Capítulo 6

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One Direction - Little things

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One Direction - Little things

― ¿Por qué no tienes puesto un traje de baño?

―Porque no me gusta ―dijo con simpleza.

― ¿No quieres broncearte? ―preguntó la niña, mirándola con inocencia. Betsabé le sonrió.

―No, Lucero, no quiero.

Ella realizó un puchero.

―Pero entonces no deberías estar aquí ―dijo la pequeña de ocho años, aplicándose bloqueador solar como toda una experta.

― ¿Y por qué no? ―le cuestionó Betsabé dejando el libro en la silla de al lado.

―La piscina es exclusiva para personas que quieren broncearse y darse un chapuzón. ¿No pensaras bañarte así, verdad? Está prohibido entrar a piscina con ese tipo de ropa ―exclamó señalando el buzo y el pantalón en jean que tenía puesto Betsabé.

Soltó una sonrisa, inevitablemente con Lucero le nacía hacerlo; era un alma inocente.

― ¿No crees que eres muy pequeña para hablar de esa forma? ―preguntó cruzándose de brazos para luego sentarse a la orilla de la enorme silla playera. Ese fue uno de los pocos días en los que se permitió salir de su refugio, pues aquella bestia no se hallaba en casa; aún faltaban dos días para que volvieran. Mientras tanto, trataría de despejar su mente con la presencia de su pequeña prima. Sí. Aquel desagradable ser había logrado traer al mundo la luminosidad que Lucero era.

― ¿Y no crees que eres demasiado joven para usar ropa de vieja? ―Betsabé abrió la boca indignada. En cierta parte, disfrutaba de su presencia. La niña la observó de forma graciosa por debajo de sus rosadas gafas de corazón.

―Más respeto, niña ―le dijo con severidad fingida. Lucero solo se burló aún más―, puedo darte un par de nalgadas.

―Y yo le diré a mi papi que te de unas a ti.

Con ese solo comentario cargado de inocencia, Betsabé se tensó, su cuerpo convulsionó del miedo que le habían causado aquellas palabras. Debía respirar, pues Lucero no sabía nada, y, teniendo en cuenta que aún es un ser inocente, era mejor que no lo supiera. Sin poder evitarlo, un montón de preguntas se le arremolinaron.

―Lucero ―la llamó con cautela. La niña se acercó a ella y se ubicó delante brindándole una vista más clara de su infantil traje de baño. Posó una mano sobre su cintura, luciendo aún más graciosa.

― ¿Qué necesitas?

―Siéntate aquí ―le señaló sus piernas. La pequeña obedeció sin chistar―. ¿Amas a tu papá? ―le preguntó.

― ¡Sí! De aquí al cielo ―dijo haciendo seña con sus manos. Betsabé sonrió con nostalgia ante tal dulzura. Acarició su cabello rubio con paciencia y delicadeza.

El silencio de sus ojos © (#Wattys 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora