Capitulo 44: Sangre.

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El corazón a mil por hora, no sabía a donde voltear, todos a mi alrededor guardando silencio, ocultos tras una pared de acero fuera de ese taller mecánico en las afueras de la ciudad. Sostenía mi pistola con ambas manos, ansioso por entrar en acción, sabiendo que en cuanto pasará, todo mi miedo se volvería coraje y fuerza.

El hombre a cargo no era yo esta vez, era Samuel, un hombre de mediana edad, agradable y cordial, con experiencia. Él estaba dentro, con el secuestrador, sus cómplices y la víctima, una niña. Llevaba meses trabajando en ese caso, confiaba en que todo se decidiría ese día y yo solo esperaba que él diera la señal, para poder entrar y sacar a la niña de ahí, devolverla con su familia como había hecho con Dashia antes.

No pienses en eso ahora, concentrate.

--- ¡De acuerdo, dejaré mi arma en el suelo!--- Observe a Samuel agacharse con lentitud y dejar su pistola en el suelo a un lado de sus pies, puso las manos en alto y se levanto con cuidado.--- ¡Solo haganme saber que quieren! ¡Devuelvan a la niña y les daré lo que deseen!

---¡No soy un estúpido!--- Grito una voz de hombre asustado desde el interior del sucio lugar.--- ¡No trates de engañarme! ¡Quiero que todos se vayan o... O voy a matarla¡

--- ¡Nos iremos, y ¿Que harán luego?! ¡¿Seguir huyendo?!--- Intentaba, pero no alcanzaba a ver a ninguno de los hombres o a la niña.

El hombre no respondió.

--- ¡Si te entregas ahora, todo sera mas fácil! ¡Podemos negociar algo con un juez si me entregas a la niña sana y salva!

--- ¡¿Entregarme?! ¿Y pasar toda mi vida en una jodida celda?

--- Entregarte y hacer lo correcto.--- Le respondió Samuel con una seguridad asombrosa en el tono de su voz.

--- ¡¿S-si me entrego... Voy a quedar libre?¡

--- Yo no puedo asegurar eso, estas cometiendo un delito.

--- ¡Yo no puedo asegurar que no la mate!

--- ¡Pero el castigo sera peor si lo haces!

Silencio de nuevo.

--- Podríamos matarlos a ambos justo ahora.

--- ¡El lugar esta rodeado, solo saldrán vivos de aquí si se entregan y me devuelven a la niña!--- Estaba pensando seriamente en comenzar a tomar notas.

--- ¡Tengo a la niña con un arma apuntándole en la jodida cabeza! ¡No voy a dartela para que me metas a la cárcel!

--- De cualquier manera van a terminar en la cárcel, depende de ti cuanto tiempo

--- ¡Noooo! ¡No te das cuenta de que yo tengo ventaja! --- Su voz rasposa y temblorosa.--- ¡Yo tengo lo que ustedes quieren!

--- Y si la matas no tendrás nada, en cambio si me das a la niña, obtendrás una recompensa, es un intercambio ¿Entiendes?

--- ¡Un intercambio que no me conviene! ¡Quiero irme y les daré a la niña.

--- No puedo dejarlos ir.

--- Amigo, si quieres a la niña tienes que hacer bien tu trabajo.

Comenzaba a impacientarme, la conversación se había alargado demasiado, seguía esperando fuera del lugar, con mi arma entre mis manos esperando la señal de Samuel, pero el insistía en negociar con ellos.

--- ¡Entonces no tenemos un trato!--- Grito Samuel, tomo su arma del suelo y comenzó a correr entre la ráfaga de balas hasta un auto rojo a su izquierda, corrí a él, y los demás entraron tras de mi, nos agachamos tras el auto.--- ¡Ustedes vayan por detrás, quiero las salidas cubiertas, Ian cubreme, tú ya estuviste en un operativo así, vamos por ellos!--- Me dijo y se dio la vuelta, se puso de pie y comenzó a caminar agachado hasta la bodega conmigo tras él.

Se detuvo junto a una puerta de metal oxidado y volteo a verme.--- Lo vi entrar aquí con la pequeña.--- Susurro.--- Abriré la puerta y entras tras de mi, ocultate y cubreme.--- Me limite a asentir. Colocó la mano en la perilla del cerrojo, abrió la puerta y entro agachado sosteniendo su arma apuntando con ambas manos. No se escuchaba ningún ruido en la amplia habitación, rayos de luz cruzaban a través de los cristales rotos y sucios, autos llenos de polvo y faltantes de alguna refacción ocupaban la mayor parte del espacio.

---¡Ayu...!--- Un grito ahogado provino de algún lugar tras unos autos y cajas.

--- ¡Deja ir a la niña y no te mataré!--- Gritó Samuel con la voz firme de antes.

--- ¡Vayanse y no los mataremos antes!

Samuel giro su rostro hacia mi.--- Cubreme.--- Me susurró y comenzó a caminar agachado tras los autos.

---¡No intentes nada o voy a matarla!--- Una bala rebotó sobre el metal.

Samuel se puso de pie frente a mi y disparó en dirección a donde provino la voz del hombre, hice lo mismo y él respondió con dos balazos mas que rebotaron en el auto tras el que nos ocultabamos.

--- ¡Ahora!--- Gritó y corrió hasta el auto, yo dándole la espalda camine levantando mi arma, listo para disparar. Todo lo demás se movió en cámara lenta, un hombre cruzo la puerta, le disparé y cayó al suelo, tiró una bala al aire. Voltee al frente, el líder con la niña, asomo su cabeza sobre el auto y disparo, le disparé en el pecho y lo vi caer, pero no solo él cayó esta vez, Samuel a mi lado, se desplomo al suelo, sobre un charco de sangre que se expandió con rapidez debajo de él. Su cabeza ensangrentada, con un orificio en la frente y sus ojos completamente abiertos, su rostro inexpresivo. Me incline a su lado, revise su pulso. Nada. Mis manos estaban cubiertas de sangre, con su cuerpo inerte en mis brazos, puse mi mano sobre sus ojos y los cerré. Silencio, todo se callo por un momento ya no podía escuchar balas, ni sirenas, ni gritos, solo podía escuchar los latidos de mi corazón palpitando en mi cabeza. Mis manos temblaban, sentía un frío recorrer mi espina dorsal.

--- Lo siento.--- Susurré a Samuel en mis brazos.--- Lo siento.--- coloque su cabeza ensangrentada en el suelo con cuidado.--- Tengo que llevarla a casa, lo siento.--- Me puse de pie con lentitud, camine hasta ella entre los vidrios rotos y la suciedad del lugar.

Estaba en un rincón tras el auto, a un lado del hombre que la tenía cautiva, con sus brazos rodeando sus rodillas y su pequeño rostro empapado en lágrimas, el terror se reflejaba en su expresión.

--- Todo va a estar bien ahora.--- Atiné a decir.

La niña se puso de pie con cuidado, y corrió hasta mi entre sollozos, me abrazo con toda la fuerza que su pequeño cuerpo le permitió y lloro en mis brazos, casi lloré con ella.

--- Ahora irás a casa.--- La tome entre mis brazos y cruzamos la habitación, sentí que me desmoronaría de nuevo al ver a Samuel en el suelo en un charco de sangre, pase a su lado con la niña en mis brazos, consolandome con la idea de  que eso era lo que él quería, llevarla a casa.

Fuera de la habitación las balas habían cesado, salí con la niña en mis brazos, aferrada a mi cuello. Uno de los compañeros, al verme salir solo de la habitación donde antes entre cubriendo a Samuel me miro atónito. Me limite a menear la cabeza con lentitud de un lado a otro. Salí con la niña del taller mecánico y tome mi radio de mi cinturón.

--- Tenemos un oficial caído... Samuel... El oficial Samuel Guillén... Esta muerto.--- Mire mis manos cubiertas de su sangre.

--- Una ambulancia esta por llegar.--- Respondió la operadora.

A mi lado pasaron oficiales sosteniendo a los cómplices del siniestro esposados y abatidos, subiéndolos a los autos para llevarlos a prisión, donde pertenecían.

La ambulancia llego unos minutos después, atendieron a la pequeña y se dirigieron dentro a revisar los tres cuerpos que había en el almacén, el de dos de los secuestradores y el de Samuel.

Me senté en la ambulancia, lleve mis manos a mi rostro y vi su sangre de nuevo, la recordé saliendo del orificio en su cabeza mientras la vida abandonaba también su cuerpo.

Si tan solo hubiera hecho lo que él me pidió, si hubiese hecho lo único que tenía que hacer, cubrirlo. Si hubiera sido mas rápido, él seguiría vivo, habría visto a la pequeña llegar a casa sana y salva y él volvería con su familia después, pero no lo hice.

El bello síndrome de estocolmo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora