La Orden de los Caballeros de San Juan de Malta, Yo había crecido escuchando historias sobre ellos, una de las ordenes anglosajonas creadas no para conseguir tesoros, o defender misioneros en tierra Santa, no. la Orden de San Juan, había sido creada para defender a cualquier alma cristiana que se aventurara a cruzar el mar mediterráneo.
--Yo soy el Gran Maestre de la Orden de San Juan Mordred Zafron, ¿Quiénes son ustedes y que es lo que hacen aquí? —preguntó el gran Maestre.
--Yo soy Ser William de Versalles y ella es Lady Allys de la casa Merrybound, Y ellos son Lady Selene Bardo La Doncella de Hierro y Jaques. hemos viajado desde Francia. Y solicitamos asilo para la pequeña dama.
--Pues habéis venido en el peor de los momentos. —dijo el Gran Maestre—La armada turca llego hace una semana, Sin embargo esta es tierra Inglesa, y nosotros estamos guiados por el código del caballero, La pequeña Dama podrá quedarse el tiempo que sea necesario. —dijo el gran maestre.
Los cuatro siguieron al gran maestre y a sus caballeros hacia el interior del fuerte. El interior era caluroso y húmedo. Desde las grandes ventanas con vitrales podía apreciarse la bahía, William pensó que debía verse hermoso, pero no con el asedio turco
--Deberíamos enviar un mensajero hacia El continente, en el peor de los casos buscar la asistencia de la orden templaria. —dijo Ser John.
--¡Bah! ¿Crees que ese bastardo de Robert de Sable estará dispuesto a ayudarnos?, El hombre no nos ayudó durante la defensa de Acre, menos ahora. No, los templarios no nos ayudarán en absoluto.—dijo el gran Maestre.
--¿Que tal Constantinopla? El emperador Basilio es amigo de la orden —preguntó Ser John.
--¿Alguna vez has visto una catafracta bizantina cabalgar en el agua? No contaría con los bizantinos para que nos ayuden. –dijo el Gran Maestre.
Entonces El gran Maestre se detuvo frente a una serie de habitaciones.
--Tengo tres recamaras listas para ustedes—dijo el gran maestre a Ser William, Jaques a Selene y a Lady Allys. –las mujeres dormirán en esta, y cada uno de los otros tomará una habitación. Luego el Gran Maestre abrió la alcoba, solo había un catre y una mesa en toda la estancia.
--Gran Maestre, no esperamos estar por mucho tiempo aquí. —dijo William.—Selene y Jaques piensan seguir su rumbo hacia Tierra Santa.
--Pues a no ser que encuentren una forma de deshacerse de la flota turca—respondió el Gran Maestre.--dudo que duren mucho tiempo en alta mar. No se preocupen tenemos suficiente comida para cuatro años. —dijo el hombre. —Los muros del fuerte son gruesos, y altos, nada podrá tras pasarlos.
--Mientras yo llevaré un contingente de caballeros a la ciudad. —dijo Ser John.
--Usted no hará tal cosa. —dijo el gran Maestre.
--Con el debido respeto Gran Maestre, no podemos perder la ciudad en la bahía. Ellos son los que no han dado el alimento para sobrevivir en el invierno. —dijo Ser John. —No podemos abandonarlos a su suerte allá afuera.
--Necesitamos a cada caballero listo para defender el fuerte hasta el final. —dijo el hombre.
--No podemos abandonarlos a su merced, es nuestro juramento como caballeros. —dijo Ser John.
--No podremos defender nada, si la orden cae, antes de nuestro juramento esta nuestro deber como cristianos y no permitir que esta isla y este fuerte caigan en nombre del Islam.—dijo el gran Maestre y luego se fue. Ser John también se fue. Y Dejó a Ser William y a los otros solos.
--¿Ser William la ciudad va a caer? —preguntó Lady Allys tirando los pantalones del joven caballero.
--No lo se mi lady, pero mientras estemos aquí. dentro de estos muros estaremos a salvo.—dijo el caballero
--Parece que no tendremos mas opción mas que quedarnos aquí hasta que el sitio termine.—dijo Jaques.
--¿Hay algo que podemos hacer por la ciudad Will?—preguntó Selene
--Lamentablemente, estamos sujetos a las leyes de la hospitalidad de la orden de San Juan, no podemos hacer nada a menos que nos lo pidan.
Selene miró por la ventana. La flota turca estaba lanzando piedras en llamas contra los muros de la ciudad.
--Todas esas personas...
Esa misma noche hacía más calor que antes. William estaba en su alcoba, sin poder dormir, entonces tomó su espada y trató de desenvainarla, pero la espada se había quedado atorada en el interior de la vaina. El caballero tiró con fuerza la espada y cuando logró desenvainarla la espada Salió volando y se golpeó contra la pared de piedra. El pomo de la espada se zafó de su sitio. Y las monedas de oro cayeron.
"Cierto...me había olvidado de ustedes" 'pensó William y tomó las monedas que había sobre el suelo, hacía falta una de ellas. Desde que había perdido las monedas en Tours, había empezado a guardarlas en el interior del mango hueco de la espada. Le daba una mejor resistencia y aerodinámica a la espada y reducía la vibración del choque de la espada. fue metiendo cada una de las monedas nuevamente en el interior del mango.
"Ricardo Plantagenet; Rey de Inglaterra" leía la moneda.
Desde que había llegado a Francia había tenido que pagar con las monedas de oro, pero no importaba, había regado las monedas desde Normandía hasta Marsella, no habría manera de que dieran con la verdad, Después de todo los únicos que se habían acercado a la verdad yacían muertos. El caballero empezó a afilar su espada. cuando escuchó que alguien tocó a la puerta. El caballero se levantó y abrió la puerta.
--Ser John ¿Que hace aquí? —preguntó William.
--Ser necesito su ayuda con urgencia.
--¿Qué ocurre?
--Los turcos han asegurado una cabeza de playa en el lado norte de la isla, para mañana la ciudad quedará sitiada y no podremos hacer nada de nada. —dijo Ser John.
--El Gran Maestre dijo que no hiciéramos nada...
--El gran Maestre no sabe de los túneles que conectan con el palacio del príncipe Cedrón. —dijo Ser John. –Si la ciudad cae no hay forma de que podamos detener a esos salvajes en los túneles. Tengo una cuarentena de caballeros listos para ir al combate. —dijo el hombre. –Pero necesitaremos todos los hombres que podamos.
--¿Quiere que lo ayude?
--Quiero que usted, la chica caballero y el muchacho ayuden. —dijo Ser John—Establecer una propia defensa en la ciudad. Pero aunque lográsemos establecer la defensa, debe de haber unos 10,000 en los barcos todavía.
--Hay una estrategia, pero solo puede funcionar si están dispuestos a ayudarnos, si lo hacen veré que sean escoltados personalmente a la Tierra Santa.
"A la Tierra Santa...Selene..." pensó William.
Tu ayudaré, pero no puedo hablar por la doncella de Hierro ni por Jaques, deberás de preguntarles en persona.
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La Doncella de Hierro II
Historical Fiction¡GUERRA! Después de la Batalla de Orleans, las cosas no han hecho mas que empeorar. Con una Francia dividida y debilitada por los continuos saqueos e insurrecciones, Selene y sus amigos continúan su viaje para llegar a tierra santa, a través de...