La Batalla de Versalles y Selene

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"Ten...ten cuidado Selene." Es lo que me había dicho Ser William, había podido notarlo en sus ojos, la desconfianza, o sería la tristeza. ¿Que veía yo en los ojos del caballero?, No habían pasado mucho tiempo juntos desde que nos volvimos a encontrar en Tours. Y Sentía miedo, con cada paso que mi caballo daba, sentía el miedo, pero no podía hacerme para atrás, después de todo lo decía en mis votos Ir sin miedo a los ojos del enemigo".

Selene corría con su caballo, tras ella, 40 jinetes más, dos de ellos llevando los estandartes del ejército real, a su derecha yacía el campo de batalla donde miles de hombres peleaban a muerte. La estrategia que habían planeado la noche anterior no había funcionado. Selene tenía que apresurarse, antes de que fuera vista.

Por suerte gran parte del ejercito del príncipe Raphael había comenzado a moverse en dirección al centro del campo de batalla. Entonces frente a ellos vieron una partida de jinetes enemigos que trotaban en sus monturas hacia ellos.

--Lanzas al frente. —exclamó Selene. Los jinetes que la rodeaban bajaron sus lanzas y justaron a los jinetes. Y continuaron cabalgando.

La tercera ráfaga de los escorpiones fue arrojada, los pivotes provocaban más terror en las tropas que verdadero daño. Selene no podía voltear a ver justo cuando estaban tan cerca. Podía ver sobre una loma los escorpiones, siete u ocho de ellos. Solo los ingenieros y una ligera guardia eran quien los cuidaba. Los escorpiones entonces giraron de dirección hacia Selene y el resto de la caballería. Y comenzaron a disparar.

Uno de los gigantescos dardos se clavó justo en la tierra, aun lado de Selene. La chica y la caballería desenfundaron sus espadas y comenzaron su carrera hacia la loma donde se encontraban los escorpiones del enemigo. Los ingenieros que estaban desarmados y sin armadura fueron los primeros en salir huyendo. Luego la caballería comenzó a romper los arcos de los escorpiones y a encender los virotes. Uno de los portaestandartes comenzó a hondear la bandera en señal de victoria. Selene vio como en el campo de batalla las fuerzas bajo el mando de Germain Martel se unían a la acción. Era una gran maraña de hombres peleando en todas partes. Matándose en todos los flancos. En ese momento, cualquiera podría ganar.

Entonces una flecha salió volando y se impactó en el cuello del portaestandarte. Selene volteó la cabeza. La caballería pesada enemiga se había formado en una sola fila.

--¡Doncella de Hierro! —exclamó el paladín Erembourc. En sus manos tenía la ballesta--Me concedería esta pieza. —dijo el Paladín.

Selene dio la orden y sus caballeros se formaron a su alrededor.

--Con gustó. —exclamó Selene y se bajó el visor del yelmo y levantó su espada. –¡Adelante caballeros de Francia por el Rey!

--¡Por el rey! —exclamó la caballería y comenzaron a galopar hacia la caballería del paladín Erembourc. La caballería levantó sus lanzas, otros sus espadas y cabalgaron. Selene mantuvo la espada levantada todo el trayecto cuando los dos cuerpos de caballería colisionaron.

Selene dio un sablazo a un enemigo en el vientre y luego chocó espadas con otro. Después peleó con otro. Logró hacer descabalgar a un lancero al chocar su espada contra la lanza, haciéndolo perder el equilibrio, después atacó a otro hombre. Entonces apareció Emebourc, con su espada desvainada, y fue al encuentro de Selene. Chocaron espadas una vez, y luego otra y otra, mientras sus caballos giraban en círculo lentamente. Entonces más hombres se reunieron alrededor de ellos. El caballo de Erembourc fue apuñalado con las lanzas mientras que un soldado tiró a Selene de su caballo. Selene rodó y trató de defenderse con el escudo, pero aquel hombre la sometió y justo cuando iba a matarla un dardo de ballesta se clavó en su corazón.

La Doncella de Hierro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora