Capítulo 16

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Laura se fue,si se le hubiera ocurrido volver la mirada, habría visto algo que la habría asombrado. Habría visto a su duro y malhumorado marido sonriendo como un adolescente enamorado. A pesar de las protestas de Pablo, ella había continuado juntando el lodazal y cuidando a Misha,el caballo que montaba Pablo con frecuencia, aunque Trey hacía ahora muchas de las rutinarias tareas diarias. Misha clavo la mirada en Laura cuando se acercó. A Misha parecía molestarle la presencia de Laura por otra cosa. Pablo decía que estaba celoso, pero ella no era capaz de atribuirle tal emoción a aquél viejo caballo malhumorado. Laura observó a Misha con satisfacción. Gracias al nuevo pienso y a las duchas diarias, el pelaje del animal tenía ahora mejor aspecto. Le hizo una burlona reverencia.

—Buenos días, majestad.

Había dejado una bolsa con chucherías que había comprado con su propio dinero en una tienda del pueblo cerca de un fardo de heno. La agarró y la llevó al pequeño establo donde estaba Misha. Acarició suavemente el pelaje del animal,se sentó a un costado y comenzo a merendar un par de ciruelas. Dos horas más tarde, Laura regresaba a la caravana cuando vio a Victoria jugando baloncesto. Ahora que ya no estaba tan cansada, Laura había podido recordar con claridad lo sucedido la noche en que había puesto en peligro a todos y pensó que era el momento apropiado para hablar con la chica.
 
Victoria dejó caer la pelota cuando ella se acercó, y mientras se agachaba para recogerlo, miró a Laura con cautela.
 
—Quiero hablar contigo. Victoria. Vamos a sentarnos en las gradas.

—No tengo nada que hablar contigo.

—Estupendo. Entonces hablaré yo. Muévete.

Victoria la miró con resentimiento pero respondió a su tono autoritario. Después de recoger la pelota, siguió a Laura, arrastrando las sandalias Laura se sentó en la tercera fila y Victoria lo hizo una fila más abajo.

—Supongo que vas a largarme un rollo por lo de Pablo.

—Pablo está casado, Victoria, y el matrimonio es un vínculo sagrado entre un hombre y una mujer. Nadie tiene derecho a intentar romperlo.

—¡No es justo! No te lo mereces.

—No eres quién para juzgar eso.

—¿De verdad eres tan santurrona?
 
—¿Cómo voy a ser santurrona? —dijo Laura con voz queda. —Puse en peligro a cientos de personas, ¿recuerdas?

Victoria se llevó los dedos a la boca y comenzó a morderse las uñas.

—Todos te odian por habernos puesto en peligro.

—Ya lo sé. Pero eso no es justo, ¿verdad?

—Por supuesto que es justo.

—Pero las dos sabemos que yo revisé bien.

Victoria se puso tensa y permaneció un largo segundo en silencio antes de contestar.

—Sí que lo hiciste.

—Te vi hablando con aquél hombre segundos antes de que todo ocurriera.
 
—¿Qué más da? ¡Yo no le di el arma y no puedes acusarme de nada!

—Te molestaste cuándo supiste que estaba casada con Pablo así que buscaste una solución para que todos me odiaran y Pablo me corriera de aquí,entonces viste que el hombre estaba tan ebrio que era tu blanco perfecto.

—¡No lo hice! ¡No puedes demostrarlo!

—Luego le diste el arma y le pediste que fuera a buscarme para poder culparme a mi.

—¡Mientes!

—Debería haberme dado cuenta de inmediato, pero estaba tan cansada por intentar acostumbrarme a todo esto que se me olvidó todo lo que había pasado.

Ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora