Capitulo 7: La llamada.

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—Linda, despierta.— Escuche entre sueños.— Vamos, debes volver.— Me levante un poco mareada.— Lo siento, se que fue poco tiempo pero ya debes volver. Te llevaré algo de comer.

Me sentí desubicada, tarde unos segundos en ponerme de pie. — Claro, claro, vamos.— Me tomo del brazo y me guío a través del pasillo de nuevo. Llegamos a la puerta de metal.

— ¿Qué quieres para desayunar?—Me pregunto entrando conmigo.

—Yo... Quisiera un... Pan dulce.

—¿Un pan? ¿De verdad un pan? - Asenti.— De acuerdo, un pan sera.— Cerro la puerta y escuche como el sonido de sus pasos se perdían en el pasillo. Me di la vuelta y vi todo el desorden, a un lado de la cama había varias manchas de sangre, la navaja de Kenny estaba en el suelo, la blusa rota seguía en la esquina y los platos de comida en el piso. Lo único que pude pensar era que todo eso estaba por terminar, ellos no podían esperar mas, la policía espera 72 horas antes de comenzar a buscar a alguien desaparecido, si esperaban mas no podrían pedir dinero, y eso era lo que ellos querían ¿no?

Por mi mente cruzó la idea de la navaja.

Puedo tomarla y atacarlo desprevenido cuando venga a traerme de comer, no lo vera venir, siempre guarda las llaves en su bolsillo derecho, puedo sacarlas y... Después... Buscar la salida.

Pero desheche la idea, sabía que no tendría el valor de atacar a Ian, a él no.

Aproximadamente media hora mas tarde escuche el sonido de las llaves en la puerta de metal.

— Vamos linda, come esto, y date prisa.— Parecía apurado.— Me dio una bolsa de papel con un pan dulce encima.

—¿Qué pasa?

—Casi vienen por ti, escucha linda, esto va a pasar, te van a llevar a un cuarto afuera, están armados y son muchos, no intentes gritar, van a llamar a tus padres y les pedirán el dinero, probablemente te den el teléfono, diles que lo hagan.— Mi corazón quería salir de mi pecho— Diles que les den el dinero, no intentes otra cosa. Voy a intentar no intervenir demasiado para no llamar la atención ¿de acuerdo?— Asenti brevemente. Se dirigió a la puerta, pero se dio la vuelta y me plantó un beso en los labios, me miro fijamente a los ojos.— Ten cuidado.-— Me susurro. Cerro la puerta tras él.

El hambre se me fue, mis manos y mi cuerpo entero temblaban, no podía pensar en otra cosa. Daba vueltas alrededor de la habitación, necesitaba ir al baño pero no me anime a pedirlo.

Un tiempo después se abrió la puerta,  dos hombres de mediana edad entraron, uno era gordo y de tez morena, el otro alto y blanco, parecía estar de muy mal humor, el otro despreocupado.

— ¡Vaya esta es linda!— dijo el hombre alto mirandome. Se acercó a mi y me tomo bruscamente del brazo. Me arrastro afuera.-— Y me gusta que no hable.— Agrego.

Recorrimos el pasillo, pasamos por la puerta de Ian y fuimos de largo, al terminar el pasillo abrieron otra puerta y había otro igual de largo. Mi brazo ardía por la fuerza que ejercían sobre el. Ian había sido mucho mas amable. Entramos en una puerta mas, la habitación era amplía, tenía unas ventanas cubiertas con periódico, había muchas cajas alrededor, una mesa en el centro y una mas pequeña junto a la ventana. Del centro colgaba un foco que no alcanzaba a iluminarla completamente. Me aventó a una silla frente a la mesa.— Sientate ahí, y haz lo que yo te diga.— Se perdió detrás de unas cajas, mire a Ian de reojo, estaba sentado en la mesa de la ventana, fumando un cigarrillo, me sonrió disimuladamente, mi corazón latió fuerte, sentí un alivio inexplicable, voltee al otro lado y vi a Kenny  recargado en una pared, tenía ambos ojos morados e hinchados, un corte en la nariz y el labio roto. Desvío la mirada inmediatamente. Vi a Ian de nuevo y sonreía en burla.

El hombre de antes volvió por donde se había ido, traía una especie de celular, pero mucho mas grande en una mano. Se sentó frente a mi. —¿Qué coño le hicieron en la cara?— dijo entre risas, Ian volteo a ver de reojo a Kenny y este bajo la mirada.

El hombre lo ignoro y se concentro en el aparato, pulso algunas teclas.

— Señor Scott.— pregunto alegremente. Mi corazón dio un vuelco.— Que gusto llamarlo, verá, sere breve... Tengo a la bella Señorita Scott frente a mi.— No soltaba el tono alegre y el coraje me embargo.— Quiero 5 millones.— Voltee a ver a Ian su rostro inexpresivo.— Se que no es nada para usted, y estoy seguro de que la niña los vale.— Dijo viéndome y sonriendo.— Bueno si se la comunico sera medio millón más.— dijo sonriendo.— Señor Scott por favor, sea breve, no me haga perder el tiempo, ¿La niña sigue viva? ¿O la mato de una vez?— Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos. Se aparto el aparato del oido.— Dile a papi que lo extrañas, preciosa.- me paso el teléfono.

—¡Papá, papá estoy bien¡— Escuche sus sollozos y los gritos de mi madre.

—¡Mi amor, ¿Qué te hicieron?! ¡¿Estas bien?!— Escucharlos fue una bocanada de aire.— Papá te va a sacar de ahí mi amor, no te preocupes, haz lo que te digan.-— Su voz se entrecortaba.

-— Suficiente.— Dijo el hombre y me arrebato el aparato.

— ¡Estoy bien papá!— Alcance a gritar.

— Muy bien señor Scott, haremos esto asi, quiero los 5 millones... Y medio, repartidos en partes iguales en 5 bolsas de basura negras, si no me equivoco... Maldita sea señor Scott deje de lloriquear...-— El nudo en mi garganta volvio.— Decía, de tras de la escuela de su linda niña, hay una construcción a medio terminar, ¿Correcto? Quiero las bolsas ahí a partir de la media noche, un hombre pasará a recogerlas después, revisaré que todo este en orden, y dejaré a la niña en ese mismo lugar, queda de más decirle que no nos conviene la policía envuelta en esto ¿Verdad?, muy bien, esta sera una transacción muy sencilla para ambas partes.— Colgo, dejo el aparato en la mesa y me miro.— Eres muy linda, no estoy tan seguro de querer entregarte.-— Vi sobre su hombro el rostro enfurecido de Ian tratando de mantener la cordura.— Llamaré al jefe a ver que opina.— Los ojos de Ian casi se salían de sus orbitas.

— Si, creo que ella puede servirnos.  Kenny desde la ventana.-—Estoy seguro que al jefe le gustara.- Ian volteo a verlo y lo fulminó con la mirada.-— Tal vez yo pueda probarla antes, ya sabes no sera la primera vez.— Dijo lamiendose los labios.

—Pero...pero mi padre pagara.— Logre articular.

— Ay pequeña.- dijo el hombre.- llevala de regreso.-— Le dijo al hombre que lo acompañaba. Recorrimos los pasillos de antes pero ya no preste atención al camino.

Me lanzo bruscamente a la cama y cerro la puerta tras él.

Comencé a llorar, ¿Aquella pesadilla no había terminado? ¿A que se refería Kenny con que podía servirles?

Espere por horas a que Ian volviera y me explicara que pasaba, pero no lo hizo, me dejo sola con mis pensamientos horribles, atormentándome a mi misma pensando en lo que podrían hacer conmigo ahora.

El bello síndrome de estocolmo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora