Capitulo 60: Todo.

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Su piel tibia y tersa, con su habitual olor a caramelo, sus cabellos rubios revoloteando en mi nariz, pintando la blanca almohada bajo su cabeza, sus manos aferradas a mi espalda como las de un gato con miedo a caer.

No me sueltes.

Parece suplicar con la mirada, puedo sentir su aliento agitado, su cuerpo temblando bajo el mio. Deposito besos en sus labios cada que esta a punto de gemir, le gusta, sonríe y me besa de nuevo. El simple contacto de su piel con la mía, nuestras manos enroscadas, su mirada decidida, confiando, segura.

Deseé tanto ese momento, desde la primera vez que la vi, imaginaba como sus hermosas piernas de abrirían para darme paso.

Aún en mis peores momentos pensaba en ella, en su cuerpo, su roce, sus besos y ahora la tenía frente a mi, viéndome a los ojos y segura de lo que quería, diciéndome que me ama y entregándose a nuestro amor, que pese a nacer a raíz de un acto siniestro... Es puro.

Termina, agotada, adolorida, pero con un sonrisa en los labios, un sentimiento emergiendo de su mirada, un sentimiento absolutamente correspondido.

Me recuesto a su lado, la abrazo y recarga su mejilla en mi pecho, rodeo sus hombros y su pequeño cuerpo con mi brazo.

--- Te amo.--- Me dice y encoge sus hombros como queriendo acercarse aún más a mi.

--- Te amo también.--- Le digo y beso su cabeza.

*****

--- Buenos dias.--- Me despertó Dashia al día siguiente con una sonrisa de oreja a oreja.

Sonreí en automático.--- Buenos días.

Giró su rostro hacia mi.--- ¿Ahora debería vestirme con tu camisa y caminar por la habitación para provocarte?--- Preguntó sonriendo.

--- O con nada.--- Reimos.

---Ian...--- Volvió su rostro al frente de nuevo.

--- ¿Si?

--- Gracias.--- Sujetó mis manos con las suyas y las apretó a ella con fuerza.

--- ¿Porque?

--- Esto fue... Estar contigo es... Tengo tanta suerte.--- Hizo una pausa.

--- Yo tengo suerte.--- Dije.--- Mirate, eres tan  hermosa.

--- Me daré un baño.--- Dijo unos minutos despues. Y se puso de pie a mi lado, la observe tratar de cubrir su desnudes con la sabana.

--- Quitate eso.--- Dije entre risas.

--- No.--- Rió.--- Me da pena.--- Dijo al tiempo en que su rostro cambiaba de color.

--- ¿Y si nos duchamos juntos?--- Jale la sabana para traerla hacia mi.

--- Si, apestas.--- Dijo riendo y se giro para dirigirse al cuarto del baño.

La observe caminar envuelta en la blanca sabana, que caía con suavidad sobre su figura, dibujando a través la delineadas curvas de su cuerpo.

--- Te alcanzo enseguida linda.--- Le dije, volteo y sonrió.

Cuando la vi perderse dentro del cuarto de baño y cerrar la puerta tras ella, me arrastre a la orilla de la cama y marque el número del jefe de la policía de la pequeña ciudad.

--- ¿Alguna novedad?--- Le pregunte en cuanto escuche su voz.

--- Al parecer se le vio por el centro médico a entrada de la ciudad, pero no se le ha vuelto a ver desde entonces. Yo te mantendré informado si hay mas noticias.

--- Espero que así sea, tal vez podamos ayudar en algún operativo menor.

--- Tu superior me envió las minutas del caso, es arriesgado para ti que él te vea, y aún mas para la chica.--- Hizo una pausa.--- No hable con él acerca de ella, puedes estar tranquilo, pero quiero que quede claro, que es absolutamente tu responsabilidad.

--- Gracias señor, y no se preocupe que ella viene bajo mi resguardo.--- Me despedí de él y colgó.

Respire profundo y me puse de pie, cruce la habitación desnudo hasta el cuarto de baño y entré cerrando la puerta tras de mi.

La figura de Dashia se apreciaba atravez del cristal empañado.

--- ¿Linda?--- Hable sobre el ruido del agua.

--- Entra.--- Dijo con suavidad.

Abrí la puerta corrediza la vi dentro del pequeño cuarto, cubriendo su desnudes con sus manos, sonrió apenada, su rostro cambio de tono radicalmente.--- Estas preciosa.--- Dije y me acerque a ella, levantó sus manos y rodeo mis hombros, su piel fría y húmeda, su cuerpo desnudo pegado al mio, mojandonos con el agua que resbalaba por nuestras cabezas.

Toda ella era esplendor, magia, belleza pura, era diferente, inefable, sublime.  Provocandome sutilmente con algunos movimientos discretos, viendome con sus hermosos ojos verdes, ella era todo lo que necesitaba.

La amaba, era tan afortunado por haberla encontrado en la situación que hubiese sido. Recorrería millones de veces el mismo camino para llegar al suyo, con las trabas que el destino me hubiese puesto enfrente, lo haría todo sin dudarlo de saber que ella estaría ahí, al final del camino con su mano extendida en mi dirección, todo lo demás resultaba intrascendente.

El bello síndrome de estocolmo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora