Capitulo 71. La batalla por nuestras vidas.

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Él apartó la vista, y empezó a examinar su propio cuerpo. Las manos eran como grandes arañas blancas; con los largos dedos se acarició el pecho, los brazos, la cara. Los rojos ojos, cuyas pupilas eran alargadas como las de un gato, refulgieron en la oscuridad. Levantó las manos y flexionó los dedos con expresión embelesada y exultante. No hizo el menor caso de Colagusano, que se retorcía sangrando por el suelo, ni de la enorme serpiente, que otra vez había aparecido y daba vueltas alrededor de nosotros, emitiendo sutiles silbidos. Él deslizó una de aquellas manos de dedos anormalmente largos en un bolsillo de la túnica, y sacó una varita mágica. También la acarició suavemente.

—Haz hecho muy bien tu trabajo, joven Mandy —dijo este cuando hacía a mi hermana parar, ella daba una leve reverencia, sin mucho dramatismo como antes.

—Todo por usted, mi amo.

Levanto su varita y apuntó con ella a Colagusano, que se elevó en el aire y fue a estrellarse contra la tumba a la que hemos estado atados. Cayó a nuestros pies y quedó allí, desmadejado y llorando. Voldemort volvió hacia Harry sus rojos ojos, y soltó una risa sin alegría, fría, aguda.

La túnica de Colagusano tenía manchas sanguinolentas, pues éste se había envuelto con ella el muñón del brazo.

—Señor... —rogó con voz ahogada—, señor... me prometisteis... me prometisteis...

—Levanta el brazo —dijo él con desgana.

—¡Ah, señor... gracias, señor...!

Alargó el muñón ensangrentado, pero Voldemort volvió a reírse.

—¡El otro brazo, Colagusano!

—Amo, por favor... por favor...

Voldemort se inclinó hacia él y tiró de su brazo izquierdo. Le retiró la manga por encima del codo, y era un tatuaje de color rojo intenso: una calavera con una serpiente que le salía de la boca, la misma imagen que había aparecido en el cielo en los Mundiales de quidditch: la Marca Tenebrosa. La examinó cuidadosamente, sin hacer caso del llanto incontrolable de Colagusano.

—Ha retornado —dijo con voz suave—. Todos se habrán dado cuenta... y ahora veremos... ahora sabremos...

Apretó con su largo índice blanco la marca del brazo de Colagusano.

A lado de mi Harry, se retorcia del dolor que su cicatriz le andaba provocando, por estar cerca de él, y Colagusano dejó escapar un nuevo alarido. Él retiró los dedos de la marca de Colagusano, y se había vuelto de un negro azabache.

Con expresión de cruel satisfacción, Voldemort se irguió, echó atrás la cabeza y contempló el oscuro cementerio.

—Al notarlo, ¿cuántos tendrán el valor de regresar? —susurró, fijando en las estrellas sus brillantes ojos rojos—. ¿Y cuántos serán lo bastante locos para no hacerlo?

—Los que no vengan, podre matarles yo, ¿mi señor? —preguntó Mandy impaciente, le mire extrañada, esta parecía hambrienta por matar, tenia esa mirada que vi, cuando me contó que me habia servido a mi perro para comer, tenia la mirada de una lunática.

Comenzó a pasear de un lado a otro ante Harry, Colagusano, Mandy y yo, barriendo el cementerio con los ojos sin cesar. Después de un minuto volvió a mirar a Harry, y una cruel sonrisa torció su rostro de serpiente.

—Estás sobre los restos de mi difunto padre, Harry —dijo con un suave siseo, ignorándome a mi—. Era muggle y además idiota... como tu querida madre. Pero los dos han tenido su utilidad, ¿no? Tu madre murió para defenderte cuando eras niño... A mi padre lo maté yo, y ya ves lo útil que me ha sido después de muerto.

Destiny y El Torneo de Los Tres Magos [DEH#4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora