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Ella tenía muchos sentimientos
por repartir. Él los necesitaba
para ser feliz. ¿Y por qué no?
El mismo camino decidieron elegir.
Porque ella se convirtió en
su gran perdición. En una
...
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De buena mañana, _______ pudo ver cómo los entrevistadores acosaban a Izuku. Suspiró con cansancio. A ella también le habían hecho alguna que otra pregunta. Estúpidas, cabía decir. Aizawa los echó, pero parecía que ellos no querían irse.
Una chica pasó la puerta y muros se alzaron por todo el recinto. _______ se dio un golpe en la frente con la mano mentalmente.
—Bakugou, eres talentoso, así que no actúes como un niño —le reprendió Aizawa después de felicitarlos y entrar en clase.
—Lo sé —contestó, desviando la mirada.
«No lo sabe», pensó _______ rodando los ojos.
—Ahora, empecemos esto. Lamento decirlo tarde, pero hoy, ustedes... —empezó, dejando el suspense al aire. Se hizo un silencio sepulcral. Se esperaban otra prueba como la de iniciación y nadie quería eso—, decidirán el presidente de la clase.
Las caras de alivio en la clase A eran notables con solo mirarlas.
Pues la selección empezó.
Izuku obtuvo tres votos. Debajo de él estaban _______ y Momo. Ella miró a Uraraka que, después de que Deku se levantara —totalmente sorprendido— y de que Kacchan preguntara quién le había votado, Uraraka parecía estar fingiendo. Y muy mal. _______ sonrió.
Iida no obtuvo ningún voto.
A ella le extrañaba haber sido seleccionada, pues no llevaban tanto tiempo como para conocerse y saber las capacidades de cada uno. Aún así, ella estaba contenta. La Clase A estaba llena de personas agradables, y eso era lo que _______ necesitaba.
—Entonces, el Presidente de la clase es Midoriya, y la Vicepresidenta... —paró en seco—. Veo que tenemos un empate.
—¡¿Un empate?! —exclamaron todos.
—Con Yaoyorozu y _______. Resuelvan ese asunto.
________ miró a Momo, que también estaba confusa. Ella sonrió y Yaomomo hizo el intento de hacer lo mismo.
—Puedes quedarte con el puesto —ofreció _______—. No me importa.
—Pero tú también has querido ser la Presidenta. También te mereces ser la Vicepresidenta —repuso.
—Insisto.
—¿Estás segura?
—Claro, al cien por cien —reiteró. Sus labios se curvaron hacia arriba—. Además, tú eres una de las mejores para esto.
