Capitulo 66. El pensadero.

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Se abrió la puerta del despacho.

—Hola, Potter, Wright —dijo Moody—. Entren.

Mire con desconfianza a Moody, puede que este equivocada con él... no lo sé, pero aun así, entré al despacho. Ya en otra ocasión había estado en el despacho de Dumbledore: se trataba de una habitación circular, muy bonita, decorada con una hilera de retratos de anteriores directores de Hogwarts de ambos sexos, todos los cuales estaban profundamente dormidos. El pecho se les inflaba y desinflaba al respirar.

Cornelius Fudge se hallaba junto al escritorio de Dumbledore, con sus habituales sombrero hongo de color verde lima y capa a rayas.

—¡Harry! —dijo Fudge jovialmente, adelantándose un poco—. ¿Cómo estás?

—Bien —mintió Harry.

—¿Y tu Destiny? —le mire confundida, porque supiera mi existencia, yo me limite a encogerme de hombros, porque que se supiera mi nombre, me parecio totalmente extraño—. Precisamente estábamos hablando de la noche en que apareció el señor Crouch en los terrenos. Fuiste tú quien se lo encontró, ¿verdad?

—Sí —contestó Harry.

Con ojos risueños, Dumbledore le sonrió a espaldas de Fudge.

—Sí, bien —dijo Fudge embarazado—. Estábamos a punto de bajar a dar un pequeño paseo, Harry. Si nos perdonas... Tal vez sería mejor que volvieras a clase.

—Yo quería hablar con usted, profesor —se apresuró a decir Harry mirando a Dumbledore, quien le dirigió una mirada rápida e inquisitiva.

—Espérenme aquí —le indicó—. Nuestro examen de los terrenos no se prolongará demasiado.

Salieron en silencio y cerraron la puerta. Al cabo de un minuto más o menos dejaron de oírse, procedentes del corredor de abajo, los secos golpes de la pata de palo de Moody. Miré a mi alrededor, como si fuese la primera vez, que viese ese despacho, y encontré a Fawkes.

—Hola, Fawkes —saludó Harry primero.

—Me ganaste —comente a mala gana, saludando suavemente con un gesto de mano.

Fawkes, el fénix del profesor Dumbledore, estaba posado en su percha de oro, al lado de la puerta. Era del tamaño de un cisne, con un magnifico plumaje dorado y escarlata. Lo saludó agitando en el aire su larga cola y mirándolo con ojos entornados y tiernos.

Harry se sentó en una silla delante del escritorio de Dumbledore. Durante varios minutos se quedó allí, contemplando a los antiguos directores del colegio, que resoplaban en sus retratos, mientras pensaba en lo que acababa de oír y se pasaba distraídamente los dedos por la cicatriz: ya no le dolía.

—Me siento mas tranquilo —habló de repente Harry—, aquí en el despacho de Dumbledore, sabiendo que no tardare en hablarle de mi sueño.

Le sonreí débilmente, cuando mi mirada fue hacia la pared que había tras el escritorio: el Sombrero Seleccionador, remendado y andrajoso, descansaba sobre un estante. Junto a él había una urna de cristal que contenía una magnífica espada de plata con grandes rubíes incrustados en la empuñadura; esa era la espada... la misma que saque del Sombrero Seleccionador cuando me hallaba al borde de la muerte, en segundo. Aquélla era la espada de Godric Gryffindor, el fundador de la casa a la que pertenesco. La estaba contemplando, recordando cómo había llegado en la ayuda cuando lo daba todo por perdido, cuando vi que sobre la urna de cristal temblaba un punto de luz plateada. Buscó de dónde provenía aquella luz, y vio un brillante rayito que salía de un armario negro que había a mi espalda, con la puerta entreabierta. Dude por un momento, mire a Harry y luego a Fawkes, este se levanto; atravesó el despacho y abrió la puerta del armario.

Destiny y El Torneo de Los Tres Magos [DEH#4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora