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Ella tenía muchos sentimientos
por repartir. Él los necesitaba
para ser feliz. ¿Y por qué no?
El mismo camino decidieron elegir.
Porque ella se convirtió en
su gran perdición. En una
...
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.
¡Todoroki!
.
Reincorporada, se llevó la mano a la frente, cerrando los ojos. Eso habían sido recuerdos, ¿o sueños? Fueran lo que fueran, no le gustaron, pues fueron reales. Al estar con la cabeza gacha, se dio cuenta de que se sentía muy fresca. Miró su abdomen, que estaba al descubierto, y que sólo se tapaba la parte de arriba con un top de cintas blanco.
Recovery Girl apareció.
—He tenido que ponerte eso por culpa de las quemaduras que tenías —aclaró.
—Gracias —musitó mientras tocaba de pies al suelo.
—No pensé que despertarías tan pronto.
—Ni yo —murmuró. Un gran estruendo removió la estancia—. ¿Quién está combatiendo?
—Todoroki y Bakugou.
______ se alarmó.
Y, sin pensarlo, salió disparada hacia la salida. Escuchó como la mujer la llamaba, le exigía que volviera, pero ella no le hizo caso y siguió corriendo hasta llegar a las gradas. Como la primera vez, la luz cegadora impactó contra sus ojos, obligando a la muchacha a entrecerrarlos. Cuando se adaptó, se estrelló contra alguien.
—¡Kirishima-kun! —exclamó ella con sorpresa.
—¡______...! —él dejó su nombre a medias al verla. Tenía el pelo levemente revuelto y sólo llevaba un top de deporte de cintas. Tragó saliva y se ruborizó.
La chica lo notó y se removió incómoda en su lugar. Por suerte, llegó Kaminari para arreglar la situación. O empeorarla.
—¡______...! —a él también le sucedió lo mismo que al pelirrojo—. Te ves... —balbuceó—. Eh...
Y también apareció Mineta.
—¡Te ves genial! —finalizó.
Kirishima reaccionó y pasó su brazo por el hombro de ella, alejándola de los dos pervertidos que la miraban sin ningún disimulo. Aunque él mentiría si dijera que no estaba nervioso al verla de esa manera.
—Perdona a mis amigos —logró pronunciar—, no son muy varoniles.
______ soltó una risa nerviosa y se dirigió a las gradas, junto a los demás, que la observaron con la boca abierta al verla allí, viva y coleando.
—¡______-chan! —exclamó Uraraka. Se abalanzó sobre ella para abrazarla con fuerza.
—Uraraka-chan... Duele —hizo una mueca y su amiga se separó al instante—. Gracias —respiró con normalidad.
—¡Pensábamos que tardarías días en recuperar la consciencia! —advirtió Iida.
