Capitulo 18: Edén.

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Un tiempo después la camioneta se detuvo.

--- Bajaré a ver que todo este bien.--- Dijo checo y escuche la puerta cerrarse. Mi corazón latía con fuerza, mi estomago dolía y tenía una sensación de presión en el pecho.

Checo volvió a subir a la camioneta y arranco de nuevo.--- Llegamos.--- Dijo al detenerse minutos después.--- Bajen ustedes primero, dejen a la niña aquí. Aunque lo intente, el lugar esta rodeado.--- Me costaba trabajo respirar. Sentí el leve jaloneo de la camioneta cuando todos bajaron.

--- No salgas.---- Me susurro Ian--- Esto terminará pronto.--- La esperanza me embargo, ¿De verdad podríamos? ¿Qué iba a hacer para ayudarme?

Bajó y cerró la última puerta. Medité un poco sobre lo que debía hacer a continuación, estuve tentada a descubrir mi rostro y echar un vistazo, pero no lo hice, me quede ahí, esperando el momento en que Ian me dijera "corre"

Pasaron unos minutos y una puerta se abrió.

--- Ahora linda, vamos a llevarte con el jefe, portate bien ¿Quieres?--- "Linda" Claro, era Ian. Me tomo del brazo y me saco de la camioneta.

--- Bueno, de cuerpo no esta mal.--- Dijo alguien tras él, escuche unos pasos.--- A simple vista podemos cobrar bien por ella, ¿Es virgen?---Pregunto.

--- Si.--- Respondió el que supuse que era Checo.

--- Manten tus manos atras.--- Me susurró, y comenzamos a caminar también.

El reflejo del sol apenas me permitía apreciar un pequeño edificio frente a mi, entramos en el. Ian me llevo a través de algunas puertas siguiendo a aquel hombre. Hasta que nos detuvimos en una, Ian me sento cuidadosamente en una silla.

--- Descubranla.--- Ordeno una voz rasposa.

Era un hombre, de mediana estatura, gordo, de tez morena clara, con la nariz ancha y los ojos pequeños. Sonrió y se acerco a mi, acercó su rostro al mio y tomo un mechon de mi cabello, lo acerco a su nariz y lo olio.--- ¡Exquisita! --- Dijo con los ojos cerrados. --- Pagarán muy bien por ti.--- Dijo dando la vuelta a la silla

En la habitación, estaban Ian, parado tras de mi, Checo junto a la ventana, Kenny sentado a un lado, ese hombre que nos guió parado en la puerta y el jefe, parado frente a mi, viéndome furtivamente.

Aquello parecía mas una bodega que quisierón hacer parecer elegante, con ese escritorio de madera en el centro, y las lámparas a los costados, el cuadro de una mujer semidesnuda enfrente sosteniendo una copa de vino frente a su rostro.

El jefe se detuvo frente a mi, me miro unos segundos. --- Quitenle la ropa.--- Dijo y se sentó en la silla frente al escritorio. Comence a rogar, aun amordazada, las lágrimas corrían por mis mejillas.

--- Esto será divertido.--- Dijo Kenny sosteniendo una sonrisa burlona en los labios, se acerco un poco.

El hombre junto a la puerta también se acercó a mi.

--- Yo lo hago.--- Dijo Ian. Acercandose antes.

Me costaba trabajo respirar, trate de hablar pero nada de lo que decía era legible. Se detuvo frente a mi y comenzó a desabotonar mi camisa, quise golpearlo, arrancarle los ojos, intente levantarme y golpearlo, pero el hombre de la puerta saco un arma de su bolsillo y me apuntó antes de que pudiera hacer algo.

--- No pasa nada.--- Dijo Ian frente a mi, evadiendo en todo momento mi insistente mirada.--- La niña no es tonta.--- Lo veía incrédula. Todas las esperanzas que había tomado antes se desvanecierón en un segundo, mientras sentía como Ian desabotonaba mi camisa y exponía mis pechos a todos los hombres de la habitación. Me sentí sucia, expuesta y mas vulnerable de lo que me había sentido antes. El jefe se acercó a mi con una sonrisa y me miro de arriba a abajo. Mi cara ardía, mi garganta rasposa con un grito contenido en el estomago.

--- ¡Todo eso escondías eh! --- Exclamó contento.--- ¡Definitivamente vas a hacerme ganar mucho dinero! ¡Mirate! Ese cuerpo y esa cara son una locura. --- Hizo una pausa. --- Incluso yo pagaría por ti.--- Sonreía.--- Pero no.--- Se dio la vuelta.--- Prefiero los miles que voy a ganar contigo.--- Se sentó de nuevo en el escritorio.--- Que buena adquisición.--- Le dijo a checo, que se acercó a él y comenzaron a hablar. Ian se acerco de inmediato y cerro mi camisa en un gesto rápido, solo para cubrir mi desnudes.

--- Lo siento.--- Susurro con una expresión adolorida. El nudo en mi garganta se hizo mas grande y las lágrimas brotaban por si solas.

--- Yo personalmente, los guiaré a nuestro edén.--- Dijo el jefe acercándose a la puerta con checo--- En agradecimiento por esta lindura, pueden tomar a la chica que quieran para el rato, el edificio de enfrente alberga a las mas hermosas jóvenes de la ciudad.

Ian me tomo del brazo y me hizo seguirlos, quería morir, ese infierno estaba cada vez mas cerca, todas mis esperanzas estaban en el suelo, Ian no me ayudaría, estaba segura.

El bello síndrome de estocolmo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora