Epílogo

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Laura y Pablo se casaron por segunda vez un mes después en la iglesia rusa de Londres.

-Me gustan los retos -le había dicho a Pablo, dándole un beso en los labios.

-¿Segura?

-He accedido a casarme contigo, ¿no?

Él rió.

-Claro que sí.

Para la ceremonia llevó un sencillo vestido de seda satinada, ella había estado demasiado aturdida para ocuparse de nada, así que sólo había especificado que quería que las flores fuesen silvestres, por eso olía tan bien el salón. Laura se había encargado de que Misha fuera su invitada de honor es por eso que se había encargado de darle el mejor lugar dentro de la iglesia.

-No sé por qué no pudo dejarlo en el establo -le susurró Savannah a su marido, el hombre con quién se había casado unos días antes en una ceremonia celebrada en la pista central que finalizó con un increíble espectáculo de solos con la guitarra.

-A mí me vas a hablar de mujeres tercas -repuso él. -Estoy casado con una.

Ella le dirigió una mirada de complicidad.

-Tienes suerte.

-Sí-asintió Alex, -tengo suerte.

Al lado de ellos, Victoria acarició el pelaje de Misha mientras miraba a Laura con aire crítico. Laura estaba muy guapa. Tenía las mejillas sonrosadas y los ojos brillantes, y se había puesto una tiara de brillantes en forma de margaritas en el pelo. Pablo se la había regalado por sorpresa, junto con un anillo de diamantes tan grande que era una suerte para todos que aún no hubiera salido el sol o se habrían quedado ciegos. Ese verano había habido tantos cambios en la vida de Victoria que todavía le costaba asimilarlos. Savannah y su padre se habían casado y a Victoria le parecía genial que su padre y ella estuvieran intentando tener un bebé. Savannah era una madrastra increíble. Le había dicho a Victoria que podía empezar a salir con chicos ese año, aunque su padre había añadido que lo haría sobre su cadáver, y se había convertido en una persona casi tan cariñosa como Laura.

Laura le había comentado a Victoria que se matricularía en la universidad donde daba clases Pablo tan pronto como naciera el bebé para poder trabajar después en una guardería, y que los dos se irían a Rusia en diciembre para adquirir piezas para ese museo tan grande del que Pablo era asesor. A pesar de todo, harían la gira del verano siguiente con el Overworld Rock Festival, y Laura incluso le había dicho que volvería a actuar con Pablo en la pista central. Le había confesado que ya no le daban miedo los látigos porque ya había experimentado lo peor que podía pasarle.

Pablo comenzó a formular sus votos con una voz ronca y profunda y, cuando bajó la mirada hacia Laura, su expresión era tierna como si tuviese ante sus ojos lo que más amaba en el mundo. Laura, naturalmente, rompió a llorar y Sarah tuvo que ofrecerle un pañuelo de papel. La joven respiró hondo y se dispuso a decir sus votos.

-Yo, Laura Vignatti Minor, te tomo a ti... -Hizo una pausa.

Pablo la miró y arqueó una ceja.

-No me digas que te estas arrepintiendo como en nuestra primera boda. -Parecía exasperado, pero Victoria hubiera jurado que quería reírse.

-Claro que no. Es que no conozco tu primer nombre y acabo de darme cuenta ahora.

-Ah... -Pablo se inclinó y se lo susurró al oído.

-Perfecto. -Laura sonrió entre lágrimas y volvió a mirarlo a los ojos.-Yo, Laura Vignatti Minor, te tomo a ti, José Pablo Minor Romanov...

Mientras Laura seguía hablando, Pablo le apretó la mano y Victoria hubiera jurado por Dios que él también tenía lágrimas en los ojos. Savannah había dado una gran sorpresa a la pareja cuando les entregó a Misha como regalo de bodas. Pablo ya había mandado construir un lugar especial para el caballo detrás de su casa en Connecticut. Seguro que era genial ser tan rico. Aunque nadie lo hubiera mencionado.

Ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora