El Ultimatum y Selene

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El trote de los caballos me hacía recordar Al sonido de la lluvia contra los tejos sobre el techo de la granja, Era la primera vez que veía los verdes campos de la campiña cubiertos por una ligera capa de nieve. El mismo camino romano que había estado desde antes de que Francia fuese una nación yacía cubierto por la nieve. Hacia nuestra izquierda yacía el bosque de Versalles Y al frente el campamento del rey. Finalmente habíamos llegado.

La reina Henrietta iba tapada con capas de pieles finas. A su lado Ser William. Y a su otro lado iban el Duque Germain Martel, Lord William Ursa y La duquesa, asi mismo cubriendo el flanco derecho de la duquesa iba Selene cargando el estandarte de Poitiers. Frente a la gran columna de soldados Aquitanos de Tours y los veteranos de Lord Ursa yacía el gigantesco campamento. Las tiendas azules y los estandartes de la flor de lis dorada. Denotaban su alineación. Una partida de jinetes fue hacia el encuentro de los hombres. Pero cuando vieron a la reina no hicieron preguntas. Solo se hicieron a un lado y dejaron al gran ejercito, pasar y unirse al campamento.

--El rey estará ahí presente. —dijo Ser William a la Reina.

--Lo se. —dijo la reina. —Más vale terminar con esto antes de que sea demasiado tarde.

Cuando llegaron ante la carpa de mando principal Ser William descabalgó y luego ayudó a la reina a descender de su montura. Mientras tanto El duque Germain le daba órdenes a sus hombres de montar el campamento al lado del ejercito real.

Selene miró tras ella, sobre uno de los carromatos se encontraba, Jaques hablando con Nicole y con Lady Allys. Selene dio vuelta a su caballo, tenía la intención de unirse con ellos.

--Doncella de Hierro, no quiero que te alejes. —dijo la duquesa. —Y mantén tu espada cerca, es posible que tengamos que usarla para salir de aquí. —dijo la duquesa.

--No lo entiendo mi señora. ¿Por qué razón deberíamos hacer eso? —preguntó Selene.

-- La Reina que le puso el cuerno al rey regresa hacia él, tu qué crees que pueda pasar dentro de esa tienda. —dijo incisivamente la duquesa.

--No lo sé, la perdonará ¿No es así?

--Oh mi Doncella de Hierro, no tienes idea de lo difícil que es el matrimonio, Conozco al Rey desde que era un niño, Louis de Anjou podrá verse como un hombre gentil y paciente, inofensivo e inmaculado, pero por Dios que se convierte en un Toro furioso que lanza cornadas contra todos.

Entonces salió un caballero de la tienda de mando y les concedió el paso a los líderes del ejército. La reina entró primero, luego el duque Germain, después Lord Ursa, Finalmente entraron Ser William y Selene.

El interior estaba lleno de pieles, y había hombres viejos en armaduras. Todos ellos eran los generales de ese gran ejército y el centro había un hombre de cabello corto negro, que vestía una armadura plateada con una larga capa invernal azul. El hombre levantó la vista.

--Duque Arlo de Valois. —dijo la reina.

El duque y todos los generales presentes dieron una reverencia frente a la reina.

--¿Dónde está mi esposo? —preguntó la reina.

--El Rey, se quedó en París a proteger la ciudad. —dijo el Duque Valois.

--Si usted está aquí, eso debe significar que usted es el comandante al mando del ejército real. —dijo Ser William.

--Así es. —dijo el duque. --¿Ser William, Lady Selene? ¿Qué es lo que hacen aquí? —preguntó el duque.

La Doncella de Hierro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora