La Persecución y William

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Podía sentir el peso de la hoja de la espada contra mi hombro, tendría que tener 17 años en aquella ocasión cuando el Rey Enrique me armó caballero. "Siempre habla con la verdad, aunque eso lleve a tu muerte, Protege al desvalido y nunca hagas el mal ese será vuestro credo como caballero" Fue en ese momento donde me di cuenta que mi vida tenía sentido.

     Los soldados borgoñeses continuaban marchando entre la espesura del bosque, estaban buscándolos. William tenía la mano sobre el mango de la espada. mientras observaba con mucho cuidado, tenía que poder predecir los movimientos de sus enemigos. Buscar la forma de desarmarlos sin tener que entrar en batalla. Era el único en el grupo que podía luchar.

      Se iban con cuidado. Para no llamar la atención. Poco a poco sin hacer ruido. El encabezaba el movimiento por supuesto., tras él iba Nicole y Lady Allys. Y hasta atrás el sirviente de la reina y la Reina Henrietta quien parecía tener muchas dificultades para moverse por el bosque.

     --Ser por favor, más despacio, la reina no puede moverse tan deprisa. —dijo el sirviente de la reina.

     --No podemos detenernos aquí. —respondió William. —Ellos nos encontrarán, y necesitamos avanzar más antes de que se ponga la luz del sol.

    --No hay forma que podamos regresar a Tours antes de que se ponga el sol. —dijo Nicole.

    --¡Ahí miren! —exclamó Lady Allys más abajo se encontraba lo que parecía ser un campo maderero, No era mucho pero no habría forma de avanzar más de lo que el joven caballero hubiese querido.

    --Vamos. —dijo el caballero y cambió de dirección hacia el campamento maderero.

     Fueron presurosos, no podían esperar tanto tiempo. William solo podía pensar en que no los atrapasen. Los borgoñeses, querrían a la reina eso era obvio. Pero este plan de secuestrar a la reina era mucho más complicado de lo que parecía. 

    Y además tampoco podía exponer a Lady Allys al peligro. Se lo había prometido a Lord Beric, que llevaría a Lady Allys a la seguridad de las tierras inglesas. Y sus juramentos, era algo en lo que William tomaba gran orgullo.

     El campamento estaba abandonado. Eran tres chozas mal construidas, con un pozo justo en el centro. Por el polvo que había en el interior de las chozas, William sospechó que el campamento había sido abandonado desde hace meses. Lo cual resultaba conveniente. Para los borgoñeses, quien podría sospechar una insurrección desde el interior del bosque. La Reina y su ayudante fueron los primeros en entrar a la cabaña. Se sentaron justo en un viejo camastro que estaba en el rincón.

    La reina se sentó inmediatamente. El sudor que brotaba por su frente denotaba estar exhausta, aunque no hubiesen pasado tanto tiempo desde que se separaron del camino.

     --Vi unos arbustos de bayas por aquí cerca. —respondió Nicole.

     --Si, y yo una madriguera de conejos. —respondió Ser William. Tratare de cazar algo mientras esperamos aquí. —respondió el joven caballero.

    Los dos salieron dejando en el campamento a La reina su ayudante y Lady Allys Caminaron a las faldas del bosque. Donde Nicole comenzó a recolectar bayas de un árbol de moras cercano.

    --¿Son seguras? —preguntó el caballero.

    --Si, estas son las mismas bayas que usaban las hermanas en la abadía para cocinar pasteles. —dijo Nicole. —Mi padre solía llevarlas a la casa.

    --Lo siento. —respondió el caballero. —Lamento que hayas terminado en una situación así. —respondió William.

    --No tiene por qué disculparse Ser William. Tampoco debería sentirse preocupado por Selene y Jaques. —dijo Nicole. –Ellos estarán bien.

La Doncella de Hierro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora