Capitulo 75: Lluvia.

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Dejamos atrás las luces de la pequeña ciudad, mi vista se perdió en el oscuro paisaje del otro lado del cristal. Mi mente no estaba ahí, pensaba en Ian, tal vez herido pero no muerto, él no podía estar muerto, sin embargo yo estaba cada vez mas lejos de él.

Isaac había resbalado un poco en el asiento y su cabeza reposaba en mi hombro, se sentía caliente y húmedo.

--- Alguien vendrá a ayudarnos.--- Dijo Nuñez.

--- ¿Otro? No necesitamos a nadie más.

--- Nunca sobra ayuda, es de mis hombres de confianza y necesita dinero.--- Dijo sin despegar la vista del camino.--- Fue quien mato a Ian.

Kenny no respondió. Mi pecho dolió.

Minutos después la camioneta se detuvo a la orilla de la carretera, pero nadie dentro se movió.

Isaac a mi lado se retorció un poco, logro abrir los ojos.

--- ¿Dashia?--- Me habló.

--- ¿No dijiste que estaba a punto de morir?--- Preguntó irritado Nuñez.

--- Lo está, ¿Qué no lo vez? Agoniza.

--- Si, pero no está muriendo.

--- No tardará mucho.--- Respondió despreocupado.

--- ¿Dashia? ¿Estás bien?--- Logró articular con la respiración cortada.

Recargó su cabeza en el respaldo del asiento y dirigió su mirada al techo del auto.

--- Dejenla ir.--- Dijo a la nada.

--- Estoy bien.--- Intente responder.--- Descansa.--- Pero no sabía si las palabras se escuchaban con claridad o si él al menos estaba lucido.

--- ¿Vamos a matarlo? --- Pregunto el chino que hasta ahora permanecía en silencio.

--- Claro.--- Respondio Kenny.--- Deberíamos hacerlo aquí.

Nuñez giro su rostro a nosotros y miro a Isaac a mi lado, sudoroso y herido, mascullando cosas ilegibles.--- Tienes razón. Bajalo.--- Dijo abriendo la puerta de la camioneta.

--- ¡No, no!--- Me retorci en mi asiento tratando de aferrarme a Isaac, pero Kenny fue rápido y me tomo por los brazos.--- ¡No le hagan daño!--- Grité a través de la mordaza.

El chino bajo por su lado y abrió la puerta del asiento de Isaac, lo tomó en sus hombros como había hecho antes y lo bajo del auto.

Con mi boca logre apartar un poco el pañuelo entre mis labios.

--- ¡No le hagan daño, por favor!--- Logre gritar.

Kenny enterraba sus dedos en mis brazos, mientras yo me retorcía tratando de zafarme de su agarre para correr a detenerlos.--- Así que quieres ver el espectaculo.--- Me dijo y abrió la puerta de su asiento.--- Entonces vamos.--- Dijo y me jalo tras él a la fría intemperie, donde las gotas de lluvia comenzaban a caer.

--- Kenny, no hagas esto.--- Le suplique con nerviosismo.--- Nadie mas tiene que morir.

Pero no me escuchó, me guió al otro lado de la camioneta y caminamos a través de la maleza siguiendo al chino y Nuñez que arrastraban el cuerpo débil de Isaac. La lluvia arreciaba y golpeaba mi rostro.

--- ¡Kenny, por favor, detenlos!--- Le pedí, pero él parecía no escuchar.--- ¡Que no lo maten Kenny por favor!

--- ¡Callate! No puedo hacer nada, ¿no entiendes?--- Respondió sin dejar de mirar al frente, me sujetaba el brazo y caminaba con rapidez. Las espinas de las hiervas dejaban pequeños cortes en mis piernas desnudas.--- Esto tiene que hacerse.--- Agregó.

El bello síndrome de estocolmo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora