Capítulo 70: Moralidad

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Las oscuras nubes se arremolinaban en la altura de la troposfera, el oleaje del mar se volvió tempestuoso, la lluvia golpeaba fuertemente contra la gran plataforma de concreto situada a metros del nivel del mar, las gruesas vigas de metal, o algunos contenedores y barriles esparcidos por todo el lugar, sin mucha importancia. La tormenta había llegado de la nada, y no tardaría mucho para que la tempestad avivara. Un rayo se reflejó sobre el forro de las nubes, el trueno resonó sobre la base secreta de la mafia; habían sacado más guardias a terreno abierto cuando advirtieron el daño estructural en una de las bases por medio de una computadora. Nadie se esperaba que ese relámpago fuera el inicio de su fin.

Al momento en el que el trueno retumbo las paredes del almacén en el que estaba, Yûki salió disparada hacia el intemperie, destrozado la metálica reja con su pasar. Los guardias del nivel notaron el estruendo al instante, apresurándose a apuntar hacia el objeto hostil. Un grupo de ellos corrió con la mala suerte de que un pesado pedazo de la puerta cayera sobre ellos con la fuerza suficiente como para mandarlos con los peces.

Yûki derrapó sobre el resbaladizo suelo, deteniéndose en el centro de la plataforma, el único lugar sin que los niveles superiores le dieran techo. Las grandes gotas de agua resbalaban por el costado de su mejilla hasta bajar a la malla de su traje. Estudió su alrededor, sin importarle las decenas de armas de plasma que apuntaban en su contra. No iba a ser divertido si no había más retos. Alzó su brazo sobre su cabeza, expulsando una esfera de ki, sin fuera destructiva, que dejó una estela hasta desvanecerse por las nubes. Solo quería llamar la atención, y un faro era la mejor opción para eso.

Se abrió fuego contra ella. Las armas que cargaban lanzaban ataques parecidos a su ki, balas de energía pura, aunque menos potentes al igual que destructivos. No era gran cosa comparada con los avances escondidos entre las paredes del cuartel; mas llegaron a impresionarle. Hace unos meses no hubiera creído que una mafia que se creía destruida tuviera la tecnología y recursos para crear los núcleos de poder de todas esas pistolas. Una sonrisa confiada se dibujó en sus labios al momento que cerró lo parpados. Avivó su ki de golpe, propinando que un aura blanquecina rodeara más allá de su cuerpo, apartando las gotas de lluvia. Los disparos de plasma se esfumaron al momento de traspasar su aura.

El espanto se reflejó en el rostro de los guardias, sorprendidos con la ineficiencia de las armas más poderosas que traían consigo; la incertidumbre les obligó a disparar de nuevo, sin importarles cuanta energía les quedaran. No hubo cambio, los disparos se esfumaban entre el diluvio antes de poder siquiera acercarse al objetivo. La sayayin suspiró frustrada. ¿Qué los villanos ya no tienen coraje?, pensó con desganó, ¿O tengo que ir a buscar un problema fuera de este planeta para divertirme? Extendió los brazos a sus lados, cerrándolos con fuerza contra su pecho, jalando todas las armas de los contrarios al usar metal control. ¿Tal vez estaban malacostumbrados a usar las pistolas futuristas? ¿Tal vez se estaba imaginando cosas en su búsqueda por un reto? La única forma de poder saberlo era comprobarlo. Movió ligeramente sus manos, llevando las armas a las alturas sobre su cabeza. Alzó su mano, cerrándola para que estas chocaran entre sí, estallando por la presión en los núcleos.

La sorpresa de los guardias con el destello se convirtió en ira rápidamente, no por nada habían arriesgado sus vidas trayendo ese cargamento. Yûki sonrió, dejando que su ki volviera a la normalidad. Cabía la posibilidad que se divirtiera con esta misión. Los contrarios empezaron a activar sus kosei: los brazos de uno se convirtieron en lo que parecía las patas delanteras de una mantis religiosa, solo que en vez de la tibia parecía haber una navaja curva, otro que solo vestía con una especie de chaleco, extendió los brazos, dejando ver agujeros por toda la piel de estos, probablemente un multi-cañón. En su mayoría quirks de transformación y emisores.

Se apresuraron a atacarla, el primero en correr hacia la chica fue uno con un quirk de rinoceronte. A la castaña le basto girar su cuerpo para evitar el ataque, tomó el cuerno del sujeto y sin soltarlo, saltó sobre este para tumbarlo contra otro par. Apenas le dio tiempo de girarse para detener las espadas que salían desde los dorsos de la mano de otro de los guardias. Sonrió divertida lo cual hizo que la furia del contrario aumentara, tal vez los integrantes de aquella mafia seguían teniendo el esplendor de su época pasada. Las navajas empezaban a hacer presión en las palmas de sus manos, mas no llegaban a cortar, lanzo una patada sokuto al estómago del atacante, haciendo que la fuerza de sus brazos se perdiera, lo lanzó hacia una de las vigas de metal al dar una voltereta hacia atrás.

La Leyenda de Yûki San [#PlusUltra19]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora