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BROOKS

Sentí un hormigueo en el pecho y abrí los ojos de repente, sentí los pequeños dedos de Nhalinie en el borde de mi pasamontañas y mirándome fijamente.

Quería quitarme la máscara...

Nhalinie quería quitarme la máscara y si no despierto en ese instante, descubre mi identidad. 

Gracias le doy al cielo por haberme despertado...

El corazón me empezó a latir a mil y la cabeza comenzó a dolerme, mis manos empezaron a temblar y mi estómago se había hecho un nudo.

Dios mío, ¿En qué me he metido?

Como ya había practicado en casa como poner esa voz ronquita cuando hablaba con ella, le sonreí un poco.

-Acepto que me la quites si tú te la quitas también – le dije y me incorporé con ella encima de mí. Fue fácil porque su pierna derecha estaba en el suelo del auto y la otra simplemente la recogió.

-Lo... lo siento – tartamudeó - no quise ser atrevida, mi vida, lo siento. – le sonreí para tranquilizarla y la abracé. – prométeme que cuando quieras que te muestre mi identidad, tú estarás preparada para mostrarme la tuya.

-Sí, lo prometo – dijo metiendo la cabeza entre mi cuello y mi hombro.

La abracé para tranquilizarla, le sentí el corazón a mil, sé que ella también estaba nerviosa por saber quién yo era, pero Dios mío, de esa manera hubiese sido bastante cruel haberla perdido.

Tendré que tener más cuidado cuando me quede dormido a su lado...

Me separé un poco de ella para luego acariciarla, con mi pulgar trazaba sus finos rasgos y ella cerraba los ojos recibiendo mi caricia.

Lo que sentía con Nhalinie se salía de todo pronóstico, sus labios eran extremadamente dulces y la forma en la que me besaba me hacía sentir u amor.

Ella levantó su delicada mano y empezó a acariciar el lóbulo de mi oreja, cerré los ojos ante su contacto y ella soltó una risita dulce.

-Me gustas mucho – le dije mirándola fija e intensamente.

-No tanto como tú a mí – la miré dudoso. Ella sonrió.

-Definitivamente no sabes lo que me provocas. No sabes lo que causas en mi cuerpo con solo tenerte cerca – empecé a trazar círculos en su brazo derecho con mi mano izquierda-

-Y tú no sabes lo que causas en mi estómago cada que te veo. Siento miles y miles de mariposas revolotear con tan solo tu mirada – suspiré.

-Ño quiero irme – le dije en tono meloso y la apreté en la cintura atrayéndola más hacia mí.

-Ño ños vayamos – respondió ella en el mismo tono y subió sus manos para entrelazarlas detrás de mi cuello.

-Quedemoños a vivir aquí pala siemple – la miré con ojitos de perrito consentido y ella soltó una carcajada y me abrazó.

-¿Pelo de qué mamos a vivil? – me la quedé mirando con una sonrisa en el rostro y le hice caricias con mi nariz – cualquiera que nos escuche hablando de esta manera se vomitaría frente a nosotros.- ella se rió sonoramente y se lanzó un poco hacia atrás.

-Es hora de ir a casa – le dije y la miré con un poco de pesar.

-Es hora – afirmó ella y en el tono de su voz pude notar que me lo había dicho triste.

Hicimos uso cada uno de nuestros vehículos y la acompañé hasta el mismo lugar de siempre y me fui a mi departamento.

Casi te das cuenta de la verdad, Nhalinie, casi.

Vida ClandestinaWhere stories live. Discover now