El Sitio de Malta y Selene

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Aquellos túneles parecían más bien grandes cavernas, el calor era sofocante y la humedad insoportable, sin duda no era el mejor lugar para estar usando una armadura, Sin embargo, me recordaba a la cueva que había en el bosque en Normandía, Sentía un gran miedo, pero por suerte mi hermano iba conmigo. Ahora volvía estar en la misma situación, pero ahora no tenía a mi hermano. Tenía a mis amigos ayudándome.

Habría pasado poco más de la media noche cuando Ser William y Ser John tocaron a la puerta de Selene pidiendo su ayuda y explicando la situación. Selene no conocía mucho sobre los sitios o cómo funcionaba la guerra. Pero entendía que su código de caballero la hacía tener que mantenerse a sus palabras después de todo "que eso no es lo que Edric hubiese hecho"

Selene giró la cabeza, recordando que Lady Allys continuaba dormida en la cama. ni siquiera se molestó en despertarla, siendo esa la última vez que podría volver a verla. Frente a ella iban las columnas de soldados caminando en aquel horno. Con las antorchas alumbrando el camino. Entonces se escuchó un estruendo.

--¡Que fue eso! —exclamó Jaques.

--La armada turca atacando los muros del fuerte—dijo Ser John.

--Ser John, ¿cuánto falta? —preguntó William,

--Ya estamos cerca. —dijo el caballero.

Una luz anaranjada al final del túnel. Uno a uno fueron saliendo del interior de la cueva, El clima era refrescante. Había al menos una docena de soldados alumbrando el camino. Cuando los caballeros comenzaron a salir.

--¡Bueno ya era hora! —exclamó el príncipe Zafrón. El príncipe era un hombre delgado, de estrechos hombros y cara de caballo con larga cabellera lacia castaña que le llegaba a los hombros, tenía un bigote delgado y perfectamente cuidado. Vestía con mallas y un chaleco de terciopelo. A su lado había un caballero que no decía nada de cabello cenizo y mirada estoica.

--Príncipe Zafrón, Infórmenos de la situación de la ciudad. —Preguntó Ser John.

--Mejor se lo muestro Ser. —dijo el príncipe.

Luego Ser John mandó a llamar a otro caballero.

--Inspeccionen las defensas de la ciudad. Quiero un reporte completo para antes del amanecer.

Los caballeros se empezaron a esparcir por el interior de la ciudad. Mientras Tanto el príncipe Zafrón llevó a Ser John, y al resto hacia los muros de la ciudad maltes. Había un campo verde y se podía escuchar el oleaje del mar próximo. Pasando los campos había luces rojas y anaranjadas. Selene sabía que debía tratarse del campamento turco.

--¿Cuántos hombres tiene en la guardia de la ciudad? —preguntó William.

--800 hombres. —respondió el príncipe.

--Son pocos-- respondió Ser John. -- ¿Y refuerzos?

--Envié mensajeros a las otras ciudades Malteses, desde hace días. —dijo el príncipe.

Selene observó que todos los soldados que tenía el príncipe Zafrón bajo su mando no solamente eran campesinos y ciudadanos escuálidos, si no que todos tenían sus espadas colgando del cinto desenfundadas. A Selene se le hizo curioso aquello. Veía también que los hombres que si enfundaban sus espadas sumergían las hojas en aceite antes de guardarlas en las fundas.

--¿Por qué razón tienen las espadas desenfundadas?—preguntó Selene.

--Por el clima Maltes.—dijo el caballero de cabello cenizo, a Selene le impresionaba que aquel caballero fuese capaz de hablar francés cuando el resto hablaba en inglés. —Con este clima las hojas de las espadas se expanden y se atoran en las vainas. Haciéndolas casi imposible sacarlas.—dijo el hombre.

Luego Selene miró hacia el príncipe y A Will y al resto de los caballeros planificando la defensa.

--Ser Andrik, por favor dígale a Ser John , su arma secreta—Dijo el príncipe Zafrón.

El caballero de cabello cenizo entonces caminó hacia el caballero de la orden de San Juan y le dijo en un inglés golpeado.

--Fuego Griego. —respondió el caballero de cabello cenizo.

--¿Fuego Griego? —preguntó el caballero de san juan.

--Tenemos en gran cantidad. —respondió el príncipe Zafrón.

--Pensé que ya no había más fuego griego en el mundo. —dijo William.

--Ser Andrik aquí es un caballero de la Orden de Santa Sofía. —dijo el príncipe Zafrón.

--¿los cazadores de brujas? —preguntó Ser John. –Eso explica todo, regresaré con mis hombres al fuerte. No vale la pena pelear por hombres con delirios de brujas. —dijo Ser John.

--Usted puede creer lo que quiera de mi orden. —dijo Ser Andrik—Pero el fuego griego es muy real, lo tenemos almacenado en el faro este.

--¿El faro este, el que se encuentra fuera de la ciudad?

--El mismo. —respondió el Principe.

--¿Y como espera que podamos traer los barriles hasta aquí? —preguntó Ser John.

--Con un ataque. —dijo Selene. Rompiendo el silencio.

--¿De que hablas? —preguntó William.

--Will, se me ocurre que podemos atacar al campamento Turco, mientras sacan los barriles del faro y los traen a la ciudad.

--¡Atacar el campamento turco es una locura!—exclamó el príncipe.—Alguien por favor calle a esta mujer.

--Will, durante el ataque al barco noté que los turcos desenvainan sus espadas hasta el momento de la batalla, por lo tanto...

--Sus espadas se quedarán atoradas en sus fundas con este clima. —dijo William.—excelente plan Selene.

--Y en la noche sin armadura ni armas, podríamos hacer gran daño al ejército turco, Si el príncipe Zafrón nos da unos 400 hombres podremos ser capaces de saquear el campamento. –dijo Ser John—Mientras el resto de los caballeros movilizamos los barriles desde el faro hasta la ciudad.

--Es una broma, ¿van a dejar que esta mujer, guie a mis hombres a la guerra?—dijo el príncipe Zafrón.

--Principe, Ella es Selene Bardo, La Doncella de Hierro, ungida caballero durante la batalla de Orleans, mujer de armas en la gran batalla de Versalles, defensora de la corona de Francia y Veterana de la guerra de Sucesión Francesa. –dijo Ser William.—Esta mujer ha tenido mas experiencia en un año que la mayoría de sus capitanes en toda su vida.

--No sabía...que era veterana de guerra.—dijo El príncipe.

--Aun así , hay un problema, como hacer que las tropas sean capaces de llegar hasta la bahía sin que sean detectadas.

--Facíl—dijo Jaques—Cubrimos las hojas de las espadas y las armaduras con pintura negra. Y así no podrán descubrirnos por el brillo del metal.

--Will, Tu y los caballeros pueden encargarse de transportar los barriles mientras Jaques y Yo hacemos la distracción.

--No lo se Selene, suena peligroso.—dijo William. –Yo debería ir contigo para asegurarme...

--No es necesario Ser William.—dijo Jaques.—Yo también sobreviví a Orleans, y a Versalles. Además yo no guardo ningún secreto.

--Bueno ya esta resuelto. —respondió el príncipe Zafrón. –Acabemos con ellos antes de que llegue el amanecer. 

La Doncella de Hierro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora