Epilogo

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El palacio estaba lleno de gente, de tantos duques y nobles ese día, desde la batalla de Versalles los nobles habían regresado a arrodillarse frente el rey Louis de Anjou. Henrietta llevaba un nuevo peinado ese día, un peinado con fleco que cubría el lado derecho del rostro. "El lado de la justicia del rey" Y ahora usaba un vestido azul de cuello alto, y una larga falda, no volvería a mostrar su cuerpo nuevamente al público o de otro modo sería castigada con más severidad. Mucha más de la que Louis le hizo. Todavía podía sentir el hierro al rojo vivo en su rostro si cerraba los ojos.

--Su majestad se complace en recibir a Ser Odou de Chantal, caballero de la orden del temple. —dijo el portavoz del rey.

Un hombre de armas entró por la puerta del salón del trono. El hombre llevaba una cruz bordada en su túnica. Y una larga barba y cabello enmarañado, como si el hombre se la hubiese pasado todo el día viajando.

--Ser Odou, por favor entre. —dijo el rey Louis. --Los caballeros de la orden del Temple siempre serán bienvenidos en la corte del rey. Después de todo son ustedes los que protegen a los peregrinos en La Tierra Santa. Así que, por favor, decidnos, ¿qué le trae a París?

--Alteza... He viajado por todos los reinos cristianos, desde el corazón de la cristiandad en Roma hasta las cortes germanas. Para suplicar por ayuda. —dijo el caballero—La Tierra Santa ha caído.

Entonces todos los nobles comenzaron a inquietarse. Louis levantó la mano y todos los nobles se callaron.

--¿Qué quiere decir, a que se refiere conque cayó?

--Como lo ha oído majestad, Jerusalén cayó, El rey de los sarracenos Saladino líder militar de todo el islam yace como el nuevo rey de Jerusalén. El ejército cruzado de Guy de Lusignan y Reynaldo el Chatillon yace bajo la arena. Y los dos pasados por la espada.

--¡Esto es un ultraje! —exclamó El rey Louis de Anjou. –No podemos dejar a estos herejes el control de la tierra Santa.—dijo inmediatamente el rey, levantándose de su trono.

--Su majestad, en este momento el Crac de los caballeros y la orden del temple son los únicos que aún continúan peleando, así que por favor le imploro que mande ayuda, no por nosotros sino por las almas cristianas que aún se encuentran atrapadas. —dijo Ser Odou. –El Gran Maestre Robert de Sable no soportará por mucho tiempo.

--Y por supuesto que Francia no se quedará con los brazos cruzados. —dijo Louis de Anjou.

--Es un alivio—dijo Ser Odou.—El ejército papal ya zarpó hacia la tierra santa.

--Francia es un reino en el favor de dios, reuniré a todos los duques para discutir la creación de un nuevo ejército cruzado para ir a la tierra Santa. Mientras tanto Ser Odou, será mi invitado hoy. Y mañana irá hacia el puerto donde mis hombres lo llevarán con mi sobrino Ricardo, el Rey de Inglaterra.

--Muchas gracias alteza, muchas gracias—dijo Ser Odou. Mientras se arrodillaba con lágrimas en los ojos. 





Estimado lector aquí termina la segunda parte de La Doncella de Hierro. La tercera parte iniciará a publicarse en el 2019. 

Gracias.

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