5 Seconds Of Summer Jet black heart
Betsabé trató de reincorporarse pero no pudo. Sentía su cuerpo adormilado. Pero eso no pudo evitar que sintiera que su mundo se estuviese viniendo abajo en cuestión de segundos. Estaba asustada. Estaba aturdida. No creía lo que sus ojos estaban presenciando. Simplemente era imposible que él se encontrara ahí, de pie a unos pasos de ella, mirándola con una emoción completamente desconocida ante sus ojos.
Sus ojos se llenaron de lágrimas cargadas de frustración.
―¿Qué estás haciendo aquí, Pablo? ―preguntó con la voz ahogada.
Pablo pestañeó confundido. Sus ojos parecían desorbitados. Se encontraba completamente inmóvil. Lo único que daba señales de vida en su cuerpo, eran los mechones de su cabello negro que eran movidos de forma libre gracias a la brisa.
Betsabé inhaló bruscamente.
―¿Qué estás haciendo aquí? ―preguntó con desesperación.
Pablo salió de su conmoción. Pestañeó, esperando que lo que ya había visto con anterioridad fuese solo parte de su imaginación. Sin embargo, el dolor fue adueñándose de su ser al darse cuenta de que lo que tenía ante sus ojos era completamente cierto, real.
Pablo caminó con rapidez, cuando notó el esfuerzo que estaba haciendo Betsabé por ponerse en pie.
―Amor... ―susurró impresionado. La empujó solo un poco, logrando que quedara nuevamente sentada―. ¿Qué te ocurrió? ¿Qué pasó?
Betsabé no podía salir de su estupor. Sentía una enorme necesidad de alejarse, de encerrarse en su habitación. Pero era demasiado tarde. Lo que menos quería que ocurriera se había vuelto realidad: Pablo la había visto en aquel estado tan deplorable.
―¿Qué estás haciendo aquí, Pablo?... ¿Qué estás haciendo aquí? ―era lo único que lograba salir de sus pálidos labios.
Betsabé había perdido todo el color de su cuerpo. Pablo estaba asustado, aturdido. No sabía qué hacer. No sabía que decir.
De pronto, la angustia, sumada a la furia que estaba sintiendo, tomaron control de su cuerpo.
―¡¿Qué demonios está ocurriendo, Betsabé?! ―exclamó con fuerza.
Betsabé se sobresaltó.
―Pablo... ―sollozó.
―Estuve dos malditos días preocupado por ti. No respondías a mis mensajes, mucho menos a mis llamadas. Amelia no sabía nada de ti. ¡Ni siquiera fuiste a presentar tus parciales! Tenía un maldito presentimiento que me decía que algo malo estaba ocurriendo. Quería creer que eran paranoias mías... pero ahora que te veo... ―su voz bajó varios tonos. Debía calmarse.
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El silencio de sus ojos © (#Wattys 2019)
RomancePablo ha vivido toda su vida sumido en una oscuridad absoluta, con un pasado poco agradable de recordar y difícil de superar, viviendo en un mundo en el cual, quizás, no tenga oportunidad de avanzar. Por cosas del destino, su mirada se cruza co...