Capítulo 62: Integración estable

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El sol después de equinoccio de otoño alumbraba todo Japón, los pasos hacia el invierno se reflejaban en los árboles, con escazas hojas marchitas cayendo de los centenares de árboles del campus, y el tenue cambio que se empezaba a notar hacia un anaranjado rojizo. El canto de las cigarras se escuchaba como el eco de una canción, y el ambiente aún se sentía cálido, y la humedad aumentaba esa percepción. Las secuelas de verano no querían marcharse. Horas de la mañana y parecía que la jornada sería relajada a comparación de todos los sucesos inesperados de la semana pasada.

La semana había iniciado con un desbordante regocijo por parte de los alumnos de la clase 1-A, alegres de que todos pasarían un día completo después de tres meses de ausencias intercaladas. La energía del entusiasmo se desbocaba de sus cuerpos, y las sonrisas no eran suficientes para consumirlas. Entre los entrenamientos con uno que otro incidente leve, las clases suplementarias en las que cierta castaña se veía obligada a participar a pesar de tener todas las actividades en orden y las cómicas escenas de parte de los chicos que estuvieron en pasantías para intentar alcanzar al resto, la mitad de la semana le llegó cual agua de cascada.

La mayoría de los chicos se encontraban en la parte trasera del aula, pegados a los estantes bajos de la pared posterior, haciéndose un espacio para desahogar y gastar ánimo en lo que el toque para dar inicio se daba, o que los últimos llegaran.

Yûki mantenía la cabeza gacha, ausente ante el bullicio a sus espaldas, literalmente, absorta en las palabras del grueso libro que descansaba en sus manos frente a sus ojos. Mas las vibraciones de movimiento y las voces entonantes de felicidad seguían llegando a su cuerpo como un susurro que deseaba ser escuchado. Terminó la centésima página, en el instante que le tomó voltear la hoja ese murmuró se acrecentó en su cabeza. Sintió los apresurados pasos por el pasillo dirigiéndose hacia el aula, ignorando los vitoreos. Resuelta a continuar con su lectura, fijó la vista en la primera palabra de la hoja, pero los nuevos gritillos rompieron su aglomeración.

– ¡Hey, hey! ¡Miren esto! –gritó Mina antes de saltar y dar una voltereta.

La pelirosa empezó a bailar en el poco espacio tras las bancas, en medio del círculo formado por sus compañeros

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La pelirosa empezó a bailar en el poco espacio tras las bancas, en medio del círculo formado por sus compañeros. La mayoría miraba fascinados los ágiles movimientos de Ashido sobre el suelo, con sus giros y rápidos cambios de apoyo. Mientras unos lo veían como un simple hobby, uno en especial lo veía como una habilidad física extraordinaria.

–Los movimientos corporales de Ashido-san tienen una inspiración notoria en la danza. ¿Cómo debería decirlo...? –murmuró Midoriya al hacer una pausa en sus notas, pegando levemente en su barbilla con la pluma mientras formulaba la explicación en su mente –. En un baile todo el cuerpo se mueve, por lo que es un entrenamiento muy práctico. ¿Debería intentarlo?

– ¡¿Podrías enseñarme?! –gritó Kaminari desde el fondo.

–Es genial que hayas mantenido ese pasatiempo durante todo este tiempo –alagó Kirishima –. ¡Debes de tener mucha ambición!

La Leyenda de Yûki San [#PlusUltra19]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora