Capítulo 48: Los tres grandes y la invencible

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Se supone que debería de estar en la ceremonia de apertura del segundo trimestre en el patio mayor de la Yūei; mas esto hubiera sido cierto si su reloj no hubiera estado sonando desde la mañana con alarmas de robos y delitos. Voló a través de los edificios de Musutafu, dejando una estela blanquecina tras ella. Aterrizó con ambos pies sobre el área de carga del vehículo, doblando el metal haciendo que este se parara en seco. La caja de hierro pintado de un blanco azulado salió volando por los aires junto al villano de mayor estatura.

- ¡Maldita! -gritó el villano con un antifaz negro y rubia cabellera.

Tomó una ametralladora cercana y disparó. Yûki dio un salto atrás para evadir el primer par de balas con una voltereta invertida. Afirmo su postura y detuvo las siguientes hordas atrapando las municiones en la palma de su mano. Las pulverizó y dejo caer los restos.

-Necesitaran más que eso si quieren detenerme -dijo Yûki, con una mirada gélida.

El villano de la nariz puntiaguda que había salido volando aprovecho el momento para situarse detrás de la chica. Trató de acertar un golpe con un tubo a la nuca de esta; mas no se esperaba que en un segundo, el Avatar tomara su muñeca tan fuerte que le hizo soltarlo. Le torció el brazo al villano al alzarlo sobre su cabeza, cayó de rodillas, dos puñetazos directo al rostro fueron suficiente para dejarlo inconsciente y dejarle la nariz sangrando. Lo dejo caer.

-No creas que vamos a tener compasión contigo, mocosa -escupió otro.

-Y no se las pido -estiro los dedos de su mano antes de empuñarla -. Yo tampoco la tendré.

Se impulsó dejando pequeñas grietas en el concreto. Con una patada tiró al villano de grandes orejas y alta cabellera castaña de la camioneta, el golpe lo dejo inconsciente sobre la acera. Yûki se detuvo a un lado de éste, poniéndole unas esposas amarillas bastante gruesas. Una pequeña luz azul empezó a parpadear de ese aparato.

- ¡Idiota! ¡Vámonos! -farfulló el rubio.

Su secuaz hizo caso pisando a fondo el acelerador, quemando un poco la llanta. Distinguió las intenciones; mas pensó que no era gran problema, les otorgó cinco segundos de ventaja. Saltó nuevamente, dejándose caer con mayor fuerza sobre el motor de la camioneta en donde huían. Su puño a travesó el cristal polarizado de la cabina, tomando al de chaleco azul por el cuello para arrojarlo cerca donde los demás. Se disponía a golpear al último para sacarlo de combate, y así lo hizo, pero cuatro figuras escondidas entre las sombras con grandes mascaras semejantes a picos de ave, llamaron su atención a su lado oeste. El último villano quedo inmóvil en el suelo, y cuando la chica quiso cerciorarse de lo que sus ojos habían visto, regreso a la intersección, encontrando nada.

Esperó pocos minutos a que la policía llegara, entregándole a toda la banda de ladrones y asegurándose que el dueño de la tienda recuperara la caja. Saltó a las alturas de un edificio, corriendo sobre estos hasta llegar a las alturas de una antena donde paro unos instantes para ver la ciudad bajo sus pies.

-Parece has estado entretenida durante las últimas horas, ¿no, Yûki? -se escuchó la voz de Infiltriet del otro lado de la línea del augma.

-Yo no utilizaría la palabra "entretenida" para el trabajo, Infil -contestó contemplando el horizonte -. Es parte de mi deber.

-Eso lo entiendo, pero no me digas que no extrañabas el trabajo de campo, ¿o es mentira? -río el chico, se escuchaba el eco de las teclas de su ordenados siendo presionadas.

-Supongo... pero no noto la diferencia de estar evitando los ataques de los villanos a la U.A. A propósito, ¿coincidieron?

-Aunque no quiera admitirlo, tuviste razón con esa teoría descabellada que me comentaste -suspiró -. ¿Cómo conseguiste las muestras?

La Leyenda de Yûki San [#PlusUltra19]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora