Ganas de ti... por siempre - capítulo 11

2.4K 126 11
                                    

Siquiera alcanzamos a llegar a la cama. 

Siquiera logramos terminar de comer.

Ji Yong me tomo por sorpresa cuando termine de tragar. Metió sus manos por debajo de mi polerita y me acaricio los pechos, endureció mis pezones y luego comenzó a chuparlos por sobre la tela. Eso me excito al instante. 

Con una de mis manos comencé a apretar su bulto, que a causa de mi insinuación ya estaba erecto, adoraba tocar su pene.

Sus manos me desvistieron en solo segundo. Toda mi ropa estaba dispersa en el piso. Intentaba –sin lograrlo- quitarle algo de ropa, pero no me dejo. A cambio me tomo de las caderas y camino conmigo hasta la mesita del living, esta era una mezcla de vidrio y mármol. 

Cuando me dejo sentada, sentí lo helado de la superficie y mis pezones se endurecieron más. 

-¿Quieres que me desvista? –pregunto. 

-Si. –jadee. 

-¿Si, qué? –oh por dios. 

-Si, señor.

-¿Estas excitada Antonia? –mordí mi labio. -¿Lo estas?

-Si, señor.

-¿Por qué? –eso no me lo había preguntado antes. Y tampoco sabía el porqué de estar tan excitada, ¿Será que lo hago para satisfacerlo o simplemente porque me he acostumbrarlo a este tipo de sexo? Creo que ambas se parecen. -¿Lo deseas?

-Te deseo a ti. –negó.

-¿Deseas este tipo de sexo? –pase saliva. –Puedo enseñarte otro tipo. –se arrodillo frente a mí y me abrió las piernas. –Sé otro tipo de sexo. En el cual tendrás que confiar en mí. Observar y desear. ¿Quieres? –su tono de voz era realmente placentero. Pero ¿Qué otro tipo de sexo es? 

-Ji, solo quiero que me folles ahora.

-Lo haré. Pero, piénsalo. -¿Pensar qué? Ahora no puedo pensar nada. –Voy a lamerte y haré que te corras con mi lengua. Después quiero que digas mi nombre y me pidas que te la meta. –me miraba de manera sensual, pero su estilo ahora es diferente. -¿Quieres que lama aquí. –tocó mi clítoris. –O aquí? –tocó mis pezones con sus dedos índices. -¿Dónde Antonia?

-Desvístete. –pedí. -¿Quiero que lo hagas? –nos miramos a los ojos y se levanto. No perdimos contacto visual. Mi dios, sus ojos brillaban. 

-Me encanta tu mirada Antonia. Me dice que estas muy caliente y no puedes esperar… amo el color de tus mejillas. –lamí mi labio inferior… yo amo que me hable mientras intento calmarme. –Desvísteme. –lleve mis manos a su pantalón. –Lentamente nena. Tenemos tiempo aun. –maldición, conozco ese tiempo. Hará que enloquezca.

Me puse de pie para poder desabotonar su camisa. Con mucha calma y sin apartar la vista desabotoné uno a uno. Pasaba saliva de manera silenciosa y sin que él notara mi desesperación. Tuve la brillante idea de besarlo mientras lo desvestía. Esto me recordó la primera vez que Ji fue a mi departamento e hicimos lo mismo. 

Pasé mi lengua por sus labios y gruñó. Le quite la camisa y acaricie sus hombros. Acaricie sus brazos mientras me acercaba a besar su clavícula. Puse mis manos en ambos tatuajes de sus costados y los acaricie. 

Iba bajando con mis labios por su pecho, guíe mis manos hasta el botón de su pantalón y lo desabroche, deslice el cierre pero me detuve. Nuevamente bese sus labios mientras me acercaba para refregarme en él de manera descarada. Estaba más que duro, baje mi mano izquierda y apreté nuevamente su miembro, mientras que mi mano derecha sujetaba su cuello para que no se alejara de mí. 

-¿Te gusta? –pregunte en sus labios. Iba a responderme pero no deje que hablara, así que ambas manos deslizaron su pantalón. Preferí hacerlo enloquecer dejándolo en bóxer. ¿No lo quería lento? 

Sonreí de maliciosamente. -¿Disfrutas de esto verdad?

-Por supuesto. –respondí. -nuevamente lleve mi mano hasta su miembro. -¿Te gusta? –pregunté nuevamente. Sus ojos no se apartaban de los míos.

-Vas hacer que me corra. –negué. 

-Quiero todo eso dentro. Córrete para mí. Métemela hasta el fondo y lléname. –me acerque a su oído. –Gritaré tu nombre mil veces. –susurre.

Se contuvo, pero en otra ocasión ya me abría follado. 

-Desvísteme Antonia. Quiero lamerte. –deslice lentamente su bóxer. Al momento de llegar a la mitad su pene salió completamente erecto, duro. Mordí mi labio y me fui arrodillando de a poco. –No, nena. –me sentó en la mesita nuevamente y él mismo termino de quitarse el bóxer. –Solo yo lameré. Tú disfruta. –se arrodillo. –Relájate. –sonreí y deje caer mi cabeza hacía atrás y suspire. Sentí sus labios en mis pechos, lamiendo, mordiendo y dejando rastros de saliva. Tomo con sus dedos mis pezones y sentí su lengua. 

Lamió, jugo, volvió a morder y me sentía tan excitada. Me beso los labios y poco a poco me iba acostando sobre la mesa. 

Beso mi cuello, mi clavícula, mis pechos. Bajo por mi abdomen hasta mi pelvis. Contuve la respiración y sentí su aliento allí. Cerré nuevamente mis ojos y la humedad de su boca capturo mi clítoris. 

-Oh dios. –su lengua jugaba lentamente. Sus labios apretaban y su boca succionaba. -¡Oh Ji! –tan solo un movimiento y me pierdo. Sabe perfectamente como hacerme enloquecer. Sus dientes mordían sin dañarme. Tomé su cabeza con mis manos y lo hundía mucho más. Él tomo mis caderas y me iba apretando. Movía mis caderas de manera circular. Mi estomago ardía. Me costaba respirar. -¡JI YONG! –chille su nombre y me revolcaba. Los espasmos del orgasmo me hacían temblar. 

Nuevamente abrí los ojos y lo tenía frente a mí. Su cuerpo estaba rozando el mío y su pene me recorría el estomago. -¡Métemela! –pedí. -Métela Ji. –sonrió de manera maliciosa. –Por favor.

-Tranquila nena. –susurro. –Tenemos tiempo. –mis ojos o mi expresión creo que eran de “decepción” porque volvió a sonreír. 

Me beso los labios y metió su lengua. Sentí mi sabor… una vez más me esta haciendo que pruebe mi sabor. Su pene ya no la sentía en mi estomago, sino que estaba casi rozándome. 

-¿Por qué me haces esto? –dije. 

-No te hago nada. –respondió y entro lentamente. Gemí al instante, me sujete de sus brazos. 

Comenzó a moverse lento, mirándome a los ojos… comenzaba a tomar un ritmo más acelerado. Cerré mis ojos de nuevo. Me beso y me mordió. Eso me dio a entender que quería que lo mirara. 

-Sigues siendo estrecha. –jadeo. –Me encanta. –yo solamente podía gemir. Sentía nuevamente que mi estomago ardía. Ji Yong tomo un ritmo desenfrenado, pero exquisitamente coordinado.

-¡Ou JI! Oh mi dios. –estaba a punto de venirme pero de repente algo detiene mi concentración. 

Ji se detuvo y miro mis ojos… 

-¿Confías en mí? –preguntó. 

Mi respiración estaba a tope, estaba sudando y a penas podía pensar con claridad. 

La puerta de abre y Seungri ingresa. ¡Joder!

-¿Confías en mí? –escuche que Ji pregunto de nuevo. No podía mirarle. Solo veía los ojos de Seungri que nos miraba como si hubiese encontrado el postre. -¿Antonia? –parpadee y vi los ojos de Ji. –Vamos nena, solo un poco más. –pase saliva y Ji comenzó a moverse. 

La puerta se cerró y escuchaba los pasos de Seungri. No aparte mi vista de él, ni mucho menos él la aparto de la mía. ¡Estaba sonriendo! 

-Oh dios. –jadee cuando Ji me embistió con fuerza llegando hasta lo más hondo en mí. 

-Mírame. –me dijo. –Él no molestará, solo observará. –dijo susurrando en mi oído. No puedo creerlo. ¡Seungri nos esta viendo mientras nos follamos!

-¡Oh mi dios! –mi orgasmo se acercaba más. Cerré mis ojos por el placer que comenzaba a sentir nuevamente. 

-¿Quieres que se masturbe frente a ti? –me volvió a susurrar. De reojo miraba a Seungri que pasaba sus manos por su cuerpo. -¿Quieres que se siente a vernos? –negué.

-Que se vaya. –alcance a decir. 

-Deja que nos observe. Puedes mirarlo si lo deseas.

-Bésame. –pedí y lo hizo. -¡Mmmm! ¡Ah! ¡Ahh! –cuando volví a abrir los ojos Seungri ya no estaba. -¡Oh maldición! ¡Ou Ji Yong! –me vine… nuevamente y él lo hizo después. Sentí todo su líquido esparramarse dentro de mí.

Al siguiente día me desperté con cargo de conciencia. ¿Estará Seungri en casa? Me muero si lo veo. ¿Qué va a decir de mí? Por dios. 

-Cielo, ¿Qué ocurre? –desvié mis ojos hasta donde él estaba. 

-Me siento con cargo de conciencia. Anoche… 

-¡Ah! Solo ignóralo. 

-¿No puedes quedarte hoy? –me miro y se quito la toalla. -¿Esa era la clase de sexo que querías mostrarme? 

-Una parte del sexo. 

-¿Practicabas solo BDSM? 

-No. 

-¿Observabas también?

-Si. 

-¿Con tu sumisa? 

-Hubo un tiempo que no tenía. Solo me uní a ese estilo. 

-Ya veo. ¿Qué cosas se hace? –rodeé en la cama para quedarme frente a él. -¿Solo se observa? –se puso el bóxer y se sentó. 

-Ofreces a tu acompañante para que otros follen mientras observas. –arquee las cejas.

-¿Ofreces… para que otros… follen? O sea que… si hacemos eso, van a follarme otros.

-Solo si tú quieres.

-No entiendo. –ladeo sus ojos. Me miraba como si fuera un niño. 

-Si quieres que otros te follen, te ofreceré a quienes quieran hacerlo. Ahora, si quieres follar solo conmigo, lo hacemos y observamos. –trate de imaginarme esa escena, pero nada venía a mi mente. Era algo distorsionado y sobretodo voyerista.

-Entonces… es como un trío. ¿No?

-Pueden haber los que quieras. 

-¿Yo decido?

-Por supuesto. 

-Por eso me preguntaste si quería que Seungri se masturbara frente a mí. –lo mire. -¿Él lo hace? 

-A veces lo practica. 

-Y si… me ofreces a quien solo yo quiero que me folle. –dejo lo que estaba haciendo y me miro directamente a los ojos.

-¿Por ejemplo? –su pregunta era molesta.

-Pues, digamos que veo a alguien que llame mi atención… -frunció los labios. –Si quiero que Seung Hyun me folle, ¿Me ofrecerías ante él?

-¿Quieres que él te folle? –arrugo el entrecejo. 

-Solo era una pregunta. 

-Bastante personal. –respondió. –Si él quisiera si, ahora que viaja dudo que piense en follar. 

-Claro. –dije y me voltee. –Solo era una pregunta Ji. –insistí. 

-Claro. –respondió y se levanto de la cama. –Hoy tenemos sesiones por separado. Nos juntaremos antes de las seis. 

-Si… ¿Willis me llevará?

-Si, al regreso… -no finalizo. –Ya me voy.

-¿Al regreso qué?

-Nada. No llegues tarde. –camino hasta donde estaba y me beso los labios. –Te amo.

-Te amo. 

-Espero que nos llevemos bien Antonia. –la doctora me sonrió, me sorprendí al saber que no era asiática. -¿Por donde quieres comenzar?

-Pues, no lo sé. Es la primera vez que vengo a sesiones con psicólogos. No sabría por donde comenzar.

-¿Te gustaría que yo te hiciera preguntas y tú las respondes? –quede viéndola. –Solo si quieres responder, quiero que seas honesta contigo misma con las respuestas. –asentí. –De acuerdo. –tocó su Tablet y deslizo su dedo. –Cuando hable con el doctor Jung. –se refería a su esposo, el terapeuta de ayer. –Me dijo que Ji es enfermo. –me vio a los ojos. Me molesto que dijera eso. –Lo siento, pero Ji lo es. Hay que reconocer a la gente Antonia. Es así como ellos reconocen y lo hacen saber. –asentí apretando mi labio. -¿Sabes que enfermedad tiene?

-Esquizofrenia y bipolaridad.

-De hecho solo es bipolar. A un grado alto, la esquizofrenia es solo una pincelada, ¿Se medica?

-Si. 

-¿Qué consume?

-Zyprexa. –asintió.

-¿Estas al tanto de todo?

-Sé que esta enfermo y que se medica. A su respuesta de “todo”, no estoy segura. 

-¿Cómo?

-Hay cosas que Ji no me dice.

-¿Por ejemplo? –suspire y sonreí. 

-Él antes era famoso. No sé porque se alejo de eso. Le pregunto y no responde. También sé que tuvo una ex… bueno, comenzó una relación bastante tormentosa y obsesiva. No me habla de ello. 

-¿Quieres saber de eso?

-Fue parte de su vida, parte de lo que le causo la enfermedad. Quiero saber porque se enfermo. Que lo llevo a que tuviera ese cambio tan repentino. 

-¿Quieres entrometerte en su vida?

-No es la palabra que yo usaría, solo quiero saber.

-¿Saber para qué?

-Ayudarlo.

-¿Ayudarlo a qué Antonia? –suspire.

-Lo mismo me pregunto. Me gustaría que confiara en mí, quiero que me cuente sus cosas. Lo que le pasa. Cuales son sus temores, sus penas, alegrías. Todo aquello que no me deja ver. 

-¿Te aleja de sus emociones?

-Siempre. 

-¿Cuándo es siempre?

-Cuando le pregunto cosas de su pasado. Peleamos por eso. Se cierra en si mismo y de inmediato viene su mal genio.

-¿Te da miedo?

-No.

-¿Puedes controlarlo?

-No lo sé. Él dice que lo controlo, que conmigo todo lo tiene bajo control. Pero no sabría decir que yo. –me apunte. –Lo controlo. 

-¿Algunas vez no has podido controlarlo? –recordé cuando estuvimos en la villa y dije mi palabra de seguridad. 

-Si. 

-¿Cuándo?

-Es algo personal, relacionado al sexo.

-¿Abuso de ti?

-¡No! –dije de inmediato. –Nada de eso. Solo que le dije que no quería y…

-Es como un abuso.

-No lo es. Enserio. No sé como explicar… no es el sexo normal que practicamos. –me quedo viendo a los ojos. –Es algo que me enseño… 

-¿Tiene que ver con palabras de seguridad? –asentí. –Entiendo. Si quieres podemos pasar a otro punto. –asentí nuevamente, las mejillas me ardían y a ella también. –Bien, dime Antonia, ¿Has tenido otros novios?

-No, Ji sería el primero… en todo. 

-Me dijiste que él ya había tenido una ex.

-De hecho no se cuantas son… me gustaría saber quienes son. Y quienes están presentes aun.

-¿Se lo has preguntado?

-No, pero sé que no hablará del tema. Me dirá que es parte del pasado y que no importa.

-En eso tiene razón. 

-Si, pero ¿Qué tal si las del pasado regresan y abren la herida que Ji intenta cerrar? A eso me refiero con querer saber y ayudarlo. No quiero entrometerme ni nada. Necesito saber para entenderlo. 

-¿Has buscado información de ellas con otras personas?

-La mayoría de la gente a quienes les he preguntado siquiera hablan del tema. Es como si estuviera prohibido hablar demás, y sobretodo si se trata de Ji.

-¿Crees que tengan confidencialidad?

-Son sus amigos.

-¿Hombres?

-Si.

-¿Y que me dices de mujeres? –quede viéndola. –Antonia, siempre existe aquella mujer que sabe del tema pero no se le considera amiga. ¿Tiene hermanas?

-Una. 

-¿Se llevan bien?

-De maravilla. –sonreí.

-¿Ves? Ahí hay una fuente de información. 

-Pero si no sabe del tema.

-Estoy segura que sabrá del tema. Y si no es concreta ya sabrás de qué trata más o menos.

-Pero, ¿No cree que es mejor que él mismo hable del tema conmigo? 

-¿Si no lo hace? –apreté mis labios.

-Va a matarme.

-No lo hará. 

-¿Qué le diré?

-Habla del tema primero con él. Sino quiere decirte nada no tendrás más remedio que buscar por tus medios. 

-Entiendo. Pero, eso me haría acercarme donde él no quiere. 

-Pero tú si quieres.

-Es un dilema eso.

-¿Por qué?

-Porque quiero saber para ayudar, no para chismear. –pensé. –Él dice que si me entero de su pasado o cosas que tenga que ver con su pasado tiene miedo de perderme o que lo deje para siempre.

-¿Lo has dejado una vez?

-Dos veces. La primera por no entenderlo y la segunda por decir mi palabra de seguridad. Y la tercera él creyó que lo había dejado, pero me quede dormida en otro lugar de la casa.

-¿Teme a la soledad?

-No lo sé. Todos los que conocen a Ji y los que me han conocido dice que yo le hago bien. Incluso su madre. –sonreí. -¿Por qué piensa eso?

-Puede que ya le hayan dejado por su pasado y tiene miedo ahora. 

-Alguien cercano a Ji me dijo que su última novia estuvo con él por interés, por fama. Y lo dejo cuando estuvo en la cima. 

-Él ve en ti lo que no vio en las demás.

-Eso dice todo el mundo. –me quejé.

-¿Quiénes son todo el mundo?

-Sus amigos cercanos. Hay muchas cosas de él que no sé. Tengo miedo de que se enoje conmigo por investigar.

-No deberías temerle.

-No le temo a él. Temo porque no sé como reaccionaría y no sé como afectaría a su enfermedad.

-Volvemos al tema de saber controlarlo. ¿Hay algo que hagas y que él se vuelva loco? –pensé. 

-Cuando no le digo donde estoy.

-Entonces si se enoja contigo. Solo vete y no le digas donde irás. Así te buscará y se olvidará del tema.

Quede viéndola nuevamente a los ojos y sonreí. -Kwon Ji Yong jamás olvida. 

Ganas de tí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora