Capitulo 68: ¿Quién?

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---¿Cómo es posible? ¿Se fue así? ¿Sin mas?

--- No está en todo el hospital, mis agentes están buscandolo pero creo que será en vano... Él escapó.

---¡No!--- Golpeé con mi puño cerrado la mesa de madera que me separaba del jefe de la policía.--- ¡Maldita sea! ¡No pudo desaparecer así como así!--- Giré y acomode mi cabello con ambas manos para esparcir un poco el sudor frío que comenzaba a escurrir por mi frente.

--- Lo siento Moratt, Isaac no esta aquí, no sabíamos que era cómplice, así que no lo tuve vigilado.

---¿Tienen las carreteras cerradas?--- Pregunte.

--- Las carreteras llevan vigiladas tres días, dudo que sigan escondidos en la ciudad, pero si lo están e intentan salir de aquí los atraparemos, te lo aseguro.

--- Saldré a buscar.--- Le dije.

--- Es inútil.--- Me detuvo.--- No puedes hacer nada mas que esperar. Vamos muchacho, ve a tu hotel, date un baño y come algo, trata de dormir que yo me encargaré de que el operativo siga su curso.

Cerré la puerta tras de mi.

Conduje a través de la ciudad, desesperado, buscando, algo lo que fuera, pero no encontré nada.

La tarde estaba callendo en la ciudad, y la luz de el sol se desvanecía entre las casas.

Dashia, donde estás.

Golpeé el volante con mis manos al detenerme en la puerta del hotel.

--- ¡Te dije que no los quería ver mas aquí!--- Me gritó la chica de la recepción mientras subía las escaleras. Pero no respondí. Seguí escaleras arriba.

Me desvesti para entrar a la ducha y bajo el agua tibia de la regadera que caía sobre mi rostro, algunas lágrimas de impotencia se mezclaron con el liquido que mojaba mi cuerpo entero.

Me sentía solo, culpable. Tan malditamente culpable de lo que estaba pasando. Dashia había vuelto a ese infierno por mi culpa, ahora que estaba tan contenta, ahora que nos sentíamos tan bien uno junto al otro, ahora que había sido mía tenía que perderla, me la arrebataban de los brazos y no sabía que hacer ni donde buscar.

La única pista que tenía se había esfumado con la desaparición de Isaac.

Salí de la ducha y el teléfono sonó, me acerque con lentitud y cogí la bocina.

---¿Hola?

--- ¿Ian?--- La voz de la madre de Dashia del otro lado.--- Llevo todo el día marcando, necesito saber de Dashia... Ella me dijo que me llamaría todos los días y no lo ha hecho, estaba preocupada ¿Puedes comunicarmela?--- Hablaba rápido y soltó un suspiro de cansancio cuando termino.

--- Yo...--- Mis manos temblaban.--- Dashia no está aquí.

--- ¿Dónde está? ¡¿Ian donde esta mi hija?! ¡¿Está todo bien?!

--- Si... Lo siento ella está bien, solo que esta fuera. Salió a comprar algo que necesitaba, no debe tardar, disculpe que no la hayamos llamado, hemos estado un poco ocupados conociendo la ciudad, le diré que se comunique en cuanto vuelva.

--- Ian... No se que están haciendo ni donde están, y te juro que la intriga esta matándome pero solo quiero que me prometas que la cuidarás... Ian prometeme que traeras a mi hija de vuelta sana y salva.--- Su voz se corto al final y un nudo se formo en mi garganta.

--- Se lo prometo señora, Dashia estará bien.

Marissa no necesitaba mas preocupaciones, la duda de saber si volvería a ver a su hija con vida la destrozaría de nuevo, Dashia me contó muchas veces como veía a su madre después de su secuestro, triste, apagada, no era la misma y Dashia se sentía culpable de su cambio, sé que si ella hubiera decidido le habría dicho lo mismo.

El bello síndrome de estocolmo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora