37. Hermanos.

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Gabo.

Hay diferentes tipos de hermanos, los típicos que se odian pero en momentos difíciles se unen como los hermanos que son para poder solucionar cualquier problema, los incondicionales, esos no importa el problema que tengas, por más grave que sea, te ayudarán a solucionarlo, los indiferentes, que lo que el otro hermano haga no les importa, les da igual, los que de plano te odian y no le importa lo que te suceda.

Y hay muchísimos más. 

Pasa exactamente lo mismo con los amigos.

Lorenzo y yo somos una extraña combinación de la mayoría.

Recuerdo cuando llegué a el IAD, ni tenía idea de que era mi hermano.

Después las cosas se fueron acomodando poco a poco. En la errónea mente de Lorenzo yo era el típico chico nuevo que le quita el lugar al capitán (en este caso él) y Lorenzo eso no lo iba a permitir. Cuántas cosas no hizo para que yo me fuera del equipo.

Pero no lo consiguió, casi, pero no.

Estuve a punto, a punto de irme de los halcones, el lugar que con tanto esfuerzo me había ganado.

Pero también de poco a poco fui entendiendo que si estaba ahí era por algo, que el IAD era mi lugar. No como capitán, pero sí para aportar lo que mejor sé hacer: jugar fútbol, y así complementarnos entre todos, fortalecer el equipo y ganar. Eso no fue nada fácil, perdimos, nos desanimamos, nos traicionaron, hubo desconfianzas, de todo.

Pero gracias a los excelentes entrenadores que tuvimos logramos solucionar todo.

Lo difícil para mi, fue cuando me enteré de que Diego Guevara es mi papá.

Quién lo diría, el mundo es tan pequeño que fui a dar al mismo instituto en donde estaban mi hermano y mi padre.

Pero fue aún mas difícil cuando me enteré de que Lorenzo sabía que su padre también era el mío y no me lo dijo.

¿Qué clase de persona hace eso? Me pregunté.

Me enojé, como cualquier persona lo haría.

Fui impulsivo, hice las cosas mal y me llevé entre los pies al equipo.

Pero perdoné, aprendí a perdonar, sin embargo no olvidé. Nadie olvidaría nunca algo tan fuerte como eso.

Ellos también me perdonaron, y claro está que no olvidaron.

Pero aprendí a vivir con ello, porque mi hermano en verdad estaba arrepentido. Es más, aquel chico no era mi hermano. A aquel chico no lo conocía.

Después vino lo peor, no creí que papá fuera capaz de hacer todas esas cosas que hizo. Lorenzo siempre me dijo, no confíes en él, es un mentiroso. No le creí. Porque Diego con las acciones me demostraba que había cambiado.

Digo, Lorenzo lo hizo, ¿porque papá no?

Diego sólo me mostraba lo que él quería que viera, por eso confiaba en él.

Gracias a eso comprendí que muchas veces las personas que crees conocer no son lo que tú crees, que a veces las personas tienen una máscara y sólo te dejan ver lo que a ellos les conviene.

Y gracias a eso, nuestra relación de hermanos, mi amistad con los chicos, todo eso se fortaleció.

—Hey, ¿Todo listo? —Lorenzo me sacó de mis pensamientos.

—Sí, todo listo.

Tomé mis cosas y caminé detrás de él hacía el auto. Hoy teníamos un partido que ganar.

[...]

5-0.

Nuestro equipo estaba más que fortalecido. Nos hizo bien haber aceptado la invitación de el IAD, no había cambiado tanto. Y volver a jugar en el mismo campo fue increíble.

—Admito que ese último creí que se me escapaba. —Dijo Ezequiel.

—Culpa mía, no lo vi venir. —Se confesó Adrián.

Todos recibimos felicitaciones de nuestros familiares, amigos, conocidos y hasta desconocidos.

Como era de costumbre antes, estábamos todos los halcones en la cafetería celebrando nuestra victoria. Como en los viejos tiempos. Exactamente, hace 6 años.

Hacer nuestro propio equipo fue idea de Lorenzo, algunos de nuestros compañeros ya tenían contratos firmados pero hicieron lo posible por venir, así que, todos los Halcones Dorados estábamos reunidos. 

En ese momento recibí una llamada, me disculpé y salí a contestar.

—¿Bueno? ¿Quien es?—Pregunté al ver "Número desconocido".

—Gabo, soy yo.

Reconocí esa voz al instante.

—¿Diego?

—Hablale a tu hermano y contesta la videollamada.

Hice lo que me pidió, Lorenzo estaba a un lado mío. Nos vimos confusos.

Papá hizo la videollamada y contesté.

—Hijos...

—¿Qué quieres?—Preguntó Lorenzo, lo vi mal.

—Papá.

—¿Estarán ocupados mañana en la tarde.

—No/sí—Respondimos al mismo tiempo Lorenzo y yo.

—No—Miré a Lorenzo para indicarle que hablaba yo—No estamos ocupados.

—Queria que vinieran mañana a casa, ¿podrán?

—Sí papá, nos vemos mañana, pasaremos allá como a eso de las 3.

Asintió y dejé que él cortara la llamada.

—¿Porqué...?

—Porque es nuestro padre, Lorenzo. Sí, cometió muchos errores pero creo que el castigo ya ha sido suficiente, seis años solo sin ver a sus hijos...

No fue fácil, pero lo convencí de ir.

Volvimos con nuestros compañeros.

—¡Después de seis años! ¿Como es posible? —Pregunta Ricky, y me cubro la nariz con las manos.

—Mis niñas preguntan que si las extrañaron. —Dice Dedé riendo.

—Definitivamente no, Dedé. No extrañamos tus apestosas medias de la suerte que por lo visto, no las lavaste en éstos seis años.

Supongo que algunas cosas nunca van a cambiar.

O11CE [Imaginas, One Shots]         Donde viven las historias. Descúbrelo ahora