Capítulo 21

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Franco De Vita - Te amo

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Franco De Vita - Te amo

Bogotá nunca había estado más hermosa que aquel día ante los ojos de Pablo. Era una típica mañana fría del mes de Noviembre. Betsabé se encontraba vestida esperando a que Amelia hiciera aparición con la orden en la que se plasmaba su salida del hospital. El día anterior el medico decidió no dejarla ir hasta que la hinchazón de su pierna izquierda no cesara, gracias al cielo, no hubo necesidad de enyesarla, pues Betsabé se sentiría más inútil de lo que ya se sentía con su mano completamente envuelta en una gasa.

―¿No te molesta el pantalón? ―le preguntó Pablo, terminando de guardar algunas de las cosas de Betsabé en su bolso.

―No. Estoy bien, ya te dije ―respondió tratando de calmar la preocupación de Pablo.

Él sonrió apenado, con sus mejillas coloreándose. A Betsabé le encantó lo inocente que parecía en ese momento.

―Perdóname, amor, es solo que me preocupa que algo te incomode.

Betsabé lo miró fijamente.

―Te repito, estoy bien. No tienes nada de qué preocuparte.

―Lo lamento, pero no puedo dejar de preocuparme por ti. ―Se sentó junto a ella, y entrelazó sus dedos.

Esa mañana, todo se sentía tan diferente para ambos. Y es que todo iba a ser diferente a partir de ese día. Iban a vivir bajo el mismo techo. Juntos. El pensar en eso, lograba que un vuelco furioso fuese dado por el corazón de Pablo. La iba a tener con él desde ese día en adelante. Era obvio que eso no sería para siempre, pero la sola idea de tenerla junto a él, bajo su atento cuidado, lo hacía sentir completamente nervioso y a la vez emocionado.

Betsabé carraspeó su garganta, y habló con la vista fija en sus dedos entrelazados:

―Si... Si llegas a darte cuenta de que esto es un error... puedes decirlo en cualquier momento.

―¿Qué...? ¡No! No es un error, cuidar de ti jamás será un error.

Betsabé suspiró.

Se sentía completamente extraña. Apenada, definiría todo eso. No podía pensar en cómo las cosas cambiarían para Pablo. Conocía su situación. Sabía que estudiaba becado en la universidad. Si situación económica nunca le había supuesto un problema para relacionarse con él, pues no era de ese tipo de personas; no obstante, tenerla bajo su mismo techo iba a suponer una carga más para él, y no podía tolerarlo. Además, estar ambos bajo el mismo techo, suponía un intercambio tanto de espacio como de sus sentimientos, y temía como fuese a terminar todo aquello en dado caso que tuviese algún tipo de descontento.

Ojalá eso no ocurra, pensó.

―Oye ―musitó Pablo acariciando su mejilla. Gracias al cielo las marcas no tardarían mucho en desaparecer, pues ya habían empezado a borrarse―. ¿Adónde fuiste? Te perdí durante unos segundos.

El silencio de sus ojos © (#Wattys 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora