Capítulo 13

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Sia - Angel by the wings

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Sia - Angel by the wings

Debes parar todo esto, Betsabé ―exigió Amelia, dejando encima de la mesa su bolso rojo de Carolina Herrera. Parecía echar humo por todos lados.

Betsabé no levantó la vista del libro.

―¡Es contigo con quien estoy hablando! ―exclamó Amelia―. ¿O es que a mí también me piensas ignorar? ―Aquello captó la atención de Betsabé.

Resopló e hizo a un lado el libro.

―¿Qué ocurre ahora, Amelia?

―¡Eso te pregunto yo a ti!, ¿qué ocurre?, ¿desde cuándo ya no me consideras tu amiga? ―Betsabé entrecerró sus ojos. ¿De qué hablaba?

―Creo que no te estoy entendiendo ―se quitó las gafas que en ocasiones necesitaba usar, pues su vista a veces no era la mejor―. Necesito que te expliques, Amelia.

Amelia echó hacia atrás su melena y cruzó sus largas y atléticas piernas.

―¿Por qué no me dijiste que Pablo y tú eran novios?

Betsabé se tensó. Su cuerpo pareció aletear como una mariposa ante la mención de su nombre. Desde el lunes por la tarde se había empezado a sentir necesitada, como si algo le faltara; y sabía que ese algo era él... Se había vuelto adicta a su presencia..., a su aroma, a su masculinidad.

Encorvó sus hombros y se obligó a calmarse.

―No lo creí necesario, Amelia... No sabía si en realidad íbamos en serio.

Amelia abrió la boca formando una enorme y perfecta «O» con sus labios... Tienes que estar bromeando, pensó.

―No hablas enserio, ¿verdad? ―dijo, riéndose fingidamente. La seriedad con la que la miraba Betsabé la hizo volverse para quedar frente a frente con ella―. Tienes que estar bromeando. ¡¿Cómo que no sabías si iban enserio?! ¿Qué te está pasando por la cabeza? ¡Por Dios, Betsabé! Tienes a ese hombre babeando tras de ti ¿y me dices eso? ―los gritos exagerados de Amelia estaban logrando captar la atención de quienes se encontraban en las mesas más cercanas.

Betsabé se tensó ante tales atenciones.

―Baja la voz, por favor.

Amelia trató de recomponerse y calmarse... Alterarse no eran sus intenciones.

―Necesito que, por amor a Dios, cambies esas actitudes.

―No sé de qué hablas.

―Me refiero a que no puedes tenernos con estas angustias, Betsabé... No tienes ningún derecho a desaparecer y reaparecer como si nada hubiese sucedido ―Betsabé escuchaba atenta, nerviosa. Amelia hizo una pausa―. Tienes a ese hombre sufriendo; y creo que es justo que lo sepas.

El silencio de sus ojos © (#Wattys 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora