Kygo, Miguel - Remind me to forget
―¡Pablo!
Él alzó la cabeza, encontrándose con la mirada curiosa de su compañero. Había pasado el día siguiente a la visita que le hizo a Betsabé así. Distracción había empañado su atareada mañana. No sabía cómo había logrado cumplir con sus labores en el lugar. Su mente se perdía cada dos por tres. Ella le había pedido que se fuera. Le había pedido repetidas veces que se fuera de su casa. No la entendía. Pero, si eso era lo que en realidad quiso, ¿Por qué razón parecía haberle dolido tanto?
―¿Qué ocurre, Ciro? ―preguntó en un suspiro.
―Eso te pregunto yo a ti. ¿Qué demonios te está ocurriendo? No solo yo he notado lo raro que estas, hasta nuestros clientes más fieles lo han visto. Me han preguntado repetidamente que es lo que sucede contigo.
―Ya te dije que no me ocurre nada.
Ciro bufó. No le creía absolutamente nada.
―No insistiré, Pablo. Si necesitas hablar con alguien, aquí estoy.
Pablo lo miró fijamente.
―No te preocupes por mí. Estoy bien, ya te dije. Solo... Me he sentido un poco enfermo.
―¿Enfermo de amor?
―No sé por qué pierdo mi tiempo contigo ―sacudió su cabeza.
―No necesitas mentirme, Pablo. Sé que todo esto tiene que ver con ella. Últimamente, te veo decaído, y he notado que eso ha ocurrido desde que estás con ella.
―Esto no tiene nada que ver con Betsabé ―aclaró, de pronto, furioso.
―No quieras negarlo. Estaré aquí, por si me necesitas.
Ciro se alejó dejando a Pablo completamente solo detrás del mostrador.
Así pasó el resto de su jornada laboral. Sus pensamientos eran como huracanes encontrándose en un solo punto. Nada lograba alejar su mente de un solo punto, de una sola preocupación..., de una sola agonía.
Betsabé.
¿Qué haría con ella y con todo lo que sentía?
El día en que conoció a Betsabé supo que era diferente a todas las chicas. Era como si un aura misteriosa la rodeara todo el tiempo. Y seguía creyendo exactamente lo mismo. Le dolía admitirlo, pero sabía, en cierta forma, que había muchas cosas acerca de su vida que aun desconocía. Y le preocupaba. Era obvio que le preocupaba. Sin embargo, sentía que todos esos sentimientos no servirían de nada si ella seguía así. Betsabé parecía encerrarse en un lugar recoveco cuando tenía algún tipo de problema, y le dolía que no lo tuviera en cuenta, que no le confiara sus temores.
A las cuatro de la tarde terminó su turno. Lorena entró en el lugar.
―Pablo... ―dijo con voz cantarina.
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El silencio de sus ojos © (#Wattys 2019)
RomancePablo ha vivido toda su vida sumido en una oscuridad absoluta, con un pasado poco agradable de recordar y difícil de superar, viviendo en un mundo en el cual, quizás, no tenga oportunidad de avanzar. Por cosas del destino, su mirada se cruza co...