Capitulo 34: Casi.

1.7K 157 24
                                    

— Solo por diversión. Creo que seras muy divertida borracha.— Dijo cuando le pedí que me trajera una cerveza.

Nos sentamos en la arena en la orilla de la playa.

— Asi que este es tu lugar favorito.

— Si, este es.

— Eres tan único y diferente.-— Puse los ojos en blanco y el rió.

— Me gusta venir de noche.-— Bebió un trago de su cerveza.— Cuando no hay personas.

— Ni chicas en bikini.-— Añadí levantando el dedo índice.

Soltó una carcajada.-— No es eso.- volteó a ver el mar.— Me gusta porque me hace pensar.

— Vaya hay que venir mas seguido.— ambos reímos.

-— Me refiero a que escuchar las olas venir desde lejos y terminar en la orilla me da una idea de lo que somos.

-— Comencé a prestar atención.- reímos de nuevo.

-— Somos como las olas, nacemos en alguna parte, recorremos caminos largos y difíciles, para terminar en algún punto y nuestro recorrido pasa desapercibido para los demás.

-— Eres tan deprimente.

-— Te dije que borracha serías mas graciosa.- ambos reímos.

Pasamos unos minutos mas viendo las olas brillantes revolcarse desde el mar profundo y terminar desapareciendo en la orilla a poca distancia de nosotros.

Volteó a verme.-— ¿Te han dicho lo linda que eres?

-— Tu me lo dices todo el tiempo.

Sonreímos.

-— ¿Como te sientes?— Me pregunto después.

-— Me duele el trasero.

Rió. —Me refiero a estando aquí.

-— Me siento... Bien... Tranquila aquí.- en realidad no me sentía bien por estar ahí, me sentía bien por estar con el.

Se produjo un silencio entre ambos, solo podíamos escuchar la olas chocando a lo lejos. Pero no era un silencio incomodo, era un silencio... Pacífico.

Ian se revolvió sobre la arena, saco su celular de su bolsillo, di un trago a mi cerveza mientras lo veía iluminar  la pantalla.— Creo que deberíamos irnos, le dije a tu padre que volverías temprano.— Dijo poniéndose de pie y extendiendo su mano hacia mi, la tome.

No quería irme, quería quedarme ahí, con el, me hubiera encantado ver el amanecer de su mano, no quería preocupar a mis padres mas de lo que ya lo habían hecho, pero tampoco quería desaprovechar esa felicidad que sentía, esa paz y tranquilidad.

Me puse de pie de su mano y me acerque a el. Rodee su cuello con mis brazos y lo mire a los ojos.

— Sabia que te me insinúarías si te daba esa cerveza.— Dijo tomandome de la cintura y enviando un choque eléctrico a toda mi columna.

— Y aun así me la diste.-—Sonreí.-—tal vez querías que me insinuara un poquito.-— Hice una señal con mis dedos pulgar e índice.

-— Tal vez.-— Me dijo sonriendo.

Jale su cuello para que su rostro y el mio quedaran a la misma altura, su aliento fresco olía a dulce y alcohol, sus ojos tan azules me veían firmemente, sus dientes, perfectos apenas se asomaban entre sus labios sonrientes.

Lo bese, me besó, nos besamos, las sensaciones dentro de mi revoloteaban en mi estomago y mi pecho. No quería que terminara, quería seguir entre sus brazos, que sus labios me besaran hasta empalagarme, por primera vez en mi vida quería que siguiera, que llegara a donde tenia que llegar, la atracción era demasiada, los sentimientos, aunque confusos eran demasiados, tal vez fue el momento, el lugar, el alcohol, pero en ese momento... En ese preciso momento solo no quería que parara.

****

-—Llegamos.-—Dijo al detenerse frente a mi casa.

—Si.-—desabroche el cinturón a mi costado y lo volví a su lugar.

-— Mañana iremos a comer ¿Cierto?

-— Claro, tu pagas ¿no?

—Perdi.- dijo desabrochando su cinturón también.

-— Antes de que te vayas.— dije nerviosa, talle mis manos sudorosas en mi falda.-— Me gustaría preguntarte algo.

— Si, son naturales.-— Puso los ojos en blanco, no pude evitar reír.

-— No... Se que puede ser tonto preguntarlo... Pero... Tu y yo... Ya sabes... Tenemos citas.-—lo enmarque entre comillas.-— Nos... Besamos... Y... Solo por si me preguntan... ¿Que debo decir que somos?

Soltó una breve risita y dejo caer su cabeza en el respaldo sonriendo. Volteo a verme.-— ¿Que te gustaría que fuéramos?

-— Yo pregunté primero.

Sonrió.-— Hace mucho que no hago esto, nisiquiera se si soy bueno, pero... Me gustas.-— Mi corazón dio un vuelco, Ian volteo su rostro al frente de nuevo.-— ¿Recuerdas cuando me preguntaste que pasaría con nosotros cuando todo terminara?

-— Lo recuerdo.-— Me dijo que el no podía ofrecerme algo muy alejado a lo que teniamos, ahora entiendo a que se refería.

-— Tal vez ahora todo parece fácil, hemos tenido días lindos ¿no?

Asenti.

-— Pero volveré a mi trabajo en unos días, no quiero exponerte demasiado...-— Hizo una pausa, volteo a verme de nuevo.— ¡Demonios de verdad me gustas!-—Sonreí.-— Quisiera ofrecerte seguridad.

-— Me siento segura a tu lado.

Arqueo su cabeza sonriendo, se acerco un poco a mi, puso su mano en mi mejilla, me miro a los ojos.

— Y yo contigo.— Me besó, me beso con una sonrisa en sus labios, con los ojos cerrados y su mano tibia en mi rostro.— Mañana hablare con tus padres.

Sonrei.— ¿Ah si? ¿Sobre que? —Claro que lo sabía, pero quería que el me lo dijera.

—Eres menor de edad... Y yo... No.— Reímos.

—No creo que estén muy felices si me ven llegar borracha.

—Pero a salvo, un policia te trajo a casa.— Arqueo las cejas esperando mi replica.

—Eso suena todavía peor.— Reímos.— Ya es tarde tengo que llegar.— Abrí la puerta del copiloto, Ian me tomo del brazo y me atrajo hacia el.

—¿No vas a despedirte de tu casi novio?— Me beso de nuevo, sentí que podía vivir entre sus labios.

Casi no dormí esa noche, la emoción que embargaba mi cuerpo me impedía permanecer quieta, quería correr y saltar, cubría mi rostro conteniendo un grito que venía de alguna parte dentro de mi, me sentía sonrojar cuando recordaba sus besos, esperando ansiosa el siguiente día a su lado.

El bello síndrome de estocolmo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora