Capítulo 55: Estrategia

43 6 0
                                    

El cielo apenas se empezaba a teñir de un ligero purpura, esparcido sobre la celeste pintura que el sol había impuesto una vez la negruzca huella de la noche se iba retirando. Ayer había estado enojada hasta la llegada del crepúsculo, cuando se presentó el momento que necesitaban su compasión. Empujó los sentimientos hasta lo más profundo, junto con los pensamientos que los habían generado. Todo por un trauma prolongado, del que sabía causa y consecuencia. Tuvo que contenerse para no dejar salir ni una palabra de lo que había descubierto el día anterior. Eso lo preocuparía más. Y lo que más necesitaría es su valentía.

Los rayos del sol golpearon el costado del edificio, serpentearon hasta encontrar un paso al interior. Todo estaba en calma, en los pasillos no se escuchaba ni un alma, solo el trinar de un pajarillo que se había posado en un cuarterón de un ventanal. Dentro de la habitación, todo estaba inmóvil a excepción de unas cuantas luces que bailaron, dibujados en el techo. Yûki se movió un poco, tratando de desviar cualquier vibración de su brazo izquierdo, donde la cabeza de Midoriya deseaba. Se levantó con cautela y entró al cuarto de baño.

Otro día, y conforme las noches llegaban y se iban como aves en migración, Izuku cada vez estaba más tenso. Su preocupación aumentaba, y se le volvía más difícil conciliar el sueño. Cuando lo lograba, era otro día. Si esto seguía así, no dudaba que un día se desmayara durante el entrenamiento básico de héroes. Su psique le había causado un problema al combinar los hechos con posibles resultados, e iba empeorando. De ser una ligera lluvia que fácil se podía disipar, se había convertido en un tifón. Y lo que ese día pasaría, no supondría ninguna mejora para él. Agravaría, indudablemente. Lo único que podía hacer ahora era estar con él, y ofrecerle apoyo.

El psique de Yûki también empezó a desvariar, un pensamiento llegó a su cabeza como una hoja que cae sobre un charco después de la lluvia. No quería ver al chico. Estaba evadiendo una responsabilidad con él. Sentía que al verlo, conversar con él y demás, una presión en su pecho despertaría, fruto del saber lo que en unas horas viviría. Lo podría ocultar, claro; pero el engaño puede ser el peor veneno para la seguridad. No podía, no tenía el derecho de desvariar. Desde ese momento hasta que la misión concluyera exitosa, no tenía ni idea de cuando seria eso, hoy lo resolvería; o mínimo, hasta que la tormenta azotara, y llegara el momento de presentarse como salvavidas.

La parte superior de su traje ocultaba todo su brazo derecho, mas dejaba a plena vista el izquierdo, a excepción de su mano, que cubría desde cinco centímetros tras su muñeca hasta los nudillos. Se detuvo unos segundos a mirar su brazo, lleno de cicatrices de golpes y heridas provocadas por insoportables golpes. Era probable que en un par de días se le sumaran unas cuantas. La sociedad de los héroes siempre ocultaba las señales de debilidad, inclusive entre los guerreros, cubrían las cicatrices. Nadie era invencible, no había porque suponerlo así. Sentía orgullo al mostrar los, que una vez fueron dolorosos, trofeos de sus victorias.

Se puso la capa baja, y magnetizó las dos piezas de metal, que servían de armadura, sobre su pecho. Salió del cuarto de baño y se encamino frente al escritorio. Tomó su cinturón utilitario, colgado sobre la silla, y lo enganchó. Se colocó el augma. Dio un último repaso a los datos holográficos que desprendió su reloj, antes de voltearse hacia Deku. Pasó saliva, temiendo por como actuaria el destino sobre él. Lo cargó en brazos hasta su habitación, donde lo recostó antes de salir de los dormitorios.

Caminó sobre el adoquín rojizo unos quinientos metros antes de dar una brusca vuelta hacia el bosque. La velocidad a la que corrió hizo levantar algunas hojas, su capa revoloteó a sus espaldas, y un ligero silbido adornó su carrera. Saltó para impulsarse desde el tronco de un abedul hasta balancearse en la rama alta de un maple. Tomó dos vueltas de impulso para pasar sobre la barda de la escuela del lado este.

La Leyenda de Yûki San [#PlusUltra19]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora