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Salí de mis pensamientos cuando él puso música, la canción que estaba sonando era bendita tu luz de Maná.

En ocasiones lo miraba y él me estaba mirando, ese revoloteo en mi estómago se hacía presente cada vez que se encontraban nuestras miradas, pero yo volteaba porque no me permitía a mí misma pensar que podía pasar algo entre nosotros. No era posible, bueno, no debía ser posible.

Llegamos a lo que conocí como un museo, ¿En serio me hizo vestirme así para venir a un museo? ¿Qué pasa por la cabeza de este hombre?

-Tranquila, no entraremos al museo a ver las pinturas – solté un suspiro cuando dijo aquello – vamos al cuarto de las pinturas, vamos a dibujar y a pintar, claro está que lo que pintes es porque lo quieres pintar, yo no te daré ni una pista de nada.

-¿Qué pintarás tú? – pregunté curiosa.

-Reservas del sumando – dijo sonriendo pícaramente y le torcí los ojos.

Cuando llegamos al lugar, una chica muy simpática nos atendió, nos explicó todo del lugar, los cuadros que pudiésemos pintar si queríamos y también nos dijo que al lado de nuestro tablero había papel y lápiz por si queríamos primero dibujar ahí nuestra inspiración.

Brooks se sentó lejos de mí y no entendí la razón, pero en medio de nosotros había una chica muy linda, era de cabello negro, tenía un cuerpo hermoso, vestido rojo un poco ceñido al cuerpo y estaba sola, en un momento volteé a mirarlo y la chica estaba mirándolo a él, parecía no percatarse de aquello, pero en un momento volteó a mirarme y se encontró con la mirada de la chica, medio le sonrió y luego sus ojos llegaron hasta mí. Lo miré y me sonrió hermosamente, esas estúpidas mariposas habían aparecido de nuevo en mi estómago, no sé qué me pasaba.

Con Mariano no me pasaba eso de mariposas, solo me sentía a gusto a su lado y protegida, con el enmascarado sentía era como esa atracción por lo prohibido, esa curiosidad de saber qué se esconde debajo de esa mascara y claro, tiene un cuerpo que te hace botar las babas si te descuidas.

No sabía que pintar y divagué como cinco minutos por esa razón, pero en un momento recordé que cargaba en mi cartera una foto de Mariano con Brooks, la saqué, intenté dibujarla en el lápiz y para no ser pintora, creo que me quedó bien, así que empecé suavemente a trazar en aquel papel cada pequeño detalle de sus rostros.

Mariano tenía perfil del típico chico malo, su nariz alargada, sus labios gruesos, tenía entradas a cada lado de su frente, su cabello permanecía bajito y tenía un buzo negro.

Creo que demoré dibujando a Mariano aproximadamente media hora. Cuando terminé le eché un último vistazo y a mi parecer estaba listo.

Al terminar de dibujar a Mariano, levanté mi rostro y divisé a la chica mirando a Brooks, y luego movía su mano.

No puedo creer que ella lo esté dibujando, que atrevida.

Me paré de mi lugar con una disculpa de ir al baño y pasé mis ojos una milésima de segundo por el dibujo de la chica, y sí efectivamente estaba dibujando a Brooks.

Regalada esta...

Fui al baño y me miré al espejo.

¿Pero qué me está pasando? ¿Qué me importa si ella lo dibuja o la misma Paris Hilton? Eso no debe importarme, él y yo no somos nada.

Salí del baño y me dirigí muy seria a mi puesto, Brooks estaba muy concentrado en su dibujo y la... tipa esa no dejaba de mirarlo.

Me senté en mi lugar y Brooks me sonrió, de repente lo vi chocar la mirada que la niñata esa y volteó la cara como si nada, bueno al menos él era fiel a lo que sentía por mí, muy bien Brooks, muy bien.

Vida ClandestinaWhere stories live. Discover now