Capítulo 12: Tomodachi

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La vista era un regalo. Las grandes planicies verdes, la brisa: moviendo las agraciadas plantas de una forma melodiosa, bajo el brillo lunar, no tenían precio. Las pocas luces que se apagaban de poco en poco y ya solo la noche era alumbrada por la luna y los faroles.

Yûki descendió en la azotea de su edificio y bajo por las ruidosas escaleras de metal que creaban un retumbar por todas estas a cada paso de la castaña.

La perilla giro lentamente, prácticamente muda. Yûki se adentro en la oscuridad del apartamento y se dejo caer sobre el sofá blanco. De la nada las luces se encendieron, y con esta 4 cuerpos saltaron a la vista de ella, la cual estaba muy cansada como para ponerle atención a los ki del alrededor provocando una impresión que le hizo enderesarse en un instante.

-¡SORPRESA!-gritaron al unísono.

Yûki, al ver los rostros de tan conocidas personas, se relajó y dejo que su cuerpo cayera libremente devuelta a la superficie blanquecina de la tela.

-Hola-dijo sin más que moviendo su brazo para que la parte posterior del codo le cubriera los ojos.

-Ahh, Yû-chan, ¿por qué no te espantas con nada?- preguntó Yui.

-Nisiquiera finjes estarlo-reprochó Sakura.

-Lo siento chicas estoy cansada-se endereso Yûki.

-Y nosotras que teníamos planeado el día.

-Es de noche-corrigió Caro.

-Bueno sí, pero... De todas formas. ¿Quieres tu pastel o no?-dijo Midori.

-Sabes que no me gusta festejar mi cumpleaños.

-Anda Yûki, dejanos disfrutar un poco de la noche-dijo Yui encimandose en ella.

-Está bien-suspiro Yûki después de mirar los ojos de perrito suplicantes de su amiga.

-Perfecto-alegró Midori.

Después de ello la chicas se pararon y se dirijieron a la cocina. Ahí prácticamente obligaron a la castaña a soplar una pequeña vela sobre un pastel de chocolate, aunque la chica les hubiera dicho que no le gustaba desear a lo tonto.

Entre carcajadas y charlas bobas comieron cada quién su trozo. Se sentaron en la alfombra de la sala y con una botella de vidrio perteneciente a una limonada que hasta hace unos minutos se encontraba en su interior, empezaron a jugar verdad o reto. Y aunque Yûki siempre pedía reto para evadir preguntas incómodas la retaban a contestarlas.

Así paso alrededor de dos horas hasta que Caro tuvo que teletransportarse a su casa en Kioto. Después Midori y Sakura cargaron a Yûki a su habitación con los ojos vendados, esto con la finalidad de qué no descubriera su sorpresa con tierra-control. Ya en la habitación la sentaron en la cama en dirección al vitral.

-Ya puedes destaparte los ojos- dijo la voz de Sakura detrás de ésta.

-Sorpresa-dijo Yui cuando la mirada cansada de la castaña llego hasta una katana recargada en el marco de la ventana.

Yûki se levantó y camino hacia el arma. Sorprendida debido a que no encontraba una explicación por lo menos lógica de como sus amigas habían recuperado su primer arma. Esa katana la uso durante toda su estancia en el templo.

-¿Co-Como es qué la recuperaron?- dijo sacando la katana de su funda.

-Mejor no preguntes-dijo Midori cruzandose de brazos.

-Ahora me dicen-dijo Yûki sin apartar la vista de los grabados en la hoja.

-De echo es una historia muy larga-dijo Yui llevandose la mano a la nuca.

-A ver- dijo Yûki-Déjenme adivinar entonces- se quedo pensando un momento-Desde que me fui en la mañana estuvieron planeando esto. Así que después de comprar la comida, fueron al templo y anduvieron usmenado ahí hasta encontrarla. Pero como ustedes no pueden buscar algo sin hacer un desastre monumental, terminaron desacomodando todo el lugar y con ello significa que tuvieron que activar alguna de las trampas del lugar y le pidieron ayuda a Caro para reinstalarlas. ¿O me equivocó?

-De hecho no-río Sakura-Si que nos conoces bien-Yûki les dirigió una sonrisa antes de que salieran.

Yûki tomó sus audífonos y se sentó en la silla de su escritorio. Miro por el vitral y se dejo sumergir en la vista de las luces de la metropolis. La noche estaba calmada.

Pero la vista de Yûki logró divisar algo extraño. Rapidamente se quitó los audífonos y busco en su cajones un par de vinoculares de alta potencia. Vio atraves de ellos logrando divisar una extraña figura en uno de los tejados de los edificios más altos.
Una bufanda roja se ondeaba a la distancia, atada al cuello de esa sombra, se dejo caer por la falta de viento. Yûki desde donde estaba sintió la presencia sombría de esa personalidad. La cual saltó de las alturas desaparenciendo de la vista de la castaña. Esta permaneció por poco tiempo después con la mirada por los vinoculares al quitarlos de enfrente de sus ojos un deje de preocupación se asomó por su mirar.

La Leyenda de Yûki San [#PlusUltra19]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora