La llevé a una montaña que no conocía, estaba faltando a mi amistad con Mariano, ya que a esta montaña veníamos cuando alguno de los dos tenía algún problema, pero creo que desde el cielo él me permitía esto, ya que todo era por conquistar el corazón de su amada princesa.
Saqué una manta con la que siempre andaba en la camioneta, ella y mi caja de primeros auxilios eran mi fiel compañía.
Sacudí un poco la manta y le hice señas para que se acostara boca arriba conmigo en ella, sonrió mientras se dirigía a su destino y por el frio que le causaba el viento, se quitó la chaqueta de cuero y se la montó encima tapándose.
Metí mi mano debajo de su hombro y la atraje hacia mí, la observé un poco de cerca y plasmé un beso en su hermosamente castaña cabellera.
-Sabes, tengo algo que decirte – dijo ella y mi corazón automáticamente se aceleró.
-Dime – contesté tratando de parecer tranquilo pero sintiendo mi corazón palpitar a mil por milésima.
-Eres muy miedoso para las carreras, ¿Cómo es que vienes a este tipo de cosas? – se quedó mirándome seria y mi reacción fue soltar una sonora carcajada por sus palabras.
-Esperé que me dijeras de todo, menos eso, incluso pensé que me dirías que me quitara el pasamontañas – sonreí y sonrió ella de vuelta.
-No, creo que así estamos perfectos, esto le da un poco de magia a lo nuestro y la verdad, me parece interesante verte con esa "máscara" – dijo y luego se volteó boca abajo logrando que nuestros rostros quedaran a centímetros.
-¿No estás preparada para mostrarte tal y como eres? – le afirmé mi teoría.
-Bueno, pues, de hecho esto que vivo en las noches, es algo así como mi vida clandestina, no creas que duermo durante todo el día y me levanto solo para venir a correr – dijo mientras simulaba quitarme algo del labio. Mientras hablaba, no dejaba demorarlo y eso me tenía nervioso.
Sé que a veces parezco cursi y todo el cuento para ser hombre, pero pensé que la primera vez que la besara, seria yo, Brooks y no un enmascarado clandestino y mentiroso.
-Entiendo – dije – mi vida también es más que esto, de hecho es mucho más que esto. Te confieso que el primer día, vine por hacer un favor, pero seguí viniendo porque te conocí.
-Para mí empezaron a ser más atrayentes mis escapadas en las noches desde que te conocí. Vivo con dos amigas y no saben que hago esto, de hecho, nadie sabe qué hago esto, ni siquiera los chicos con los que me la paso aquí, saben quién soy yo de día.
-¿No te da miedo que todo esto se caiga y termines destrozada? – Le volteé la cara para que me mirara ya que con sus anteriores palabras había volteado su rostro a otro lado.
-Sí, claro que me da miedo que eso pase, por eso trato de no hacer movimientos en falso y dar pasos seguros. – sonrió con un poco de tristeza. – me gusta mi vida tal y como está, creo que me gusta como la estoy viviendo y hace poco le faltaba un poco de picante, pero llegó cuando te conocí.
Dicho esto, levantó un poco el pasamontañas y me besó, pero su beso no fue ansioso, fue más bien lento, con sentimientos que no sabía que ya tan rápido había tenido por mí, para mí el beso fue doloroso de mi nariz hacia arriba era un enmascarado. Había soñado con este beso, yo amo a esta mujer, pero aunque su beso no me llenaba como lo hacía en mis sueños, me dejé llevar y acaricié su cabellera.
Ella, al ver que por fin le correspondía, acarició mi pecho y posicionó medio cuerpo encima de mí , comenzó a besar mi cuello lentamente, mis manos automáticamente se fueron una a su espalda y otra a su cadera, la acaricié como lo había soñado siempre, transmitiéndole en ese beso y en esas caricias todo lo que callé por tantos años.
Mis manos no solo la tocaban, mis manos le decían por media de cada caricia cuanto la amaba, y más que palabras que saliesen de mi bica, más que halagos para tener el acceso a tocar su cuerpo, la hice mía con mis caricias, con la forma delicada en la que besé su cuello, sus mejillas, sus ojos.
Bajé un poco y besé su cuello, en un momento sentí como ella tomaba el dobladillo de mi camisa y la subía para luego sacarla por encima de mi cabeza, reaccioné a lo que ella estaba haciendo y la miré; Ella me miró y en sus ojos vi algo que jamás había visto, ¿Ella estaba sintiendo amor por mí?
Me dejé llevar por sus caricias, le tenía tanto respeto que no fui capaz de quitarle sus prendas y ella misma lo hizo, cuando quedó en ropa íntima me posesioné sobre ella y la admiré por un momento.
Me tomé mi tiempo para contemplarla. Tantos años deseando ese cuerpo, tantos años amando con locura esos labios que destilaban dulzura y alegría y ahora, ella se estaba entregando a mí, pero, ¿Por qué se estaba entregando a mí? Podía ver en ella un deseo de dejar de guardarse, de dejar a Mariano atrás para siempre.
No nos habíamos visto más de cinco veces y ella se estaba entregando a mí. Este pensamiento empezó a rondarme la cabeza y casi me hace perder el control de todo.
Miles de preguntas invadieron mi mente, jamás pensaría malo de ella, jamás la tomaría por fácil o regalada.
Creo que Nhalinie hoy me está dando acceso a su vida de una manera seria y como el caballero que soy, la tomaré, pero no para burlarme de ella, la tomaré para amarla más y más cada vez.
Empecé a depositar besos en sus brazos, primero en el izquierdo, luego me deslicé por sus hombros y parte de su pecho hasta el derecho, luego bajé a sus senos y en medio de ellos dejé plasmados cientos y cientos de besos cargados de amor, de deseo, de pasión la cual ella despertaba en mí.
Besé su cintura y hasta llegar a sus pies. Cuando terminé, la volteé de espalda y subí lentamente, hice una línea de besos en toda su columna vertebral logrando que se encorvara y esto provocó que yo perdiera completamente el control.
La puse de nuevo boca arriba y la tomé, como siempre quise hacerla mía, con amor, con pasión, con dulzura, con todo lo que yo era.
Por primera vez me entregaba completo a una mujer y le agradecía a Dios que aunque mi mamá no estuviese conmigo, me enseñó cómo se debía tratar a una mujer, hasta en este ámbito.
_____ * ___
Estaba acostado sobre la manta y Nhalinie encima de mí, ambos estábamos en silencio, su cabeza me llegaba al pecho y yo acariciaba con mi mano su cabello.
-Quiero tu número de teléfono – dijo, pero no lo dijo de una manera autoritaria, sino más bien dulce.
Las neuronas que habían quedado vivas después de ese momento chocaron entre sí al recordar que ella ya tenía mi número y si se lo daba seria hombre muerto.
-Y.. yo – tartamudeé – no tengo teléfono, pero por ti compraré uno mañana. Ahorita que estemos en mi auto anoto el tuyo y mañana mismo tendrás un acosador personal enviándote mensajes cada hora. – ella soltó una carcajada y empezó a trazar círculos en mi brazo.
-Bueno, recuerda que yo ando en mi moto – dijo ella y yo golpeé mi frente al recordarlo.
-Bueno, déjame disfrutarte un rato más y luego te acompaño a casa – quise ponerla en jaque pero ella es más lista que eso.
-Con que salgas conmigo de las pistas de carreras, me sentiré afortunada, - dijo ella saliéndose del asunto y yo asentí.
Pasamos un rato más ahí entre caricias y chistes de los cuales nos reíamos como dos niños y cuando vimos conveniente, hicimos lo acordado y cada quien se dirigió a su casa.
Esta había sido la mejor noche de toda mi vida.
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Vida Clandestina
RandomDe día es la mejor de las psicólogas, te atiende, te da consejos y escucha con atención cada uno de tus problemas, pero de noche, su vida es completamente diferente, nadie la conoce por su nombre real, nadie sabe que es psicóloga, ella es... Nani e...