Ganas de ti... por siempre - capítulo 12

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De regreso al penthouse, yo miraba por la ventana del Lamborghini, pensando y analizando todo lo que me dijo la doctora. Pero, no estaba actuando para ignorar a Ji Yong. Él al salir de sesión con el doctor estaba enojado. Su humor me contagio por un momento, pero reflexioné y no tiene porque contagiarme. Estoy aquí para ayudarlo… estoy aquí porque lo amo. 

-¿Qué tal tu sesión?

-Bien. –respondí. Fuera como fuese, Ji quería sacarme información. Se supone que lo que se habla en la sesión, se queda en la sesión. Ese es un espacio personal. Solo mío. Y de la doctora, por supuesto. Pero, no porque quiera ayudarlo tendrá que saber todo lo que hablo en mis sesiones. Es algo bipolar de mi parte decir una cosa y luego otra, pero siento que si actuó de esta manera podré ayudar a Ji para que me entienda a mí como me hace sentir su lejanía respecto a sus secretos. –Estuvo bien. –acomodé mi cabeza en el asiento y mire por la ventana nuevamente. –Hace frío. Estoy temblando. –Ji volteo su rostro al oírme decir eso. Puso su mano en las mías, aquellas que tenía en mi regazo. 

-Estas helada. –me dijo con un tono de voz dulce.

-¿Puedo encender la calefacción? –negó. 

-Vas a enfermar. –apreté mis labios.

-Beberé leche caliente y me meteré a la cama.

-Tengo una mejor idea para pasar tu frío. –quede pensando mientras sus dedos acariciaban mis nudillos. -¿Antonia?

-¿Si? –lo mire.

-¿Dónde estas? –me dijo mientras aceleraba. –No te siento conmigo. 

-Ah. No pasa nada.

-¿Hay algo por la sesión?

-No. Estuvo bien. 

-Entonces… ¿Por qué me mantienes alejado de ti?

-No lo hago Ji. –arrugue mi entrecejo. –Es que de verdad hace frío. ¿Cuándo comienza a salir el sol?

-Junio. Al igual que en Nueva York.

-Muero de frío… ¿Será que mis defensas están bajas?

-¿Será que no estas bien abrigada? –respondió. Apreté mis labios. Y me perdí nuevamente. -¡Que va mal! –grito y estacionó el auto. Yo me quede sorprendida. –Ven aquí. –me apretó el brazo y me halo y me puso a horcajadas sobre sus piernas. –Mírame y dime que fue lo que hablaste con la doctora. –mire su rostro y lucía confundido, pero también lastimado.

-No… no debería decirte.

-Dímelo. –por el frío que sentía en mis manos no me había dado cuenta que él las tenía cruzadas y apretadas. –Dime Antonia. –negué y mire sus ojos… 

-Tan solo veme. –su actitud me asustó un poco, pero esta así porque cree que esta perdiendo el control sobre mí. –Mi mente esta pensando.

-¡No estas conmigo! –me gruño. 

-No puedo estarlo siempre Ji Yong. 

-Necesito que lo estés Antonia. Necesito que siempre estés conmigo. 

-No es equitativo. –escupí malhumorada y frunciendo el entrecejo. –Me pides que esté contigo. Pero tú… ¿Estás conmigo? –ambos nos desafiábamos con la mirada. 

Por una parte la doctora tenía razón. No puede estar enojado conmigo sabiendo que algo anda mal en mí. 

-¿Necesitas saber todo lo que pienso? –pregunté y asintió. Mi cuerpo poco a poco se iba relajando y sobretodo, iba sintiendo el tacto de él en mi espalda. Aunque sea sobre la ropa, su tacto logra pasar las capas de mi ropa y provocan un cosquilleo en mi estomago. Sobretodo siempre logra encender ese fuego que permanece en mí. –Ji Yong… -pase mi dedo índice por su entrecejo acariciándolo. –Tu necesidad va a llevarme a la locura… no es justo que quieras saber todo de mí y yo---

-Vas a saber todo el lunes a primera hora. –me interrumpió. –Ya acordé para que tú y el doctor Jung se encuentren en mi oficina.

-¿Por qué ahí?

-Porque puedo controlarlo. 

Con ese dicho terminó por follarme… de hecho, me tomó ahí mismo. Uso el bondage con mi propia bufanda y rompió mis medias y bragas… “No uses bragas cuando estés conmigo…” me gruñó y me embistió. Y creo que tiene razón, evitaré comprar montones de bragas cada fin de semana. 

-He sido brusco contigo. –lo mire de reojo cuando estábamos subiendo por el ascensor. 

-No pasa nada. Lo necesitas. –dije. –Necesitas el control y me necesitas. –me miro a los ojos buscando un tipo de enojo en mí. Le sonreí y bese la comisura de sus labios. Acaricie su rostro y pase mi nariz por la suya. 

-¿Esta todo bien entre nosotros? –su pregunta me dio un dolor en el pecho. Su tono de voz era de culpabilidad.

-Por supuesto. Solo que… 

-¿Qué?

-No rompas mis bragas. –esbozo una sonrisa y me tomo el rostro entre sus manos y termino por follarme la boca con su lengua.

Cuando llegamos a nuestro destino mis labios estaban hinchados, mi vista nublada y lubricada a mil después de que él –maestramente- me hiciera sentir un orgasmo mientras me acariciaba el clítoris.

-Si, todo bien entre nosotros. –tomo mi mano y caminamos hasta abrir nuestra puerta del penthouse. Al ingresar Jones estaba allí. 

-¿Jones? –me sorprendí de verdad. -¿Cuándo llegaste? –me acerqué y le abrace con fuerza. En cambio el se puso rígido. 

-Señora… -dijo casi titubeando. 

-Jones siempre ha estado aquí cielo. –me dijo Ji sonriendo. Arrugue mi entrecejo. –No te has dado cuenta… 

-¿De verdad? –mire a Jones. El asintió un poco ruborizado. –Vaya, estás bien entrenado entonces. –me acerque a la nevera y saque una botella de agua. Al voltear la imagen de James se me vino a la mente. -¿James? –él asintió. -¡Oh por dios! –chillé. 

Corrí a los brazos de James y él me correspondió pero después de dos segundos se puso rígido. Voltee y Ji nos miraba… 

-¡Cielo, eres el mejor! –dije emocionada y me abalance a sus brazos, rodeándolo con mis piernas y mis brazos. 

-Jones, enséñale todo a James… sus habitaciones están dos pisos más abajo. Déjennos solos. –dio la orden y Ji camino conmigo en brazos hasta la habitación. 

En ese momento no me importó en absoluto que Jones o James nos quedaran viendo… ellos ya saben que tipo de cosas practica Ji, y por supuesto. Saben que yo soy la chica de Ji Yong… o como ellos dice, la Sra. Kwon. 

*****

-¿A qué te refieres con que saldrás con mi hermana? –Ji me miraba como si algo le hubiese dicho de mala manera.

-¿Una salida de chicas? –dije mirándolo a través del espejo. –Solo iremos de compras, Dami me dijo que no me aburriría. Supongo que iremos de compras.

-Pero es sábado. –me miro frustrado. –Los fines de semana puedo estar contigo y tú quieres dejarme abandonado por Dami. –se cruzo de brazos. Por un momento pensé que tenía ante mis ojos a un adolescente.

-¿Estas actuando como un niño? –pregunté molestándolo mientras volteaba. 

-No. -respondió. –Llámala y dile que no irás. 

-Ya quede con ella.

-¿Cuándo? 

-Anoche. 

-Y porque me lo dices hasta ahora… 

-Anoche estabas dormido.

-Tú también. Te deje agotada… ¿Cuándo hablaste con ella? –sus ojos… su mirada… su expresión era igual a la de un niño. Esta discusión-no discusión es tierna. Hasta su voz suena infantil. –Antonia.

-Bueno, me dieron ganas de ir al baño después. Tenía un mensaje de ella cuando volví a la cama y vi mi teléfono. 

-Dile que no irás, Antonia. –se levanto de la cama y camino donde yo estaba. Su tono de voz era suave, y lo que me decía no lo decía de mala manera. Creo que hasta esta jugando conmigo con su tono. –Dile que te quedarás conmigo.

-Ji. 

-Quédate conmigo. Haré lo que quieras.

-Puedes molestarte si haces lo que quiero. –nos miramos.

-Lo haré… -me beso los labios. –Te hablaré sobre mis novias. –abrí mis ojos y quede viéndolo sorprendida. –Llama a Dami. –no sé de donde sacó mi teléfono y me lo entrego. Apreté mis labios y luego los mordí. –De hecho te hablaré de mis exnovias. –eso suena tentador.

-De acuerdo. –tome mi teléfono y le marque a Dami. Talvez la misión que tenía con ella de “Saber más acerca de Ji” será para otra ocasión. Además Ji tiene razón… puedo utilizar la semana para averiguar todo. Los fines de semana son de él.

Ha pasado casi cuatro horas de que Ji me dijo eso de hablar sobre “sus exnovias”… estoy esperando y no me ha dicho absolutamente nada. Tampoco quiero preguntar. El Dr. Jung dijo que si Ji comenzaba a hablar de algo… lo cumpliría. Solo espero que no se le olvide. Sino lo mataré. 

-¿Y bien? –mire a Ji. –Sigues estando sin mí.

-Solo pensaba. –dije.

-¿En qué?

-Seung Hyun se va… ¿Por qué no le hacemos una fiesta de despedida?

-¿Pensabas en él? –lo mire nuevamente. -¿Lo hacías? –frunció el entrecejo y sobretodo, apretó su mandíbula.

Suspire.

-No pensaba en él, sino que se va a ir…

-¿Eso te entristece?

-¿Hasta donde quieres llegar? Solo pensaba en hacerle una despedida. No pensaba en él como tú crees. –me enoje y hable de mal humor. -¿Hasta donde quieres llegar? –volví hacer la pregunta. 

Últimamente reacciono o pregunto como lo hace Ji. Repite la pregunta hasta que consigue la respuesta…

-Quieres follártelo. 

-¿Disculpa? –arquee mis cejas. -¿Follármelo? –sonreí de manera ofendida. –Oh si claro. Es lo que he estado deseando desde que lo conocí. Aun lo recuerdo… me dijo que me parecía a alguien y que no mordiera mi labio… oh claro, podría decirle personalmente que quiero follarlo y ver que tipo de amo es… aunque Seungri me dijo que practicaba el Bondage. 

-¿Estas bromeando? –preguntó con los ojos abiertos y completamente sorprendido.

-¡POR SUPUESTO QUE SI! –suspire y cerré los ojos… conté a diez de dos en dos. –Estas actuando como un gilipollas, querido. –cerró los ojos.

-No me digas querido… no lo digas por favor. Mina me decía de esa manera.

-Hace cuatro horas me dijiste que hablarías de tus exnovias. Aun sigo esperando, ¿O lo dijiste solo para que no me fuera? 

-Hablaré de ellas… solo espero para irnos a la cama y…

-¡Ni se te ocurra! –grité. –Esas no entraran en nuestra habitación, mucho menos en nuestra cama ¿Entendido? Si quieres hablar lo harás aquí o en el living, incluso en el auto o hasta en la calle. Pero en nuestra intimidad ellas no entraran. ¡No entraran! –me levanté de golpe y deje mi cena a medio terminar, tome la chaqueta y salí por la puerta. 

Apreté el botón del ascensor y junto con ello le marque a James. –Te veo en el estacionamiento. –le dije y corté, con eso Ji estaba a mi lado. -¿Qué?

-¿Dónde vas?

-A tomar aire. 

-Puedes hacerlo en la terraza.

-Quiero hacerlo lejos de ti.

-No quiero que estés lejos de mí. –se iba acercando a mí. 

-Rojo… -no dudé en usar esa frase. –No quiero estar cerca de ti si vas a tener esa actitud de mierda. ¿Hasta cuando vas a entender que no me iré a ningún lado o que solo soy tuya? –no respondió. –Y vas a decirle al Doctor Jung que me espere en su consulta el lunes a primera hora. –el ascensor llegó y subí sin él. 

*****

-Ji Yong ha sido utilizado. Esa fue la conclusión que pude sacar cuando me ha ido contando lo que sentía. Él quería ser cantante, no famoso. De hecho ahí hay un dilema, él solo quería cantar y que los demás se sintieran identificados con sus canciones. Pero, alguien más vio provecho en su reconocimiento. Le ayudo a surgir y ser alguien reconocido. Y con eso su fama ha ido en aumento cada año más. 

-¿Por eso el control de todas las cosas? –pregunté. El Dr. Jung se veía un poco cansado. –Necesito saber todo de él para entenderlo. 

-Es cansador. –se sinceró. –Pero Ji es un buen chico. ¿Hay algo más aparte del control que te interese de él?

-Su actitud. A veces parece un niño, un mocoso adolescente. No sé si me explico. 

-Ji Yong no ha vivido su etapa de adolescente como tú o como yo, siquiera como los demás jóvenes que debería vivir y experimentar esa etapa como una persona normal. Le arrebataron sus etapas. 

-Una vez me dijo que cuando era niño, entro a un lugar…

-Él siempre ha estado metido en esas cosas. A Ji le gusta, pero no vio las consecuencias que eso provenía. Le han manipulado, han manejado su vida… es ahora… hace dos años que él quiso tomarla por si mismo. Por eso toma control de todo. Le han arrebatado su libertad, quiere controlar para no dejar escapar nada. 

-¿A sido abusado? –pregunté, tenía temor de la respuesta. Solo sé que Mina fue su dómina, pero ¿Fue consentido o abuso?

-No. No ha sido abusado. No confundas las cosas Antonia, morirá si se entera que piensas eso.

-Solo era una duda. –pase saliva. -¿Qué puedo hacer al respecto?

-Desafiarlo parece una buena opción, pero él no tolerará tantos desafíos. No puede enojarse contigo. –negué.

-A veces pasa que su humor me aburre, pero no puedo dejarlo. ¿Qué hago en esas circunstancias?

-Aléjate… no huyas de él. –lo mire. -Ji dice que huyes con frecuencia ahora. Me lo dijo el viernes.

-¿Por eso estaba enojado?

-Si… le di a comprender que es culpable de ello. Si no te quiere lejos, sería mejor que no te hiciera huir. 

-Comprendo. A veces, siento que su humor me contagia… hay veces que somos los dos que no nos soportamos. Pero cuando me alejo, piensa que huiré. ¿Por qué tiene esa percepción siempre?

-Tú le amas. Piensa que no podrá encontrar a nadie como tú o simplemente tiene miedo de perderte.

-Y es así como volvemos al mismo tema. Tiene miedo a perderme… 

-Esta claro que él no te ha comentado nada aun. Nada de su vida. –negué. –Es por eso que quiso que supieras de él hablando conmigo. Antonia, solo me es permitido contarte lo que he encontrado en Ji durante los últimos dos años. Esto va contra mi ética profesional, pero fue una petición de él. 

-Bien. 

-Es bipolar, tiene serios problemas en control de impulso. A veces, le ha costado controlar su ira. Es intolerante a la frustración.

-¿Esquizofrénico? 

-Solo uno porciento. Todo lo demás lo hace ver o parecer esquizofrénico. Pero no lo es del todo.

-Se medica con zyprexa.

-Debe tomarla dos veces al día.

-¿Tiene cura todo esto?

-Se puede controlar, disminuir, pero no curar al cien porciento. Siempre habrá episodios de bipolaridad, descontrol, y sobretodo ira.

-¿Hay algo que yo pueda hacer?

-Ya estas haciendo mucho Antonia, venir a sesiones de pareja, sesiones personales es un trabajo arduo para poder ayudarlo. Incluso, mantenerte a su lado cuando esta al borde del descontrol. 

-Siento que con eso no es suficiente.

-Dale tareas… 

-¿Cómo cuales?

-Ji es muy impaciente… 

-Demasiado.

-Enséñale a que debe ser paciente… solo tú puedes conseguirlo. 

-Sería como intentar de enseñarle a un niño. 

-Ji perdió esas etapas. Sería un buen comienzo que alguien como tú le enseñara, él te hará caso.

-Estoy pensando que eso será frustrante… 

-Siempre podrán tener un acuerdo. Pero, no debe darse cuenta. Dile lo que planeas hacer durante tus días. Conversa de tus cosas con él. 

-Eso lo hago… -pensé… -Bueno, mantengo secretos con la Dra. Jung sobre las sesiones, pero eso…

-Beneficio de la duda.

-¿Qué?

-No sonará equivalente, pero Ji siempre ha sido de la misma manera. Él siempre quiere escuchar las cosas personales de quienes le acompañan, pero nunca dirá algo personal de él mismo, no se si me explico. Pero Ji quiere que le tengan confianza, para él poder tenerlo con quien este a su lado.

-Entonces debo darle el beneficio de la duda.

-Exacto.

-Darle tareas, enseñarle a ser paciente y darle el beneficio de la duda.

-Es importante aclarar que Ji querrá tomar decisiones por ti, es eso… sobretodo eso que no debes dejarle hacer.

-Discutiremos…

-Le enseñaras.

-Pero, eso le hará pensar que no tiene el control, será allí cuando su ira aumentará y sentirá frustración. –en ese momento lo comprendí. El Dr. Jung me sonrió. -¡Oh! ¿Eso trataba de explicarme?

-Eres muy inteligente Antonia, ahora ya veo porque Ji te admira y te ama tanto.

Más fácil que sumar uno más uno.

El beneficio de la duda es eso. Dejar todo en manos de la persona, hacerle creer que tiene la razón para no comenzar con los ataques que sufre. Si practico eso con Ji, su enfermedad disminuirá y él mismo podrá controlarse en esas situaciones que tanto le molestan.

¡Perfecto! Es así como podré ayudarlo. 

En la mañana salí sola, James me ha acompañado hasta la consulta del doctor. Ji Yong, no se ha molestado en llamar, fue así como se lo pedí. 

Desde aquella noche que me molesté con él, no hemos hablado. O bueno, no nos hemos dado el tiempo de hablarnos.

Esa noche del sábado hable con TOP por teléfono, y me dijo que Ji me debía una disculpa, por haberme ofendido de esa manera. Le encontré razón, no tiene porque pensar de esa forma de mí, mucho menos de su amigo, aquel que esta loco por una mujer y muere por verla una vez más.

-James, vamos a G-Sex. Tengo que hablar con Ji.

-Si señora.

Eran cerca de las diez de la mañana cuando me desocupé con el doctor Jung. Tenía planeado decirle a Ji que lo amaba con todas mis fuerzas y que no debía temer en perderme, que estaría con él siempre… incluso, estaba pensando en decirle que quería casarme con él.

Pero cuando subí hasta gerencia, me encontré con Mina, saliendo de la oficina… mientras que Ji se arreglaba la corbata… ambos me vieron. Ji se impresionó al verme, Mina solo sonrió… y la secretaria me preguntaba quién era yo…

Pensaba en hacer un escandalo del demonio, lanzarme hacía Ji y darle una cachetada y luego coger a Mina del cabello y arrastrarla por el piso, darle patadas hasta que James me sujetara del cuerpo y me sacara de allí… pero no.

-Antonia Martins. –le dije a la secretaria. –Solo necesito unos minutos con el Sr. Kwon. –la secretaria, que tenía el cabello claro miro a su jefe. –Solo será unos minutos. –mire a Ji y ya estaba frustrado. Supuse que no esperaba esa reacción en mí, sino la que planee en mi mente.

-Fue un agrado y un gusto volver hablar contigo Ji Yong. –comentó Mina. –Siempre que llames estaré para ti. –vi los puños de Ji y estaban apretados, ladee mi rostro y James me miraba, no sé porque puse los ojos en blanco y él sonrió. Su sonrisa me contagio y no pude ocultar la curva de mis labios. –Llámame cuando me necesites. –Ji no dijo nada, y yo no quería pensar nada. 

Me hice a un lado cuando ella pasó, no pienso rebajarme, mucho menos –aunque me cueste- desconfiar de Ji. Aunque tenga mis dudas, debo de confiar en él. Como dijo el doctor, debo darle el beneficio de la duda.

Mina desapareció y Ji hablo. –Antonia… ¿Qué haces aquí? –su voz era suave, pero en sus pensamientos sé que estaba confundido. También sé que pensará que voy a dejarlo. Nadie viene después de hablar con tu psicólogo… pero yo sí. 

-¿Podemos hablar? –pregunté.

-Si… -lo dijo en un tono desconfiado. Tal vez no quiera hablar, quizá no quiera saber lo que tengo que decirle. Tal vez tenga miedo de lo que vengo a decirle. 

Tal vez lo que tenía planeado decirle desde un principio le haría entender que no iría a ningún lado. Pero, no le diré nada. Lo amo, pero yo también quiero mi beneficio de la duda.

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