La Duquesa y Selene

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"Antes, de todo esto, cuando era una niña, mi padre y Edric regresaron de la aldea. Una noche después de una exitosa venta de la cosecha. Con todo el oro que tenía mi padre compró muchas cosas. Queso, vino, nuevas trampas, un cachorro y...un vestido. Yo me había quedado con Mamá a cuidar a Pierre quien había nacido durante la primavera de ese año.

         Cuando mi padre me dio el vestido me lo puse, me quedaba corto. Pues había sido hecho para una niña más pequeña que yo. Pero ante aquel reflejo del espejo...no podía mentir, me sentía la niña más bonita del mundo, no importaba que mi cabello estuviese enmarañado o que tuviera tierra sobre mis mejillas. Yo era feliz"

              Ahí estaba Jaques tendido sobre la cama, con su pierna vendada como su brazo. El médico había terminado de vendarle. Y se preparaba para salir cuando Selene entró en la habitación.

               --Oh por dios. —dijo el muchacho. –Selene...

              --Ya sé, ya sé, pero la Duquesa insiste en que use esto. —respondió Selene. Se le hacía difícil caminar en ese vestido. El corsee era molesto, pero lo que más le molestaba era la brisa que corría por debajo de la falda. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había usado un vestido y que ya se había acostumbrado a usar pantalones de montar.

            --Te vez bien. Mi lady. —dijo Jaques riéndose.

           --¡No seas malo! —respondió Selene y le dio un golpe en la pierna. Jaques gimió de dolor.

           --¿Y qué te ha dicho la duquesa? —preguntó el muchacho.

          --No lo sé, aun no la he conocido. De hecho, ella espera que nos presentemos. Esta noche. —dijo la chica.

          --Bien, que estamos esperando. —respondió Jaques. Mientras se reincorporaba de la cama.

             Selene puso su mano sobre el hombro del muchacho.

          --No puedes ir así. —dijo Selene. El muchacho solo llevaba ropa interior.

          --Me pondré mi ropa. —dijo Jaques.

             --No servirá. —respondió Selene. —Si yo tengo que usar este vestido tú también tendrás que utilizar esa ropa. —Dijo la chica apuntando con el dedo a la mesa. Ahí estaba una muda de ropa. Un chaleco de terciopelo, mallones y escarpines. Jaques hizo una mueca de disgusto.

               Cuando Jaques terminó de vestirse, Selene no pudo evitar reírse del muchacho.

             --Me veo como un payaso. —respondió el chico.

               --Si, definitivamente sí. —dijo Selene entre risas.

              Después salieron de la habitación. Hacia él salón de la duquesa. Selene no sabía cómo moverse, sin Ser William ahí quien hiciese toda la conversación, Selene tenía que tratar de actuar como caballero. Ya que Jaques no lo podría hacer. Dependía de Selene asegurarse que la duquesa enviase ayuda para sus amigos, o tan siquiera saber que había sido de ellos.

        Frente a la cámara de la Duquesa había dos guardias. Los dos intercambiaron una mirada. De desagrado cuando vieron que sobre el vestido de Selene llevaba colgada la espada.

       --Sin armas. —respondió uno de los caballeros.

      Selene se quitó la espada y se la dejó al guardia.

La Doncella de Hierro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora