Camino Vidrioso

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La vida es un camino por recorrer. Te caes y te vuelves a levantar. Te tropiezas y te enderezas. Te equivocas de camino, te pierdes pero vuelves a encontrar el norte. Así debe ser. Suena tan sencillo, pero que duro y agotador es. Cuanto sudor y lágrimas dejamos en el camino es una cifra que no podemos saber. El nivel de dolor y agotamiento que aveces sentimos es inmenso. No todos tenemos el mismo camino. Algunos lo ven lleno de luz, otros solo ven pura oscuridad. Algunos lo ven normal, otros no tanto. Para unos es fácil para otros más difícil. Pero yo, yo veo mi camino vidrioso. Lleno de pedazos de cristal en el suelo que cada vez que piso me lastima mis pies descalzos. Se me clava en la piel y sangro. Mientras mas avanzo, más pisadas doy, más vidrios me hieren y el dolor que siento es mayor. Se que soy fuerte, se que puedo con esto, se que puedo llegar al otro lado, pero cada pisada me lastima y me hace sangrar más. Intento ignorar el dolor, hacer como que no siento nada, pero es imposible. Me convierto en una bomba. Cada vidrio que se me clava en la piel se acumula con otro y con otro y con otro hasta que llega el momento en el que no puedo más. En el que no puedo soportar tanto dolor. En el que necesito gritar y explotar porque es demasiada la pólvora que llevo dentro y el dolor es solo la llama que la enciende. Solo quiero estallar y destruir todo a mi paso como una misma bomba atómica. Confieso que odio eso. Odio cuando me agarra la depre, odio llorar, odio sentirme así porque me siento débil, simplemente no soy yo. Se que llorar y estar mal no es sinónimo de debilidad, se que hay momentos en los que debemos sacarlo todo pero eso no debe ser todo el tiempo. Antes era una mujer fuerte, segura que no dejaba que nada ni nadie la afectara. Pero ahora, luego de todos mis pasos ensangrentados, esa fuerza se ha ido debilitando. Algunas personas se vuelven frías y sin sentimientos solo porque no quieren que los vuelvan a lastimar, simplemente no quieren volver a sentir dolor. No los culpo, los comprendo, de hecho, yo lo he intentado, pero simplemente no puedo. Soy una persona con tanto para dar, que le gusta ayudar a los demás, me gusta ser esa fortaleza que necesitan cuando ya no pueden más por mas rota que me sienta. Solo puedo darles puras flores a las personas para que su jardín tenga algo de vida y color por más opaco y muerto que se encuentre. Simplemente no es mi naturaleza y no puedo convertirme en alguien que no soy. Tal vez un incendio puede consumir todo un bosque y reducirlo a cenizas, pero la madre naturaleza saca fuerzas sobrenaturales y sana poco a poco hasta que vuelve a renacer y volverse más hermosa que nunca. Como dice Augustus Waters el demanda sentirse así que no podemos luchar contra el. Además la vida no puede ser perfecta ni feliz todo el tiempo. Solo sería aburrida y monótona. Hay momentos en los que hay que fajarse, que luchar y probarnos a nosotros mismos hasta donde somos capaces de llegar. Solo intento ser la misma de antes, fuerte, segura y decidida. La persona que me he vuelto, no soy yo. Es una lucha constante, como si estuviera siendo halada por arena movediza que mientras más lucho, más me hundo. Pero tampoco me puedo quedar de brazos cruzados, tampoco me dejaré morir así. Seguiré caminando aunque ya no pueda más, aunque ya no sienta mis piernas, gatearé entonces. Pero no me daré por vencida, llegaré hasta donde tenga que llegar aunque este camino vidrioso poco a poco me vaya lastimando más. Solo muerta me detendré. Se que más que dolor físico es batalla mental. No me dejaré vencer ni consumir por ella y continuaré. Llegaré a la meta y gritare victoria. Porque una victoria sin esfuerzo, sin desgaste, sin dolor, sin agonías, ¿realmente es una victoria?

Desahogos InternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora