Mis pies daban contra el suelo. Logre quedarme de pie, por primera vez, aquel lugar era bastante tenebroso.
Nunca vi estos terrenos de Hogwarts.
N-NN-No estábamos en Hogwarts, o cerca, ni siquiera se veían las montañas que rodeaban el castillo. Estábamos en un cementerio oscuro y descuidado de una pequeña iglesia, cuya silueta se podía ver tras un tejo grande que tenía a la derecha. A la izquierda se alzaba una colina. En la ladera de aquella colina se distinguía apenas la silueta de una casa antigua y magnífica.
—¿Les dijo alguien que la Copa fuera un traslador? —preguntó Cedric.
—Nadie —respondió Harry. El silencio era total y algo inquietante.
—¿Será esto parte de la prueba? —pregunte.
—Ni idea —dijo Cedric. Parecía nervioso—. ¿No deberíamos sacar la varita?
—Sí —asintió Harry, contento de que Cedric se hubiera anticipado a sugerirlo.
Las sacamos. Tenia un mal presentimiento sobre esto.
—Des —escucho el susurro de Harry—, creo que alguien nos esta vigilando.
Sentí una presencia, apunte hacia ahí.
—Alguien viene.
Escudriñando en la oscuridad, vislumbre una figura que se acercaba caminando derecho hacia ellos por entre las tumbas. No podía distinguirle la cara; pero, por la forma en que andaba y la postura de los brazos, parecia que llevaba algo en ellos. Quienquiera que fuera, era de pequeña estatura, y llevaba sobre la cabeza una capa con capucha que le ocultaba el rostro. La distancia entre nosotros se acortaba a cada paso, permitiéndome ver que lo que llevaba el encapuchado parecía un bebé... ¿o era simplemente una túnica arrebujada?
Harry bajó un poco la varita y echó una ojeada a Cedric. Éste le devolvió una mirada de desconcierto. Yo no podía apartar la mirada, un nudo se me formaba a cada paso de su andar; al fin se detuvo junto a una enorme lápida vertical de mármol, a dos metros de ellos. Durante un segundo, ninguno de nosotros o el hombrecillo no hicieron otra cosa que mirarse.
Harry cayo al suelo, parecía que algo le dolia, intente ver mejor de que se trataba colocándome enfrente de ellos, pero pude ver lo que era, no es un bebe, eso era una deformación, una criatura horrenda, que me repugnaba y también me daba cierto escalofrio con solo mirarla.
Desde lo lejos, por encima de su cabeza, oí una voz fría y aguda que decía:
—Matalos.
Entonces escuche un silbido y una segunda voz, que gritó al aire de la noche estas palabras:
—¡Avada Kedavra! —ese destello de luz se dirigía hacia mi, pero fui empujada.
Me quedé sin aliento, estaba petrificada, cuando veía el cuerpo de Cedric caer a un costado de mi, sus ojos estaban abiertos, inexpresivos, su boca medio abierta... por un segundo negué lo que habia pasado, pero el que no se moviera, el que Cedric haya cambiado su lugar... recibió una maldición por mi... eso no era lo peor, que intentando evitar que muriera, yo fui la causa de su muerte. Cedric murió por mi culpa.
El pecho me dolía... no sabía qué hacer, al ver a un amigo, un buen amigo morir ante mis ojos, el dolor que lo acompañaba, la ira, la rabia se fue acumulando con la tristeza, todos esos sentimientos, no eran buenos, y menos en ese grado de concentración o magnitud.
Su siguiente maldición, no pudo tocarme, mis poderes se salieron de control, un campo de energía se creo a mi alrededor, rayos se desprendían de el, para cuando pude dejar salir mi grito de perdida, por alguien a que quería, el viento se agitó, y desde la misma, creaba grandes ventiscas de aire, los rayos, iban a cualquier dirección, pero todo eso acabo.
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Destiny y El Torneo de Los Tres Magos [DEH#4]
Hayran KurguDestiny Wright es una chica de catorce años de edad, bastante peculiar y única, ya que supuestamente, pertenece a una raza casi extinta llamada Ruddians; y después de dejar a un lado todos los problemas que le deparaban durante sus primeros tres año...