Prólogo

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Negó con su cabeza de manera frenética, mientras veía como aquellos ojos ámbar le expresaban un sinfín de emociones. ¿Por qué simplemente no podían ser felices? ¿Acaso debía dejarla volar para que encontrara su felicidad por aparte? Ese solo pensamiento, solo logró hacerlo entristecer aún mas ¿Qué haría sin ella?

Ella, lo miró con tristeza y continuó hablando:

―Debo irme, mi ángel... Necesito sanar todas estas heridas que albergan en mi alma, necesito estar en paz y no puedo arrastrarte conmigo; no sin saber si algún día podré superar todo lo que ha pasado ―susurró con voz entrecortada, sintiéndose más muerta que viva.

La observó, sintiendo como los latidos de su corazón fallaban. ¿Cómo lograría estar sin ella? ¿Acaso era tan difícil entender que la necesitaba como el aire para poder respirar?

―S-sé que has pasado por muchas cosas y estoy consciente de que son muy dolorosas, Bess, pero te ruego, te suplico que no me apartes de tu vida ―musitó con sus ojos cristalizados, siendo testigo de cómo se le resbalaba entre sus manos―. Podemos superar todo esto juntos, no tienes que irte, no me alejes de ti... permíteme ayudarte... por favor ―le dijo al borde del llanto.

Betsabé lo miró sabiendo que no tenía como aminorar el dolor que, sabia, estaba sintiendo. Se acercó a él y posó su mano sobre su mejilla, fijó su vista en sus ojos tratando de transmitirle todo aquello que no había podido expresarle por medio de palabras.

―Voy a irme, Pablo ―Él, negó frenéticamente con la cabeza―. Si, voy a irme para poder dejar todo atrás, y no voy a amarrarte, Pablo, no lo haré. Tú necesitas avanzar, y en mi estado no soy de mucha ayuda, no estoy bien, en estos momentos... no tengo nada bueno que ofrecerte; soy un mapa de cicatrices y de amargos recuerdos.

Las lágrimas por fin salieron disparadas de sus ojos. Ya no podía hacer nada, ya no. Sabía que ella debía superar, dejar todo su pasado atrás, y eso, en gran parte, le dolía, lo mataba porque quería estar a su lado.

―No sé cómo haré para estar bien sin ti ―le dijo mientras la brisa del lugar le despeinaba el cabello―. Te has vuelto parte esencial de mi vida, Betsabé, no sé cómo dejarte ir.

Ella lo miro enternecida, con los sentimientos a flor de piel, con las lágrimas a punto de salir, pero debía ser fuerte... por él.

―Estarás bien, mi ángel. Debes ser fuerte. No debes darte por vencido justo ahora. Fuiste valiente, aun cuando yo acarre conmigo más problemas de los que ya tenías, fuiste fuerte por ti y por mí, fuiste mi ancla, mi luz durante aquellos días de oscuridad; no te rindas, no ahora.

Pablo asintió, preso de la nostalgia, sabía que ese momento llegaría, pero no se imaginó que sería tan pronto. Ella había llegado a su vida de manera repentina, y se iba de la misma forma, como una estrella fugaz.

―Estaré eternamente agradecida contigo ―continuó―, porque es por ti que hoy soy libre, es por ti que puedo vivir sin miedos, todo es y fue gracias a ti, ángel mío.

― ¿Volveré a verte algún día? ―preguntó, intentando ser fuerte. Ella le sonrió con nostalgia.

― ¿Sabes? Si nuestro destino es estar juntos, lo estaremos. Si Dios quiere que nuestras vidas vuelvan a encontrarse en algún punto, lo harán, sin importar si pasan meses e incluso años; si el destino así lo quiere, así será. ¿Conoces las piezas de los rompecabezas? ―inquirió tratando de hacerlo sonreír, y lo logró―. Así como ellas en algún punto deben juntarse para darle forma a algo, nosotros lo haremos para darle forma a nuestras vidas. Recuerda, Pablo, no importa si pasan meses o años, si está predestinado que nuestras vidas se vuelvan a encontrar, así será.

Pablo la tomó por sus mejillas y la acercó a su cuerpo, queriendo disfrutar de los últimos minutos de su cercanía. ¡Dios! Como dolía.

―Procura que, como máximo, sean solo meses ―susurró con la voz estrangulada―. Te amo, Bess ―tenía que decírselo, dejárselo claro nuevamente―. Te esperaré el tiempo que sea necesario.

―Te amo igual, Pablo... Necesito que me prometas que no te estancarás, que serás feliz ―le pidió con cautela.

Pablo tragó saliva antes de pronunciar aquellas palabras:

―Lo prometo.

Solo eso bastó para que sus labios se juntaran, sellando cada una de sus palabras, reconociéndose nuevamente como suyos. Sus almas y sus corazones se pertenecían, y sabían que, a pesar de la distancia, nunca dejaría de ser así. Como Betsabé lo había dicho: sus vidas eran dos piezas de rompecabezas, en algún momento se encontrarían para darle forma a sus vidas.


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Hola a todos, ¿cómo están? Me encuentro súper emocionada con la idea de poder compartir este nuevo proyecto con todos ustedes. El sueño de todo escritor es que sus libros puedan ser leídos, entonces ¿por qué no aprovechar la oportunidad de dar a conocer por lo que tanto has trabajado?

Espero de verdad que disfruten junto a mi este recorrido. Advierto que si no eres amante del romance mejor no la leas, y si amas este tipo de historia ¡bienvenido! Aquí te recibiremos con los brazos abiertos.

Aquí les dejé un pequeño avance para que sepan más o menos todo lo que se avecina.

Agradecería enormemente si me apoyaran con sus votos y comentarios.

¡Nos vemos en una próxima ocasión!

El silencio de sus ojos © (#Wattys 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora