Capítulo 79: Déjà vu.

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Dos años después.

---Estoy asustada.--- Su voz delgada temblaba.

--- No hay porque temer, todo va a estar muy bien pronto.--- Le dije para tratar de calmarla.

--- ¿Me lo prometes?--- Pregunto entre sollozos.--- ¿Me prometes que todo va a estar bien?

--- Ellos no van a hacerte daño, te lo prometo.

--- ¿Cómo lo sabes?

--- Lo sé linda, confía en mí, yo estoy aquí para cuidarte, no puedo decirte porque, pero puedo asegurarte que pronto estarás con tu familia.

Solo ocho años de edad, su nombre era Maite, la secuestraron de camino a la escuela y la llevaron ahí, su pequeño cuerpo temblaba cada vez que escuchaba la puerta abrirse, se arrinconaba junto a mí y abrazaba sus rodillas con fuerza para evitar mirar.

Cuando despertó lloraba todo el tiempo, buscaba maneras de escapar a cada minuto, ideaba planes absurdos como túneles subterráneos o armas caseras hechas de los barrotes de la cama.

Yo quería protegerla, sentía una necesidad inexplicable por cuidar de su vida y me llenaba de angustia cada que ellos se la llevaban.

Habíamos tenido suerte, llevábamos ahí casi una semana, Maite y yo ya habíamos desarrollado un vínculo, a pesar de que sabía que no debía involucrarme.

--- ¿Porque me pasó esto a mí? Siempre he sido buena.- Me pregunto una vez después de terminar de comer.

---No hay un porque.--- Le respondí viendo a la nada.--- Solo es algo que tenía que pasar, en unos meses entenderás el porqué.

--- ¿Tú haz hecho algo malo? ¿Porqué estás aquí?

--- Estoy aquí, porque esto tenía que pasar. ¿Sabes? Yo conocí a una chica que pasó por algo como esto hace un par de años.

--- Y... ¿Está viva? ---Pregunto.--- Yo no quiero morir.

--- No vas a morir, pronto estarás en casa de vuelta, con tu perro Rocky y tus padres cariñosos, tu hermano pequeño y tus primas las gemelas.

--- Pienso en eso todo el tiempo.--- Agregó con su voz suave.

--- Vamos a hacer un pacto.--- Le dije incorporándome.--- Cuando yo te diga que corras, vas a correr.

---¿A dónde?

--- A donde yo te diga, no te detendras ni mirarás atrás, solo correrás y confiaras en mi.

---- Hecho.--- Dijo y extendió su pequeña mano hacia mi.

Aquello era un déjà vu increíble, ahí estaba yo de nuevo, en una situación tan similar, pero mi papel esta vez era tan diferente al anterior, aunque la sensación seguía siendo la misma.

Aquel era un gran operativo, tal vez el mayor de mi carrera, a pesar de que tuve que viajar tanto para poder llegar ahí.

No sólo era una niña, sabíamos que había muchos más, hasta ahora sabía que los agrupaban en parejas, la pareja que llevaban más tiempo ahí eran Sandra y Fernando, de 14 y 16 años, estaban ahí desde hacía casi un mes, éramos en total seis parejas ahora. Hasta unos días antes éramos siete, pero Julio y Mario habían sido trasladados a otro lugar, nadie sabía a dónde.

El bello síndrome de estocolmo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora