Todo pasa por algo

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Diana estaba junto a sus amigas en el auto de Violetta rumbo al estudio de Emilio Villarreal.

Muchas niñas sólo quieren vivir un cuanto de hadas, pero ¿qué mejor manera de vivirlo que escribiéndolo tu misma? Eso es lo que estaba haciendo Diana, marcando su propio destino.

-¿Ya casi llegamos?-preguntó Pau, en su voz se notaba la desesperación.

-No, aún no. Sólo paramos porque esta en alto el semáforo-contestó Violetta.

-¿Cuánto falta?-pregunto Pau.

-Pau ¿has visto alguna vez la película de ese ogro?

-Si ¿por?

-¡Te pareces a Burro! Así que mantente callada el resto del camino-.

Las demás se rieron por el comentario de Violetta. Pau se quedó callada por unos minutos lo que fue muy agradable para Violetta mientras ella manejaba. El estudio de Emilio estaba algo retirado de donde vivía Violetta, el día anterior se habían puesto de acuerdo con que era mejor que Violetta manejará, ya que el auto de Pau estaba en el mantenimiento, mientras que el de Leila estaba en el taller por una falla en el motor, Aria y Diana no tenían auto así que ellas votaron porque Violetta se "ofreciera voluntariamente" para llevarlas.

-Llegamos- anunció Violetta.

Diana sintió que se le revolvía su estómago, los nervios se apoderaban de ella y no podía moverse, mientras Diana estaba espantada todas salieron del auto, Diana respiró profundo un par de veces, abrió la puerta. Las cinco se pararon justo en frente y contemplaron el lugar, un edificio grande con una fachada cubierta completamente de vidrio. Por fuera estaba un camino que llevaba a la entrada y a los lados estaba el pasto verde que cubría casi todo alrededor del edificio.

-¿Listas chicas?- Diana preguntándoles, al mismo tiempo de que se preguntaba a si misma sí estaba lista para enfrentar otro reto.

-¡Vamos con todo!-dijo Aria.

Las cinco chicas caminaron hacía la entrada, cada paso lo contó Diana, cada segundo se le hacía infinito, cada latido de su corazón que sentía a su pecho resonaba en su cabeza, las manos heladas que parecían un cubo de hielo, sentía que no podía respirar bien y que le faltaba el aire. Trató de tranquilizarse, contó sus respiraciones algo que no ayudó en nada, volteó a ver a las demás chicas y se veían muy confiadas y decididas a entrar por esa puerta para arrasar con todo, Diana intentó adoptar su misma postura y confianza, al fin y al cabo lo peor que pudiera pasar era que no grabarán una canción.

Al llegar a la puerta de vidrio, Leila abrió la puerta y dejó pasar a las demás, Aria fue la primera en llegar a la recepción.

-Hola, disculpa tenemos una cita con Emilio Villarreal-dijo muy segura.

En ese momento Diana admiraba a Aria por tanta seguridad que tenía, estaba segura de que si ella no hubiera estado ahí ni siquiera habría cruzado la puerta.

-¿Cuál es su nombre?-preguntó la señorita.

-Somos Violetta, Pau, Leila, Diana y Aria-.

-¡Ah! Si el señor las esta esperando, por favor siganme-.

La recepcionista se paró y las guió por el enorme edificio, daban vueltas a la derecha y luego a la izquierda, subieron las escaleras, caminaron por pasillos muy largos hasta llegar a una puerta que decía en un letrero en la parte superior "Villarreal".

-Adelante, por favor-.

La señorita abrió la puerta dejando ver la gran oficina del señor Villarreal, con una vista espectacular hacía el horizonte en donde se apreciaba la ciudad tan pequeña que hasta parecía una maqueta realizada por el mejor arquitecto del mundo. En la oficina se encontraba el escritorio con muchas cosas de oficina en el, nada fuera de lo normal, en las paredes había discos de oro, fotografías con algunos de los más famosos artistas en México y el mundo, la habitación estaba de color roja con negro, tenía unos sillones en un rincón y en otro había unas sillas que parecían un trompo. Era algo impresionante para ellas cinco.

-Adelante, pasen- dijo Emilio cuando las vio que ninguna de ellas se había aventurado a entrar.

Un poco temerosas, Leila y Pau fueron las primeras en entrar seguidas por Diana y Violetta y por fin Aria.

Emilio se había levantado de su silla y caminado un poco hacía ellas para recibirlas.

-Hola, señor Emilio, soy Diana - saludo, estiró la mano para darle un apretón de manos. Y así hicieron las demás.

-Por favor, tomen asiento- las cinco chicas caminaron hasta el sillón que estaba en la oficina. Emilio se sentó en un sillón individual enfrente de ellas -. Bien, quiero que sepan que me encantó el vídeo- dijo muy emocionado.

-Gracias, señor. Significa mucho -comentó Aria.

-No, llamenme Emilio.

-Okay, Emilio entonces- dijo Aria.

-Cuéntenme ¿qué es lo que buscan?- preguntó Emilio encargándose en el respaldo del sillón.

-Ah...Bueno buscamos algo interesante, algo distinto a lo que todos ven, algo con mucho ritmo que la puedan poner en cualquier lugar sea cual sea la situación- dijo Diana.

-Algo divertido y con mucho estilo- intervino Leila.

-Si, sobre todo queremos que sea pop- dijo Violetta.

-Piden algo muy difícil- Emilio se puso a pensar. Tardó un par de minutos pensando, a Diana le parecieron unos minutos muy largos, como si el tiempo nunca avanzara.

-Sí, lo tengo- se paró rápido de su asiento y buscó algo en su escritorio, trajo con él unas hojas y un disco -, esta canción estaba pensada para Ha-Ash, de hecho grabaron la canción, pero al final decidieron dejarla fuera de su nuevo disco. Aquí está la letra y esta es la canción- le entregó las hojas a Diana y puso el disco en una grabadora que tenía cerca de él.

Todas escuchaban la canción muy atentas, tenía un buen ritmo, era muy alegre, aunque hablaba de un rompimiento no lo hacía ver tan deprimente. A Diana le fascinó esa canción, era una lástima que Ha-Ash no quisieran haberla puesto en su nuevo disco.

-Me encanta- dijo Pau cuando terminó la canción.

-A mi también- dijo Aria.

-Es todo lo que buscábamos- dijo Diana.

-Sí, si- dijo Violetta muy emocionada.

La música nos unió (Alonso Villalpando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora