Capitulo 9: Sola.

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Esperé toda la tarde a que Ian me visitara, o tuviera más atenciones conmigo. El tiempo parecía eterno, a pesar de no saber cuanto llevaba ahí.

Mas tarde unos gritos me sobre saltaron.

—¡Porfavor alguien ayudeme!.--- Se oían golpes en el metal, corrí y asome mi cabeza bajo la puerta, parecía que provenían de la puerta de enfrente. Una voz femenina, gritaba desesperada.

---¡Shh tranquila, no grites!--- Susurre bajo la puerta, y sorprendentemente ella guardo silencio.— Si gritas, te meterás en problemas, y sera inútil.

--- ¿Quién eres?--- Me preguntó entre sollozos.

--- Yo... Me llamo Dashia, llevó días aqui, no... No grites.--- Solo escuchaba sus sollozos.

--- ¿Qué van a hacerme?

--- Yo... No lo se, pero debes hacer lo que él te diga.

--- Tengo mucho miedo.--- Comenzó a llorar de nuevo, y yo lo hice también, me recargue en la fría puerta de metal, y rodee mis rodillas con mis brazos, su llanto alimentaba el mio, yo también tenía miedo, estaba aterrada. Algún tiempo despues deje de escucharla, y yo tambien guarde silencio, era mas probable que ella volviera con su familia.

--- Voy a pasar linda.--- La voz de Ian entre el tintinear de llavez. — Te traje de cenar.--- Me aparte de la puerta y me sente al borde de la cama. Entró en silencio y dejo un plato deshechable en el colchón.

--- ¿Ahora puedes decirme que esta pasando?

--- Lo siento linda no puedo.--- Dio un paso atras, y metio los dedos en las bolsas de sus ajustados jeans, baje la mirada y sin previo aviso comencé a llorar de nuevo. Se acerco a mi y se arrodillo.--- Escuchame.--- Levanto con sus dedos mi rostro para dejarme viendolo a los ojos.--- No puedo sacarte ahora, y tampoco puedo decirte porque, esto es importante, y espero que puedas entender porque lo hago y perdonarme.--- Las lágrimas brotaban de mis ojos.--- Pero escuchame, yo te prometo, que voy a llevarte con tu familia. Se que no puedes confiar en mi y yo tampoco lo haría, pero me importas, aunque no lo parezca. Aunque parezca un hijo de puta justo ahora.--- Parecía tan sincero, él era lo único que tenía para aferrarme. En sus ojos lo único que encontraba era seguridad.--- Voy a llevarte con tu familia.--- Me repetía.--- Pero dame tiempo.--- Hizo una pausa, había un nudo en mi garganta.--- Ellos no van a entregarte con tu familia.--- El terror de apodero de mi cuerpo, comencé a temblar, me sentí desesperada, mis ojos ya no tenían mas lágrimas.

--- ¿Qué van a hacerme entonces? ¿Van a matarme? ¿Va... van a venderme? --- Las posibilidades que había analizado antes ahora parecían mas probables.

--- Ellos...vas a estar bien... Ellos no van a hacerte nada. Te lo prometo.--- Asenti entre lágrimas. Su rostro estaba tan cercano a mi.--- Pero tienes que seguir como hasta ahora. Lo estas haciendo muy bien... No llames demasiado la atención.

--- ¿Qué hay de ella?--- Pregunté.

--- ¿De quién?--- Fruncio el ceño.

--- De la nueva, la chica que esta del otro lado del pasillo.

--- ¿De que hablas?

--- Vamos Ian la chica de enfrente, la trajeron hace rato.

---Dashia, eres la única aquí por el momento.

¿Estaba bromeando? Tal vez trataba de volverme loca.

--- Ian la escuche, me... Me dijo que tenía miedo, estaba gritando.

Levanto de nuevo mi barbilla.--- Linda, no hay nadie mas aquí, creeme yo lo sabría, tal vez... Lo imaginaste.--- Lo mire por unos segundos, yo no pude haberlo imaginado, ella estaba  asustada y gritaba.--- Trata de comer.--- Se puso de pie.

--- Ian... ¿Qué hora es?--- Lo detuve sin desviar la atención de mis manos.

--- Casi las ocho.--- Se dirigió a la puerta, al llegar se giro y me dio un beso en los labios.--- Vengo en un rato.

Por una parte estaba mas tranquila, Ian era lo único que tenía en esos momentos, y aunque pudiera ser mentira sus palabras eran lo único a lo que podía aferrarme. Sin embargo yo escuche a esa chica, me asustaba que hubiera podido ser producto de mi desesperación. Lo deje a un lado, ya no la había escuchado desde que lloramos juntas, así que seguramente fue un intento por no sentirme tan sola. Comí mi trozo de pollo empanizado y bebí la botella de agua. Me recoste en el frío colchón y me quede dormida de nuevo.

El bello síndrome de estocolmo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora