Capítulo 30

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Good For You - Selena Gomez

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Good For You - Selena Gomez

Le extrañó que al despertar Pablo no estuviera ahí tal y como le había dicho. Tal vez se había cansado de esperarla durante tanto tiempo. Recostó su cuerpo sobre la pared del cuarto. Recordó la tristeza en sus ojos, y logró sentirse un poco injusta con él; pero también deseaba que la comprendiera.

Siendo las ocho de la noche, Betsabé miraba desesperadamente desde la ventana. Pablo no había llegado, y hacía tres horas ella había despertado. ¿Y si algo malo le había ocurrido? No. Debía alejar todos los malos pensamientos de su mente. Sin embargo, su pecho se sentía pesado dentro de su cuerpo, era como si un mal presentimiento le atenazara. Decidió que sentarse sobre el sofá a esperarlo era la mejor opción.

Diez de la noche y ya Betsabé estaba al borde de la desesperación, tanto así, que había hablado con la dueña del edificio para ver si ella había visto a Pablo por última vez. Todo estaba oscuro, el miedo en su cuerpo crecía de forma desmesurada. Le rogaba al todopoderoso porque Pablo se encontrara bien.

Un sonido incesante la hizo espabilarse. Su cuello dolía, y se percató de que se había quedado dormida sobre el sillón. Un golpeteo en la puerta logró alertarla. ¿Sería Pablo? ¿Pero para qué tocar si él tenía sus llaves? Un sudor frio le recorrió la columna vertebral. Trató de calmarse, nada ganaba alterándose de aquella manera.

Con nervios, y sintiendo todo su cuerpo agotado, caminó hacia la puerta con sigilo. Respiró profundo, pensando en si era correcto o no abrir siendo tan tarde de la noche. Los toques a la puerta volvieron con más fuerza logrando que se sobresaltara.

―¡Bess, soy Ángel, necesito que abras! ¡Pablo está conmigo! ―Aquel mensaje la orilló a abrir la puerta, sin haberse preparado para lo que encontraría.

Se sintió como si su cuerpo hubiese quedado en el limbo. Le estaba costando trabajo respirar. Cubrió su boca, negando de forma frenética, era como si quisiese creer que todo un mal sueño del que se despertaría pronto.

―¡Bess, por favor, ayúdame a llevarlo al mueble! ―Asintió de forma torpe. Ángel luchaba por sostener a Pablo por un lado, mientras su peso trataba de desequilibrarlo. Betsabé ya lloraba sin poder contenerse. Tenía el rostro irreconocible; su labio roto, su nariz sangraba, tenía uno de sus ojos completamente hinchado, sangre seca parecía haber en su cabello―. ¡Por amor a Dios, Bess, necesito que te muevas y me ayudes! ―El grito de Ángel logró sacarla de su estupor. Trató de enfocar la vista mientras se acercaba a tomar a Pablo por el otro lado. Temía tocarlo y causarle daño; no obstante, lo mejor en ese momento era dejarlo sobre una superficie en la que pudieran revisarlo con calma.

Su cuerpo era demasiado pesado, aun así, se las arregló para serle de ayuda a Ángel, quien parecía bastante agotado. Por el sudor que recorría su frente, se preguntó dónde lo había encontrado o si él había sido testigo de tal atrocidad, de la que cometieron contra Pablo.

El silencio de sus ojos © (#Wattys 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora