Capitán

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Sufrimiento tras sufrimiento, decepción tras decepción, reemplazo, tortura, soledad, inconrrespondida. Palabras que describen mi vida. Sentimientos que provocaron el vacio en mi. Que procovocaron que ya no me importaba ni me preocupaba nada. Simplemente estaba cansada del mismo doloroso final. Y cuando nos cansamos de algo, simplemente lo dejamos en el olvido. Eso hise yo, dejé todo atrás, sin preocupaciones ni ilusiones. Simplemente dejando que todo fluyera. Solté el timón de mi barco y dejaria que la misma corriente me llevara a mi destino.

Mientras meditaba y disfrutaba del viaje sin esfuerzo, barada en medio de la nada, siento como una ráfaga de viento comienza a mover mi embarcación. Siento miedo. Anteriormente las ráfagas de viento solo azotaban mi barco, provocaban fuertes tormentas y tempestades haciendo que la marea subiera, que el agua entrara. Me hacia sentir como poco a poco me iba hundiendo y me iba ahogando. Pero esta vez era diferente. El agua no entraba, no me hundia, no me ahogaba. Esta vez el viento trajo consigo a una persona de la nada, que no conocia y que no esperaba. Me hacia compañia, me mantuve alejada de él al principio pero poco a poco nos fuimos uniendo. Nunca tuve a nadie que me hiciera compañia, que me refrescara de risas en el caluroso dia, que me sirviera de abrigo en las noches, de consuelo en los momentos de debilidad y temor. Ya no estaba sola, en vez de caer por la borda, subia a las velas y me deleitaba de la hermosa vista y la frescura del hermoso mar. En vez de ahogarme, flotaba. Sentia esperanza y felicidad en vez de miedo y decepción. ¿Que estaba pasando? Siempre terminaba hundiendome en el profundo mar quedandome casi sin respirar, pero desde que esta persona llegó, parece como si el mismo mar y el viento se pusieran de acuerdo para mantenerme a flote. Al principio le temo a este nuevo suceso, pues era algo que jamás me habia pasado. Era como cuando una persona le apuntan con un arma en la cabeza y espera ese momento en que aprieten el gatillo, pero nunca lo hacen. Asi me sentia. Por más fuerte que fuera la tempestad, mi barco seguia en marcha. Al fin comprendí que el viento, ese que tanto me hiso sufrir, al que tanto huia, fue quien trajo al capitán de mi barco.

Tu eres esa ráfaga que llegó de la nada. Ese ser que aparecio sin previo aviso en mi embarcación. En vez de lastimarme, robar mi barco, tirarme por la borda y terminar ahogandome, me mantenias en curso. Eres ese que me ayuda a sostener el timón, a levantar mis velas, subir el ancla y navegar.  Puede que sea la dueña de este barco, puede que yo dirija el curso, pero tu me mantienes a flote. Más que mi ayudante, más que mi compañia, eres y te considero mi capitán.

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