Nervios

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Al llegar al restaurante, los demás ya estaban en la mesa que habían reservado, incluido Alonso. Diana se sentó lo más alejada de él, sentía que el corazón le latía a mil por hora cada vez que lo veía, le sudaban las manos y las piernas le temblaban. Quería hablar con él, quería estar con él, pero le dan miedo que lo que había sucedido ayer sólo hubiera sido una ilusión.

Pidieron cada quien su platillo, el desayuno fue muy divertido. Los chicos hacían cualquier tontería y las chicas no se quedaban atrás para nada. Risas y risas reinaban en la mesa. Diana de vez en cuando veía a Alonso y cuando él se daba cuenta ella se sonrojaba. Y cuando ella lo descubría viéndola él no apartaba la mirada hasta que alguien los interrumpía. Así se pasó todo el desayuno hasta que Diana recibió una llamada.

-¿Hola?- contestó.

-Diana.

Ella se petrifico al escuchar su voz. Como pudo, se levantó de su asiento,  no le dijo nada a nadie y salió a contestar la llamada.

-¿Papá?- preguntó ella con tristeza en su voz.

-Sí, hija. Te llamaba porque quería saber si puedes venir antes por tus cosas, es que tu madre quiere hacer una remodelación y necesitamos el espacio vacío- dijo él con voz severa.

-Oh- Diana reprimió una lágrima que amenazaba con salir de su ojo-, sí, sí. Claro, paso por ellas mañana- fingió una voz muy natural y alegre.

-Bien, te dejamos la llave donde siempre.

-Está bien.

-Bueno, adiós.

-Adiós- dijo ella en un susurro.

Su padre colgó antes de que pudiera decir algo más.

Diana sintió un escalofrío que recorrió todo su cuerpo y dejó escapar un par de lágrimas. Se las limpio antes de que alguien pudiera verla.

Alguien le tocó el hombro y ella volteó algo sobresaltada. Lo vio y lo abrazó como si temiera que él también se fuera. Alonso le devolvió el abrazo, le acariciaba el cabello mientras Diana dejaba salir sus lágrimas, escondió su cabeza en el pecho de él y así se quedaron hasta que Diana se calmó un poco.

-¿Qué sucedió?- preguntó Alonso cuando ella ya se había separado de él, él repasaba su rostro quitándose algún rastro de sus lágrimas.

Diana lo miró con tristeza, se le volvieron a llegar los ojos de lágrimas. Él la atrajo hacia él de nuevo y la envolvió en sus brazos.

-¿Quieres irte?-.

Diana asintió con la cabeza, porque tenía un nudo gigante en la garganta.

-Espérame aquí, les diré a los chicos que te llevaré de vuelta al hotel- la miró esperando su respuesta.

Ella sólo asintió con la cabeza. Él salió corriendo a donde estaban los chicos mientras que Diana se limpiaba las lágrimas de los ojos y tomaba bocanadas de aire que llenaban sus pulmones, porque le hacía falta el aire.

Alonso llegó hasta donde estaban los chicos.

-Oigan, Diana no se siente muy bien así que la llevaré al hotel. Tengan, yo pago lo de los dos- dijo entregándole el dinero a Leila.

-¿Qué tiene?- preguntó Violetta preocupada.

-No lo sé- dijo encogiéndose de hombros - no me quiso decir-.

-Bueno, ve con ella. Cuídala bien, por favor- dijo Violetta.

-Claro.

Dicho eso salió corriendo por su auto, subió en él, lo arrancó y fue a buscar a Diana. Ella seguía donde la había dejado, ahora parecía más calmada, paró el auto enfrente de ella, se bajó a abrirle la puerta.

La música nos unió (Alonso Villalpando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora