se preocupaba por todos. Parece que ahora sólo le interesa Misha.
—Lo superará.
-Supongo.
Observaron en silencio cómo un camión descargaba heno. Pablo miró cómo Laura lavaba a Misha. Le había dicho que no quería que siguiera trabajando, pero ella le respondió que se había acostumbrado a hacerlo.
Alex se cruzó de brazos.
—Creo que deberías saber que anoche volví a verla caminando sola en la madrugada.—¡Maldita sea! Te juro que la esposaré para que se mantenga en la caravana.
—Me asusta cómo está. Odio verla así.—Bueno, pues no eres el único.
—¿Por qué no haces algo?
—¿Qué me sugieres? He hecho traer uno de mis coches desde Connecticut para que no tuviera que desplazarse en la camioneta, pero me dijo que le gustaba la camioneta. Le he comprado flores, pero las ignora. Intenté que nos trasladáramos a una caravana RV nueva, pero casi le dio un ataque cuando se enteró, así que lo dejé pasar. Ya no sé qué hacer. —Pablo se pasó una mano por el pelo. —Pero ¿por qué te cuento todo esto? Si supieras algo de mujeres no andarías detrás de Savannah.
—No pienso discutir contigo.
—Laura se pondrá bien. Es sólo cuestión de tiempo.
—Puede que tengas razón.
—Te aseguro que la tengo.
Si se lo repetía lo suficiente, tal vez se convertiría en realidad. La echaba de menos y si se lo repetía lo suficiente, tal vez se convertiría en realidad. La echaba de menos. Ahora Laura ya no lloraba. Aquellas lágrimas repentinas que habían sido parte de ella como el aire que respiraba, habían desaparecido; era como si se hubiese anestesiado para no sentir nada. Recordaba cómo solía lanzarse a sus brazos desde la rampa del camión, su risa, cómo le acariciaba el pelo. La necesitaba como nunca había necesitado a nadie... Y para colmo, la noche anterior había tocado fondo. Hizo una mueca sólo de recordarlo. Estaba soñando que Laura le sonreía como antes, con su cara iluminada por completo y ofreciéndose a él. Se había despertado acurrucado contra ella. Había pasado demasiado tiempo desde la última vez que habían hecho el amor y la deseaba demasiado para alejarse.
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Ángel
FanficLa tierna Laura Vignatti se vio sometida por su padre a tomar una decisión. Tenía que casarse o se quedaría en la calle. Al ver que no tenía opción accedió a casarse,sin embargo,el hombre que la espera ante el altar es un desconocido,que se apresura...