Capítulo 57: Guardián parte 1, Demonio

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Sábado por la mañana. Las ocho horas, cuando los civiles se encuentran muy cansados por todas las actividades de la semana como para siquiera pensar en salir. El sol golpeaba con fuerza la acera. Decenas de oficiales de policía y agentes especiales que cargaban con escudo de grueso metal y máscaras de cristal protector. La mayoría de los héroes se encontraban en el lugar, recibiendo los últimos datos recolectados y las especificaciones de cada uno de los villanos, con la ayuda de la base de datos de la policía, lograron identificar a varios de los miembros de los Yakuza. Todo estaba previsto, la guerra relámpago estaba por iniciar, previsto ante cualquier situación que des-encarrilara en plan; sólo faltaba una cosa.

– ¿Alguien sabe por qué Yûki está tardando tanto? –interrogó Kirishima –. ¡Entre más rápido nos organizaremos, mejor lo haremos! ¡¿En dónde está?!

–Andas con mucha energía desde temprano... –murmuró Suneater.

–No. Sinceramente, no la he visto desde el jueves por la noche –contestó Uraraka –. Ha estado muy distante desde lo que paso ese día. ¡Pero estoy segura de que vendrá!

–Creó que Bakugo la puso en una situación muy agobiadora. No tiene remedio –suspiró el pelirrojo –. Concuerdo contigo, sólo que no sabemos cuándo llegará. Es la persona más responsable que conocemos, se supone que les avisaron a todos sobre la fecha y hora de la misión, ¿no? ¿Crees que no la haya visto?

–Me parece poco probable. Ella es parte de las cabecillas del plan. Pero... ¿qué opinas Deku-kun? –preguntó Uravity.

Midoriya estaba de espaldas a los demás; inconsciente de la conversación que estaban llevando, con la mirada fija en el celeste cielo. Un par de martinetes revolotearon entre la calidez del aire y las finas corrientes de las alturas. Estaba inmóvil, pensando en la carta que encontró hace horas en su habitación. ¿Qué lío había causado al pensar que sería mejor estar solo? Las palabras le habían caído como un intenso ladrillazo a la cabeza, o un rayo directo al corazón. ¿Cómo podría llegar a ser el mejor héroe si ni siquiera reconocía las malicias que el mismo provocaba? No era tiempo de lamentarse más, había tenido todo un día para eso. Necesitaba fortalecer su corazón, avivar su espíritu. Sacudió la cabeza al percatarse la segunda vez que Ochako lo llamó.

– ¿Qué sucede, Uraraka-san? –cuestionó, ocultando la vergüenza que llegó a sentir por no haber escuchado el primer llamado.

–Me preguntaba si sabias algo acerca de Yûki-chan –repitió con una mirada inocente –. No hemos sabido nada de ella en un tiempo, y nos preocupa su tiempo de arribe. ¿Tienes alguna idea de que le pudo haber pasado? O... ¿cuándo llegará?

Deku volvió a apartar la mirada, se giró y contempló la multitud de trajeados azules y a los demás héroes.

–Sí... tampoco yo –contestó en un murmuro –. No sé en dónde está, me sorprende que este siendo impuntual antes de empezar algo como esto. Mas estoy seguro que vendrá, podría jurarlo.

Porque me lo prometió, pensó Izuku, bajando la mirada al gris pavimento. Todos a su alrededor se preguntaban sobre la ubicación del Avatar, el porqué de su tardanza. Rock Lock no desperdició la ocasión para cuestionar acerca de la profesionalidad de la chica. Fue interrumpido.

Ráfagas, leves y fuertes serpentearon entre los policías y los héroes al momento en el que algo aterrizó fuertemente sobre el claro del pavimento entre ellos, levantando una cortina de polvo que se fue disipando de poco en poco. Cuatro chicas, dos trajeadas de blanco y dos en negro, la más alta de ellas llevaba la capucha de su capa puesta. Una de las de traje blanco se encontraba levitando y de su espalda salían pequeños tentáculos negros que no llegaban a medir más de un palmo. Los de primer año no tardaron en reconocer a las dos extrañas, Dark Snow y Flame.

La Leyenda de Yûki San [#PlusUltra19]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora