Capítulo 54: Pruebas rojas

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El alba coloreó las nubes en todo el horizonte mientras que la penumbra desaparecía hacia el oeste, dejando a su paso un estallido de rosados y naranjas. La cálida luz encontró paso por entre las gruesas persianas hacia el interior de la habitación, impregnándose contra la pintura del río que colgaba a un lado de esta. Un rayo impacto sobre la cara de Yûki, obligándola a salir del sueño. Sus parpados temblaron ante la luz, antes de entre abrirse, girando su cabeza hacia el techo.

Se llevó la mano a la cara y se frotó los ojos con el dorso cuando sintió un peso sobre su parte izquierda. Volvió a girar su cabeza, esta vez a contra luz, para encontrarse con la verde cabellera que la noche anterior se había presentado con insomnio a un lado de su puerta. Estaba recostado sobre su brazo, aun abrazándola. El subconsciente humano era algo muy complicado de entender; en su caso, su efecto adverso se aliviaba al estar cerca de alguien de confianza.

Volteó a la repisa sobre el escritorio del otro lado del cuarto. Las cinco en punto de la madrugada. Había veces en las que maldecía la latitud en la que le había tocado vivir. A comparación con otros países, el sol atormentaba a Japón a horas que otro seguían en la fase REM del sueño. Era una causa-efecto, al tener un amanecer mucho más precoz, el ocaso llenaba las calles media hora pasadas las seis de la tarde.

Aún era muy temprano, por lo menos para los estudiantes. Frotó rudamente el tabique de su nariz en busca de despejar el sueño que amenazaba sus parpados. Se reclinó sobre su codo izquierdo, sacó lentamente su brazo por debajo del relajado cuerpo de Midoriya como acto seguido, procurando el no realizar el menor movimiento posible. Al lograrlo, salió de la cama y se dirigió al baño, a lavarse la cara y vestirse con ayuda de su reloj.

Ya vestida con ropa deportiva, hecha con un material especial lo suficientemente fuerte para no rasgarse o dañarse ante los movimientos bruscos, retiró la cobija de encima del chico. Apoyando una rodilla sobre el colchón para acercarse más y poder cargarlo en brazos. Lo llevó hasta su propia habitación, donde lo dejó y lo arropó. Se decidió a salir de los dormitorios antes de que alguien se despertara. Bajó hasta el área común, pasando frente a la cocina, donde la detuvieron.

– ¿Entonces...? –Bakugo lanzó la pregunta al aire, estando recargado contra una encimera, logrando detener a Yûki.

– ¿Entonces qué? –regresó con una sonrisa burlona por la ambigüedad de la expresión.

– ¿Ya te decidiste? –cuestionó serio, mas su rostro estaba más relajado que de costumbre.

–Sinceramente, no. Y no quisiera pensar en eso por el momento –contestó entrando al cuarto, imitando la postura del otro, paralelamente –. Suficientes problemas tengo como para querer más. Créeme.

– ¿De verdad lo consideras un problema? –inquirió con el ceño levemente fruncido –. ¿En serio?

– ¿Un problema con el que me tengo que sentar en un lugar monótono por horas para encontrar la respuesta? Sí –asintió desviando la mirada al cerrar los parpados –. No es una respuesta que se pueda decir a la ligera como lo esperas. O por lo menos, no para mí.

–Como sea –chasqueó la lengua, cruzando los brazos –. Tampoco creo que la respuesta sea tan sencilla. Pero la pregunta se te hizo hace más de una semana.

–Lo sé. Y... lo pensare, en cuanto atienda otra investigación –se giró hacia la salida –. Si no hay nada más, me tengo que ir.

–De hecho, si hay otra cosa que debo preguntarte –Yûki se detuvo al momento en que el chico se alejaba del mueble y se le acercaba –. ¿Qué diablos ha estado haciendo el imbécil de Deku en tu cuarto estas últimas noches?

–Nada de lo que debas preocuparte. Es más un problema psicológico, dudo que quieras ayudar –se giró para verle directamente a los ojos, el hecho de que sus alturas fueran cercanas hacia que cualquiera de ambos fuera el dominante –. Además, pensaba que no querías saber nada acerca de las prácticas profesionales, ¿no es así?

La Leyenda de Yûki San [#PlusUltra19]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora